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MUTEK 2012: ARTE DIGITAL EN TIEMPOS ANÁLOGOS

28 septiembre 2012

Estamos cerca de disfrutar nuevamente del Festival internacional de creatividad digital y música electrónica, mejor conocido como MUTEK, que se llevará a cabo en la Ciudad de México y como parte del Festival Internacional Cervantino, a través de la celebración de conciertos tanto en Guanajuato como en León. En esta primera entrega comento a dos de los artistas presentes en el DF, para posteriormente revisar la trayectoria de los bienvenidos visitantes a nuestro Estado que compartirán sus dotes sonoras.
De acuerdo a su página de Internet, el Festival es “una plataforma para la diseminación y el desarrollo de la creatividad digital en el sonido, la música y las artes audio-visuales. Su mandato es proveer una plataforma para los artistas más originales y visionarios que actualmente trabajan en estos campos, con la intención de proveer un espacio de iniciación y descubrimiento para las audiencias que deseamos desarrollar” (www.mutek.mx). Una buena oportunidad para conocer más de esta cada vez más sólida celebración se presenta el martes 2 de octubre, para no olvidar, a través del documental Freedom, en el que se muestra la vida que ha tenido el propio Festival.
Un día antes se apoderará de orejas y latidos Holy Other, misterioso músico cuyo verdadero nombre y rostro son desconocidos, dado que se presenta con máscara en los conciertos y no aparece en las portadas de sus discos, cargados de reverberaciones, vocales subterráneas, lances espaciales, recortes imprevistos y una fuerte indefinición en sus collages digitales, lo que convierte sus piezas en una serie de aventuras con una gran carga sorpresiva. Tras un par de EP´s, por fin debutó con Held (12), su primer largo en el que se decanta por una electrónica expansiva y de dislocación, no tan fácil de asir pero sí de disfrutar.
Asentado en Berlín, el compositor y productor alemán apenas llegando a la treintena Nils Frahm, se ha caracterizado por combinar su formación clásica con los terrenos de la electrónica avant-garde, desde Streichelfisch (05) hasta Felt (11), pasando por Electric Piano (08), The Bells (09) y Juno (11), además de algunos EP´s y diversas colaboraciones con otros músicos. Rasgando un piano que se despliega sobre una superficie de inquietas sonoridades, las sensaciones fluyen en armónica exploración como si de un paseo astral se tratara: altamente recomendable escucharlo con audífonos de esos que te aíslan de toda realidad circundante.

THE XX: SABER COEXISTIR CUANDO EL FINAL ESTÁ CERCA
Sus ambientaciones son pequeñas, discretas, como si fueran acomodadas con mucho cuidado para dar una sensación de armonía. Sus canciones tienen finales imprevisibles y siguen la máxima de expresar lo más posible con lo mínimo indispensable: la electrónica sirve como forma de un fondo que combina géneros varios, del indiepop al R&B, pasando por texturas más oscuras pero siempre con algún tipo de iluminación que pronto nos vuelve a la calma: Everything But the Girl, Portishead y The Cure parecieran estar en el radar de sus influencias.
Con apenas un par de discos ya son referente del rock del nuevo milenio, siguiendo la fórmula del dueto mixto en las vocales buscando la contrastación como sutil provocación, cortesía de los amigos desde la infancia Romy Madley Croft y Oliver Sim, acompañados por Baria Qureshi y el especialista en el mundo digital Jamie Smith, compañeros en el bachillerato. Con esta formación se presentaron con XX (09), álbum debut que de inmediato los puso en unos inesperados reflectores a los que ellos parecían rehuir, solo para escaparse a bailar con movimientos apenas perceptibles.
Con una electrónica cálida que se entrevera con episodios de quietud sombría, nunca aterradores, el grupo originario del sur de Londres, formado en el 2008, mostró en cortes como Crystalised, Islands y Basic Space que tenían no solo sonidos que compartir, sino también una propuesta lírica que entiende de estados de ánimos diversos, con la tristeza y los sueños entendidos como espacios para soltar la imaginación a media luz: los apuntes de dreampop y las salpicadas de electrónica de géneros diversos, los ubicaron en el gusto de tirios y troyanos.
En Coexist (12), además de pasar la dura prueba que implica una segunda entrega después de un inicio que genera tantas expectativas, demuestran que saben mantener estilo y propuesta pero eludiendo el inmovilismo o el autoplagio. Ya como trío, suenan convencidos pero abiertos a abrir fronteras, sobre todo en la estética electrónica, acaso más rocosa todavía jugando con la contención, y en sus letras pausadamente deslizadas a través de una guitarra que llora rítmicas lágrimas secadas por un bajo intrusivo, como se deja escuchar en Chained, Fiction, Swept Away, Sunset y Angels: en efecto, somos como el sueño de estos seres alados que está por terminar.
Se presentan en el DF, jueves 27 y viernes 28 del presente: para corazones que transitan en calma las rupturas, mirando el atardecer como si de un dulce beat se tratara.

EL LISTÓN BLANCO O CÓMO EL MAL NO SIEMPRE FUE BANAL

25 septiembre 2012

El Mal se anida de manera silenciosa entre la represión, el dogmatismo, la ignorancia y la negación de la posibilidad para la reflexión: la obediencia irrestricta aún en la injusticia parece ser la única conducta viable. Las relaciones personales se basan en la independencia y la verticalidad, donde siempre uno manda, uno decide, uno impone: el otro, agacha la cabeza y asiente. Las puertas se cierran y en la intimidad de las habitaciones desaparece la bondad y el amor a Dios, solo para dar paso al castigo como forma privilegiada de aprendizaje y a la humillación como manera de vincularse con los demás. La ley de la selva con un falso barniz de espiritualidad religiosa.
Un campo fértil para que la violencia ya no solo simbólica (Bourdieu dixit), sino física y explícita, vaya emergiendo hasta alcanzar un estado de naturalidad y, al mismo tiempo, se ejerza como una reacción soterrada para alterar el estado de las cosas, el orden impuesto por los adultos hombres con cierta posición social o económica. Mientras tanto, las formas de rebeldía apuntan hacia la misma racionalidad destructiva, enfocada a quien se merece un correctivo ejemplar, a aquél que por alguna razón es diferente o considerado inferior o a quien representa, incluso sin quererlo, algún tipo de poder, ya sea económico, político o social: clases y generaciones enfrentadas.
Con solo tres años de retraso, después de ganar la Palma de Oro en el Festival de Cannes del 2009, el premio a la mejor película europea y el Globo de Oro, por fin llega a nuestra ciudad en formato de video, desde luego, El listón blanco (Alemania, 09), una de las grandes películas de la década pasada que confirmó al director austriaco Michael Haneke (El séptimo continente, 89; 71 fragmentos para una cronología del azar, 94; El castillo, 97; Amor, 12) como uno de las principales realizadores contemporáneos, capaz de crear un mundo propio en el que la perversidad, de manera velada o al descubierto, se confronta con la posibilidad de la armonía, usualmente mantenida solo de manera epidérmica.
En un pueblo al norte de Alemania, tres o cuatro años antes del estallido de la Primera Guerra Mundial, empiezan a suceder eventos que trastocan el férreo devenir de la vida cotidiana, cuya concatenación parece responder a una lógica de castigo o desprecio hacia ciertos personajes de la comunidad, niños y adultos. La vida transcurre entre la faena, la escuela, la fiesta de la cosecha y la misa dominical, pero al terminar o a media jornada, como una especie de Luz silenciosa (Reygadas, 07), surgen conflictos relacionados con la violencia doméstica, explotación laboral, abuso infantil, necesidad de venganza, secretos escuchados solo por los pasillos hogareños: doble moral.
Narrada por el maestro del pueblo (Christian Friedel), ya en su vejez y como tratando de entender qué sucedió, la cinta se ha interpretado como una explicación de la situación que privó en el país veinte años después, cuando la aparición del nazismo respondió a factores raciales, ideológicos, sociales y también económicos y morales: la generación de los niños de esta época es la que condujo las riendas de Alemania durante los años 30´s y 40´s del siglo pasado. ¿Qué fue lo que aprendieron a partir de la transmisión cultural de sus padres y maestros? ¿Con qué principios morales se formaron? ¿En qué contextos se desarrollaron?
Con marcada influencia de los grandes maestros Bergman y Dreyer, el director de El video de Benny (92) y La pianista (01), construye una narrativa seca, basada en una cámara por momentos de una quietud apabullante que guarda su distancia y que se entromete en la vida del pueblo, a manera de extrapolación de la condición humana en contraste: un pájaro amenazantemente sacrificado y otro amorosamente cuidado para su remplazo, todavía donde cabe un acto de bondad. Un Código desconocido (00) amenaza con apropiarse de la convivencia social en el que se permiten Juegos divertidos (97) y Juegos sádicos (07) que apuntan hacia la llegada de El tiempo del lobo (03).
La iluminación en interiores, desarrollada a partir de la luz natural y de las lámparas de aceite de la época, le brinda ese tono entre lúgubre y aparentemente meditativo que contrasta con ciertas tomas en exteriores de una plástica absorbente, reforzada por el riguroso blanco y negro, en el que los planos generales denotan los rasgos esenciales de este pueblo chico, pronto convertido en un infierno a fuego lento avivado por el rígido Pastor (Burghart Klaußner); el siniestro doctor (Rainer Bock) y la partera (Susanne Lothar); el barón cual señor feudal (Ulrich Tukur) y su esposa (Ursina Lardi); el administrador, los granjeros y un grupo de niños lidereados por la hija del primero (Maria-Victoria Dragus).
Como sucediera en Caché: observador oculto (05), donde el encuadre final a la salida de la escuela puede ser revelador, aquí la cámara se posa en el altar de la iglesia y permite que veamos cómo van llegando todos los feligreses -el Pastor incluido sentándose en una de las bancas- cuando la Guerra ha estallado y todo en la aldea parece volver a una frágil normalidad. Fundido a negro, créditos en silencio. Un filme que admite interpretaciones múltiples, desde sicológicas hasta sociológicas, pasando por una mirada filosófica. Un listón blanco que lejos de purificar, solo termina estigmatizando. Una obra maestra.

ROMANCES INTERMITENTES O HASTA QUE LA MUERTE NOS SEPARE

23 septiembre 2012

Van y vienen a lo largo del tiempo. Separados por diferencias reconciliables, presencia de incómodos terceros o eventualidades de esas que la vida va poniendo ya sea como pruebas involuntarias o como obstáculos que si no matan, fortalecen o hieren relaciones que se sostienen más por la carencia de opciones que por convencimiento propio: la costumbre es más fuerte que el amor, dicen los realistas-pesimistas; el amor mueve montañas, dicen los idealistas-optimistas. En medio, nosotros los mortales creyendo que la felicidad se construye en la cotidianidad, más que en sucesos grandilocuentes o eventos con alta dosis de intensidad.
Tres cintas, una en cartelera y dos en los videoclubes, que abordan las relaciones románticas desde la perspectiva ya sea del primer amor o del primer compromiso serio. Ya sabemos que este tipo de cintas funcionan si la pareja protagónica resulta cercana y creíble, el guion ofrece alguna variante de la estructura ya sabida (encuentro-enamoramiento-pleito-reencuentro) y si podemos acompañar a los personajes en sus risas y sus momentos difíciles: es decir, qué tanto nos interesa lo que les suceda.

BODA POSPUESTA
Un chef con promisoria carrera en San Francisco (Jason Segel, también participando en el guion) le propone matrimonio a su novia inglesa (Emily Blunt, confirmando sus dotes para la comedia), siempre a la espera de una oportunidad para continuar con sus estudios de posgrado. La ceremonia se tiene que retrasar por diversos motivos –otra boda, cambio de ciudad, desarrollo profesional, resquebrajamiento afectivo- al punto de la ruptura y de la consecuente reflexión acerca de dónde está el hombre-mujer de tu vida. A falta de secundarios sólidos, la pareja protagónica lleva todo el peso de esta cinta que reflexiona acerca de las dificultades que implica primero establecerse como pareja y después construir el resto de la vida. Y no al revés.
Por momentos derivativa y al mismo tiempo funcional, como suele suceder con las películas producidas por Judd Apatow y dirigidas por Nicholas Stoller (¿Cómo sobrevivir a mi ex?, 08; Misión: Rockstar, 10), Eternamente comprometidos (The Five-Year Engagment, EU, 12) combina con astucia el humor, bien construido con estrategias de edición, y las vicisitudes amorosas de una pareja que entra en procesos continuos de desnivelación: tener que sacrificarse por el otro, ver cómo la pareja destaca académicamente y tú te hundes profesionalmente, estar fuera de lugar y ser testigo de la felicidad ajena, son circunstancias que se van planteando con un bienvenido realismo que no pierde la capacidad de integrar diálogos ingeniosos y situaciones de una cercana ridiculez.

UNA RELACIÓN Y CUATRO FUNERALES
Un joven cuya actividad consiste en platicar con un amigo fantasma kamikaze japonés y asistir a sepelios en los que no conoce a nadie, se topa de pronto con una adolescente fanática de la naturaleza, particularmente de las aves, y ambos empiezan a compenetrarse en sus marginales mundos. Con dolorosas historias detrás y en tono de evocación continua, la naciente pareja enfrenta la vida y la muerte con la inocencia y desenfado de quien pareciera no tener nada que perder.
Dirigida con languidez por Gus Van Sant (Drugstore Cowboy, 89; Milk, 08), quien vuelve a explorar el corazón juvenil pero ahora desde una perspectiva romántica, y producida por los Howard, padre e hija, Cuando el amor es para siempre (Restless, EU, 11) se apoya en la notable interpretación de Mia Wasikowska y en una mirada contenidamente esperanzadora sobre la posibilidad de cambiar el estado vital: la música de Danny Elfman y la inserción de canciones que van de Sufjan Stevens a The Beatles, pasando por Bon Iver, Nico y Pink Martini, termina por envolver esta sencilla pero cercana radiografía del primer amor.

AMOR EN TIEMPOS DEL VISADO
Y a manera de análisis del significado del primer amor, cuyo cliché reza que nunca se olvida aunque después vengan otras relaciones, Drake Doremus dirige Con locura (Like Crazy, EU, 11), aprovechando una convencida interpretación de los jóvenes Anton Yelchin y Felicity Jones como un par de estudiantes que se enamoran más pronto de lo que se podrían imaginar, aunque como cabría esperar, se verán envueltos en múltiples situaciones que se presentarán a lo largo de los años, ya cuando él es un diseñador de muebles y ella una escritora en ascenso asentada en su natal Inglaterra.
A partir de un eficaz uso de la elipsis para darle fluidez al desarrollo de los protagonistas, la inserción de flashbacks y de secuencias en silencio o acompañadas con música, la cinta nos permite transitar por la relación y de alguna manera involucrarnos en ella, no obstante ciertos lugares comunes que bien pudieron evitarse. La presencia de personajes interesantes alrededor de la pareja, en particular los padres de ella, colaboran a dimensionar en forma más amplia los contextos que van rodeando la solidificación o derrumbamiento de la primera relación romántica. Para recordar Matrimonio por conveniencia (Weir, 90).

SOCIEDADES PARODIADAS

19 septiembre 2012

Entre broma y broma, la realidad puede transparentarse para verle sus costuras absurdas, abusivas e irracionales. Comedias que funcionan a medias, dado que sus blancos son por momentos evidentes y sus trazos demasiado gruesos, pero que consiguen lanzar algunos dardos efectivos para burlarse de usos y costumbres tanto de la sociedad de consumo y del espectáculo, como de los totalitarismos políticos y religiosos. Un consistente drama de pilón que muestra el potencial peligro de las sectas.

SOCIEDAD DICTATORIAL
Dirigida por Larry Charles, responsable del provocador documental ¡Reli…¿qué?! (08) y ahora en el campo de la ficción, a diferencia de sus híbridos Borat (06) y Brüno (09), El dictador (EU, 12) es una irregular sátira que se avienta contra las dictaduras unipersonales, tan frecuentes en los países del norte de África, y contra los gobiernos dizque democratizadores de occidente que no se quedan muy atrás cuando de abusos se trata, sobre todo cuando los intereses comerciales están en juego, empleando pretextos ideológicos como fachada para el control.
Una vez más Sacha Baron Cohen coescribe e interpreta al protagónico, un dictador de un país del norte de África que se ve suplantado en Estados Unidos por un manipulable doble y tiene que sobrevivir como un inmigrante cualquiera en Nueva York, después de tener un poder inimaginable. Ben Kingsley es el traidor y Anna Faris la posible mujer de sus sueños: ambos, entendiendo el contexto, se dan vuelo con una bienvenida sobreactuación.
La premisa alcanza para regalarnos algunas viñetas de ese humor tan característico de esta dupla, entre la incorrección política más absoluta –no hay derecho humano que se salve- y la develación de ciertas realidades –el discurso ante la asamblea- que permiten hacer llevadera una historia que en términos argumentales parece más bien divagar sin mucho rumbo y sin una secuenciación que permita mantener el interés sobre la historia en sí misma.

SOCIEDAD ESTULTA
Dirigida en tono derivativo por Mike Judge, quien mostró su irreverencia con sus personajes Beavis and Butt Head y El rey de la colina, La Idiocracia (Idiocracy, EU, 06), parte de una premisa original que no se aprovecha del todo: un tipo común (Luke Wilson) y una prostituta (Maya Rudolph) del presente son congelados para un experimento; despiertan 500 años después en una sociedad dominada por la estupidez, en la que las máquinas se encargan de todo y la basura está en todas partes, como sucedía en la obra maestra Wall-E (Stanton, 08). Los ridículos espectáculos masivos, la televisión de realidad, empresarios engañabobos y la absurda impartición de justicia son apenas algunos de los rasgos de esta sociedad (la de la película).
La gente deambula sin mayor oficio ni beneficio y los recién llegados, como cabría esperar, se convierten en los más inteligentes del planeta, después de pasar algunas dificultades. Con narración en off, la idea de plantear un retroceso en el desarrollo evolutivo del ser humano, a diferencia de otras propuestas futuristas, se podría prestar a un humor más fino e inteligente: paradójicamente, la cinta no consigue trascender este planteamiento de base y se queda como un intento por satirizar a una humanidad cada vez menos inteligente, por decirlo de manera amable.

SOCIEDAD DOGMÁTICA
El problema de las sectas no es que crean en lo que crean, sino que consideren ser los únicos poseedores de la verdad, revelada solo a ellos y a nadie más, y que sus prácticas estén por encima de los derechos humanos. En Martha Marcy May Marlene (EU, 11), se describe el proceso de descomposición mental de una joven que ingresa a una secta, su escapatoria y su posterior dificultad para congeniar la realidad con la fantasía, ya viviendo en la casa de su hermana y su esposo.
Dirigida por Sean Durkin en clave de thriller psicológico y narrada en dos tiempos con certeros flashbacks que muestran episodios de la vida en la manipuladora comuna, la cinta busca más introducirse en la psiqué escindida de la protagonista que en el morbo de los sucesos shockeantes. Notables interpretaciones de la joven Elizabeth Olsen y de John Hawkes, como el siniestro líder del clan, abusador sexual, machista, manipulador y criminal, independientemente de los rollos motivadores que se avienta.
En otro registro, Locura en el paraíso (Wanderlust, EU, 12) coloca a una pareja citadina conviviendo con una comuna hippie y si bien se alcanzan algunos momentos simpáticos no todas las caricaturizaciones funcionan del todo; el asunto se vuelve un poco previsible y aunque cierra tratando de recuperar a todos los personajes, varios quedan en el limbo, como si la edición cortara ciertas posibilidades de desarrollo argumental o situaciones de mayor contraste entre ambos mundos.
Por su parte, Pare de pecar (Salvation Boulevard, EU, 12), arranca con un interesante plantemiento que contrapone la fe con la razón a través de sendos personajes –un pensador agnóstico y un pastor- y que ahonda en los dogmatismos de los nuevos creyentes en tono de humor negro. Dirigida por George Ratliff con reparto de lujo, la cinta termina por desparramarse entre los diversos cabos sueltos, los destinos de los personajes y las intrigas en torno a un crimen.

SIEMPRE HAY TIEMPO

12 septiembre 2012

Para resarcir grietas afectivas, explorar nuevos territorios anímicos o retomar caminos pendientes a la mitad andados. Pareciera que solo es asunto de voluntad: sabemos que no, pero cómo ayuda mantener una actitud ante la vida en la que nos sigamos riendo de nosotros mismos y que podamos reconocer que los problemas tienen su mayor asidero en nuestras necedades y prejuicios: las culpas se trabajan, ni se obvian ni se asumen sin filtros. Se enfrentan en su momento y se desmenuzan poco a poco.
Ancianos que buscan volver a ver el mundo a colores, librando el negro y blanco que impide disfrutar los detalles o, de plano, reconocer el poder de los recuerdos como una posibilidad de entender y sobrellevar un presente que no ha resultado como se esperaba: remodelar estilos de vida, enterrar sentimientos imposibles de compartir y ya entrados en gastos, atreverse a rememorar eventos que se resisten a ser abandonados, ya sea a kilómetros de distancia o frente a la propia hoguera.

UN HOTEL EN REMODELACIÓN
Un grupo de jubilados ingleses, bien delineados en su situación desde el elusivo prólogo, coincide en pasar un tiempo en la India, dados los costos accesibles y el contraste que implica una región como ésta: una viuda muy dependiente del ex-marido (Judi Dench, en plan narrativo); una mujer tratando de pescar algún millonario otoñal (Celia Imrie); una pareja unida más por el deber ser (Bill Nighy y Penelope Wilton, estupendos); un juez con cuentas sentimentales pendientes (Tom Wilkinson, de fragilidad escondida); un hombre solitario en busca de amor (Ronald Pickup), y una xenófoba que tiene que operarse la cadera fuera de Inglaterra (Maggie Smith, elocuente en sus expresiones).
Todo un un mosaico humano que se va entrelazando con los sueños empresariales del joven indio que los recibe (Dev Patel), sus peripecias con su novia y su madre. La presencia del romance como una fuerte necesidad en cualquier edad, así como la importancia para mantener objetivos vitales y la capacidad de admiración, se van desglosando a través de todos los personajes, ya sea por ausencia y presencia: de ahí que la perspectiva de la cámara se mantenga coherente con la intención dramática de cada una de las escenas, incluyendo aquellas que aprovechan para mostrar la puslión de las calles
La premisa es muy bien aprovechada para crear un equilibrio entre el humor y el drama, con una tendencia hacia generar sensaciones esperanzadoras; si bien se fuerzan por momentos las resoluciones y se tiende hacia la complicidad del especatador para resolver las situaciones de acuerdo a lo que se podría esperar, El exótico Hotel Marigold (The Best Exotic Hotel Marigold, RU-EU-EAU, 11), se basa en la premisa optimista de plantear que todo tiene que acabar bien y si no, quiere decir que no ha acabado: el desenlace, en consecuencia, siempre será mejor que sus antecedentes.
Basada en la novela These Foolish Things de Deborah Moggach, el director John Madden (Al filo de la mentira, 10; Shakespeare enamorado, 98) muestra habiliades para la dirección de grandes actores y para mantener el relato a punto, equilibrando el tiempo en pantalla de todos los personajes, aunque por momentos algunos queden menos desarrollados de otros. No obstante las complacencias argumentales y las licencias tomadas, la cinta funciona como una sensible metáfora de cómo un hotel en reconstrucción puede simbolizar el espacio propicio para poder empezar, continuar o terminar la vida de manera esperanzadora.

ENTERRAR LA CULPA
Un ermitaño rechazado por el pueblo, de muy pocas pulgas y larga barba, vive un aislamiento que se rompe a aprtir de escuchar los comentarios que sobre él se hacen. Para de una buena vez saldar cuentas con todos y en especial con él mismo, decide organizar su propio sepelio en el que cualquiera que conozcan alguna anécdota sobre su vida, la cuente de manera abierta y en público. Para tal efecto, contrata al negocio local dirigido por un hombre que necesita recursos para poder seguir adelante y que derviará en diversos enredos. En este juego de versiones acerca de su propia vida, el protagonista resultará ser todo un depositario de una historia digna de ser aclarada.
Dirigida de manera prístina y en tono intimista por Aaron Schneider, quien debuta como realizador, El funeral (Get Low, EU, 09) muestra la forma en la que los prejuicios van constiutuyéndose como una gran verdad nunca comprobada, siempre al borde de las interpretaciones que de pronto se convierten en vox populi. Robert Duvall y Bill Murray establecen un sólido duelo de actuaciones, contrapunteado por Sissy Spacek y soportado por Lucas Black. Pareciera que solo anunciando la propia muerte es posible exorcizar los demonios internos largamente anidados en una forma de vida que evade todo contacto social y, de paso, toda posibiliad de interiorización.

LÓGICAS SOBREVIVIENTES

6 septiembre 2012

En cartelera y en los videoclubes de la ciudad, grupos o individuos que tienen que huir, esconderse, escabullirse o enfrentar a sus rivales en territorios inhóspitos para mantenerse con vida. Veamos.

LA LÓGICA DE LA CORRETIZA
Basada –es un decir- en el paranoico cuento del gran Philip Dick y ostentándose como remake del mucho mejor filme de Verhoeven de 1990, El vengador del futuro (Total Recall, EU, 12) es una hueca apuesta que intenta mantenernos interesados, casi con respiración artificial, en una historia que cuando apenas va despuntando se ve interrumpida por algún tipo de persecución, como si en efecto se tratara de corretizas a lo loco con uno que otro diálogo intercalado. El director Les Wiseman se confirma como un mejor coordinador de efectos especiales que como un contador de historias a través de imágenes: no es suficiente el talento para el montaje de secuencias de acción porque la emoción depende de quiénes están involucradas en ellas.
Y no es que necesariamente las películas que se desarrollan bajo la estrategia del gato y el ratón estén destinadas al fracaso, pero cuando se cuenta con un material tan sugerente como el propuesto por el escritor usualmente mal llevado al cine (con la gran excepción de Blade Runner), acaba por ser un desperdicio proponer una convencional cinta de acción en la que poco importa lo que le pase al protagonista y sus mujeres, quién gane entre los rebeldes y el gobierno represor o, peor aún, cuándo estamos en la realidad y cuándo en el mundo de los implantes cerebrales para jugar con la memoria. El asunto llega a tal punto, que uno acaba extrañando a Schwarzenegger y sus dotes actorales.

LA LÓGICA DE LA MANADA UNIDA
Dirigida con brío reflexivo por Joe Carnahan, Un día para sobrevivir (The Grey, EU, 11) es una intensa lucha por la sobrevivencia que emprende un grupo de trabajadores de una petrolera después de sufrir un accidente aéreo en Alaska. Si en Narc: Calles peligrosas (02) el director recreaba las batallas en el escenario urbano, acá las estrategias son para salir avantes en una absorbente tundra, hábitat natural de los lobos: ahí están las dos manadas confrontadas con sus respectivos machos alfa. A partir del uso del flashback para darle profundidad al protagónico (Liam Neeson) y de la recolección de las carteras para humanizar al grupo, somos testigos de una historia impecablemente trasladada al mundo de las imágenes, con trasfondo emocional que logra trascender la mera acciónde resistencia al límite.

LA LÓGICA LIBERTARIA
Un peculiar grupo de siete presos de un campo de concentración en la rusia stalinista consigue escapar para enfrentarse a un reto quizá mayor que el propio Gulag: sobrevivir a campo traviesa para poder salir de territorio soviético y llegar a la India, objetivo en principio inalcanzable. Dirigida con sensibilidad por el australiano Peter Weir, después de varios años de ausencia, Camino a la libertad (The Way Back, EU-Emiratos Árabes-Polonia, 10) se desarrolla a partir de la mirada amplia con fotografía panorámica de amenazante impetuosidad y del análisis de las relaciones que se van estableciendo al interior del grupo, cómo interactúan y de qué manera se van transformando. A pesar de cierta precipitación en el desenlace, la cinta consigue involucrarnos en la batalla que libran estos hombres comunes, más la adolescente que se les une, para poder ver en vida lo que imaginaban lograr.

LA LÓGICA DEL TIEMPO PERDIDO
Con base en una interesante premisa escrita por él mismo, Andrew Niccol dirige El precio del mañana (In Time, EU, 11), acerca de un mundo en el que el tiempo se ha vuelto la moneda de cambio y las personas viven hasta los 25 años, a menos que compren horas extra; desde luego, todo un sistema autoritario está detrás del asunto y un tipo más o menos común (Justin Timberlake) los pondrá de cabeza. El thriller cienciaficcional toma el camino de la acción y el romance más o menos reiterativo y forzado, en lugar de explorar otros territorios dramáticos que parecían estar presentes y dar para interesantes rutas narrativas.

LA LÓGICA DE LA BALACERA
Dirigida por Stéphane Rybojad debutando en cine, Fuerzas especiales (Francia, 11) centra su atención en el secuestro de una periodista (Diane Kruger), el intento para usarla como moneda de cambio, su posterior rescate y la travesía que emprende tanto ella como el comando para poder sobrevivir en territorio afgano con los talibanes pisándoles los talones. Con sólido reparto actoral, el filme opta por concetrarse en la persecución, de una forma un tanto cuanto maniquea, que en explorar el conflicto político-social planteado en un inicio y que se antojaba más interesante. Así, nos quedamos con un típico filme de héroes occidentales que sobreviven a la barbarie de los pueblos subyugados.

TONY SCOTT
Una pena el deceso de este productor y director inglés, avecindado en Los Ángeles, que debutó con la vampíricamente estilizada El Ansia (83) y que alcanzó algunas cimas como en La fuga (93), con todo y el emblemático diálogo entre Christopher Walken y Dennis Hopper, y El fanático (96), con un siniestro Robert de Niro. Se volvió especialista en filmes de acción primero convencionales (Beverly Hills Cop 2, 87; Venganza, 90; Días de trueno, 90; El último Boy Scout, 91) y después armados con más inteligencia a manera de rompecabezas (Marea roja, 95; Enemigo público, 98; Juego de espías, 01; Deja Vu, 06); después de un par de trastabilleos (Hombre en llamas, 04; Domino, 05) terminó haciendo un par de películas sobre trenes frenéticos (Rescate del metro 123, 09; Imparable, 10). Junto con su célebre hermano, compartía una casa productora y estaba preparando, según se dice, una secuela de Top Gun (86).