Estamos cerca de disfrutar nuevamente del Festival internacional de creatividad digital y música electrónica, mejor conocido como MUTEK, que se llevará a cabo en la Ciudad de México y como parte del Festival Internacional Cervantino, a través de la celebración de conciertos tanto en Guanajuato como en León. En esta primera entrega comento a dos de los artistas presentes en el DF, para posteriormente revisar la trayectoria de los bienvenidos visitantes a nuestro Estado que compartirán sus dotes sonoras.
De acuerdo a su página de Internet, el Festival es “una plataforma para la diseminación y el desarrollo de la creatividad digital en el sonido, la música y las artes audio-visuales. Su mandato es proveer una plataforma para los artistas más originales y visionarios que actualmente trabajan en estos campos, con la intención de proveer un espacio de iniciación y descubrimiento para las audiencias que deseamos desarrollar” (www.mutek.mx). Una buena oportunidad para conocer más de esta cada vez más sólida celebración se presenta el martes 2 de octubre, para no olvidar, a través del documental Freedom, en el que se muestra la vida que ha tenido el propio Festival.
Un día antes se apoderará de orejas y latidos Holy Other, misterioso músico cuyo verdadero nombre y rostro son desconocidos, dado que se presenta con máscara en los conciertos y no aparece en las portadas de sus discos, cargados de reverberaciones, vocales subterráneas, lances espaciales, recortes imprevistos y una fuerte indefinición en sus collages digitales, lo que convierte sus piezas en una serie de aventuras con una gran carga sorpresiva. Tras un par de EP´s, por fin debutó con Held (12), su primer largo en el que se decanta por una electrónica expansiva y de dislocación, no tan fácil de asir pero sí de disfrutar.
Asentado en Berlín, el compositor y productor alemán apenas llegando a la treintena Nils Frahm, se ha caracterizado por combinar su formación clásica con los terrenos de la electrónica avant-garde, desde Streichelfisch (05) hasta Felt (11), pasando por Electric Piano (08), The Bells (09) y Juno (11), además de algunos EP´s y diversas colaboraciones con otros músicos. Rasgando un piano que se despliega sobre una superficie de inquietas sonoridades, las sensaciones fluyen en armónica exploración como si de un paseo astral se tratara: altamente recomendable escucharlo con audífonos de esos que te aíslan de toda realidad circundante.
THE XX: SABER COEXISTIR CUANDO EL FINAL ESTÁ CERCA
Sus ambientaciones son pequeñas, discretas, como si fueran acomodadas con mucho cuidado para dar una sensación de armonía. Sus canciones tienen finales imprevisibles y siguen la máxima de expresar lo más posible con lo mínimo indispensable: la electrónica sirve como forma de un fondo que combina géneros varios, del indiepop al R&B, pasando por texturas más oscuras pero siempre con algún tipo de iluminación que pronto nos vuelve a la calma: Everything But the Girl, Portishead y The Cure parecieran estar en el radar de sus influencias.
Con apenas un par de discos ya son referente del rock del nuevo milenio, siguiendo la fórmula del dueto mixto en las vocales buscando la contrastación como sutil provocación, cortesía de los amigos desde la infancia Romy Madley Croft y Oliver Sim, acompañados por Baria Qureshi y el especialista en el mundo digital Jamie Smith, compañeros en el bachillerato. Con esta formación se presentaron con XX (09), álbum debut que de inmediato los puso en unos inesperados reflectores a los que ellos parecían rehuir, solo para escaparse a bailar con movimientos apenas perceptibles.
Con una electrónica cálida que se entrevera con episodios de quietud sombría, nunca aterradores, el grupo originario del sur de Londres, formado en el 2008, mostró en cortes como Crystalised, Islands y Basic Space que tenían no solo sonidos que compartir, sino también una propuesta lírica que entiende de estados de ánimos diversos, con la tristeza y los sueños entendidos como espacios para soltar la imaginación a media luz: los apuntes de dreampop y las salpicadas de electrónica de géneros diversos, los ubicaron en el gusto de tirios y troyanos.
En Coexist (12), además de pasar la dura prueba que implica una segunda entrega después de un inicio que genera tantas expectativas, demuestran que saben mantener estilo y propuesta pero eludiendo el inmovilismo o el autoplagio. Ya como trío, suenan convencidos pero abiertos a abrir fronteras, sobre todo en la estética electrónica, acaso más rocosa todavía jugando con la contención, y en sus letras pausadamente deslizadas a través de una guitarra que llora rítmicas lágrimas secadas por un bajo intrusivo, como se deja escuchar en Chained, Fiction, Swept Away, Sunset y Angels: en efecto, somos como el sueño de estos seres alados que está por terminar.
Se presentan en el DF, jueves 27 y viernes 28 del presente: para corazones que transitan en calma las rupturas, mirando el atardecer como si de un dulce beat se tratara.