Posts Tagged ‘Sobrevivencia’

HAZAÑAS

29 octubre 2015

Un par de películas cuyo eje argumental es la proeza realizada por sendas personas, ya sea para sobrevivir o crear una obra de arte extrema, contando, eso sí, con el apoyo de un conjunto de cómplices genuinamente interesados en que los sujetos en cuestión consigan sus objetivos. Hay un cierto tono de romanticismo, en el sentido del enfrentamiento del individuo ante la adversidad y la implacabilidad de la naturaleza, y de humor, tanto en la aventura en sí misma como en la forma en la que los protagonistas, por momentos, la asumen.

EN EL SUELO MARCIANO

Dirigida en clave de comedia cienciaficcional por Ridley Scott, sin tomarse demasiado en serio ni pretendiendo emular sus propios clásicos del género y mucho menos los de otros colegas de alcance metafísico (Kubrick, Tarkovsky), Misión rescate (The Martian, EU-RU, 2015) cuenta la historia de sobrevivencia de un astronauta que se queda varado en el planeta rojo después de que sus compañeros lo dieron por muerto. Con la ciencia en la cabeza y la tecnología a la mano, intentará mantenerse vivo hasta que regrese la siguiente misión.

El cuidado del enfoque científico, lógico en su mayor parte, se ha criticado en varios textos por dos razones: la fuerza excesiva de la tormenta marciana que provoca el accidente y la forma de caminar en el suelo, que más bien tendría que ser dando saltos o tumbos; de igual manera, el problema de las constantes radiaciones muy probablemente generaría secuelas de carácter cancerígeno. Con todo, se trata de una de las fortalezas de la historia, que bien podría aprovecharse para que los escolares pusieran un poco más de atención en sus clases de ciencias duras.

Matt Damon se mantiene creíble combinando desparpajo con angustia (poca), mientras que todo un elenco multiestelar asume con relajación los papeles asignados, tanto los que componen la tripulación (liderada por Jessica Chastain, bien acompañada por Michael Peña y Kate Mara, entre otros) como todo el equipo que intenta ayudar desde nuestro planeta, chinos incluidos, como señalando hacia dónde se dirige la carrera espacial cuando llegue el momento de que volteemos a Marte como hábitat alternativo.

MarcianoMás novelados parecen ser los sucesos en la Tierra con todos los involucrados para buscar soluciones diversas al problema del ¿primer? marciano adoptivo: esas juntas con el jefazo (el siempre estimable Jeff Daniels) y los equipos de investigadores bien coordinados por el líder del proyecto (Chiwetel Ejiofor), con el experimentado astronauta ahora en piso firme (Sean Bean), el especialista apagafuegos (Benedict Wong), la eficaz adjunta (Kristen Wiig), la analista descubridora (Mackenzie Davis), el joven genio (Donald Glover) o los nerds de ocasión, resultan inverosímilmente ejecutivas y cargadas de una buena vibra impensable en esos casos.

Un poco forzada también resulta la propuesta del rescate, aunque todo el planteamiento de la producción de comida, la generación de agua y el uso del oxígeno, busca apegarse en buena medida a su fuente literaria, escrita con más precisión científica que estilo por parte de Andy Weir, aquí contando con un guion cumplidor de Drew Goddard, conocido por su participación en la serie Lost y por hacerle un flaco favor al libro de Max Brooks que sirvió de base para Guerra Mundial Z (Forster, 2013).

Tanto la propuesta visual de atractivos contrastes rojizos, como la selección musical, incluyendo a David Bowie y sus arañas de Marte, así como la música disco cual única opción para el Robinson interplanetario sin su amigo Wilson para salvarse mentalmente del naufragio, le brindan al relato el necesario toque de espectacularidad por una parte, y de relajación por la otra, en contraste con las dificultades que va enfrentando el empleado de En la luna (Jones, 2009), sometido a una intensa presión psicológica.

EN EL CIELO NEOYORQUINO

Después del estupendo documental ganador del Oscar Man on Wire (Marsh, 2008), parecía innecesario volver a relatar el arriesgado trayecto que realizó el funámbulo francés Philippe Petit para atravesar las Torres gemelas, caminando únicamente sobre un cable y auxiliado por una pértiga. Una hazaña cuyo sentido no es del todo claro, incluso para quien la llevó a cabo: se trató de un asunto más de carácter instintivo, respondiendo a un llamado de origen nebuloso, como el misterioso hombre que se apareció en el techo sin mediar palabra, pero atendido con decisión y convencimiento apabullantes.

Pero Robert Zemeckis, con su habitual capacidad para ponerle sabor a la aventura y aprovechando diversos recursos del lenguaje cinematográfico y de las tecnologías de vanguardia, consigue con En la cuerda floja (The Walk, EU, 2015), mantenernos al filo del vértigo a pesar de que ya sabíamos el desenlace de la desquiciada, artística, irracional, asombrosa e ilegal caminata que permanece como una peculiar estampa en el cielo de Nueva York, desafiando a la muerte e incluso ignorándola.

Con una narración del propio protagonista cómodamente parado en la Estatua de la Libertad (Joseph Gordon-Levitt, jugando con los acentos), símbolo también del vínculo franco-estadounidense, nos remontamos a sus inicios infantiles en Francia, la ruptura con el padre, la relación con el maestro del equilibrismo (Ben Kingsley), vuelto su mentor, y con su equipo de cómplices, integrado en un inicio por la novia cantante (Charlotte Le Bon) y el fotógrafo “oficial” (Clément Sibony), para aumentar en terreno estadounidense con algunos otros aventureros urbanos.

Sobre todo, el filme se erige como una especie de homenaje colateral a esos gigantes archiveros que, como suele suceder, se fueron convirtiendo en el símbolo de la ciudad, justo en una época de estimable inocencia donde los guardias de los aeropuertos te dejaban pasar sin mayor trámite y la gente en términos generales se sumaba y asombraba de las locuras ajenas aunque no le encontraran mayor significado. Mediados de los setenta: un mundo muy distinto antes del 11 de septiembre del 2001.

 

AVENTURAS DE SOBREVIVENCIA

14 enero 2013

Filmes que acompañan sorprendentes hazañas para aferrarse a la vida, en condiciones que comúnmente llevan a la muerte. Ya sea retomando un caso real o ficciones literarias que de primera instancia parecían difíciles de trasladar a la pantalla, estamos ante sensibles historias apoyadas por elusivas propuestas visuales, entre impecables efectos especiales y creativo diseño artístico. A pesar de saber de antemano ciertos desenlaces argumentales, la tensión se mantiene y la atención se centra en las diferentes aristas que plantean las narraciones.

SOBREVIVIR AL NAUFRAGIO
Con base en la novela de Yann Martel, guion abarcador, dirigida con espectacular sutileza por Ang Lee (La tormenta de hielo, 97; Lujuria y traición, 07; Bienvenido a Woodstock, 09) y desplegada a partir de una historia que se desdobla en un plano metafórico para que cada quien elija entre el realismo y la fantasía simbólica, Una aventura extraordinaria (Life of Pi, EU-China, 12) es una travesía en altamar que emprende un joven indio cuyo barco se hundió con toda su familia y un zoológico en tránsito, propiedad del padre siempre aconsejando atender la dimensión realista de la vida.Life of Pi
Acompañado de un tigre, como si de un álter ego cargado de la suficiente agresión para seguir viviendo se tratara, y tras ver cómo una hiena mataba a una cebra y a un orangután en la balsa, el protagonista realizó un viaje definitorio para salvar su vida y, de paso, convertirse en el hombre que desde su casa en Canadá rememora la aventura, que incluye el aprendizaje de convivir con una fiera, atreverse a abandonar su vegetarianismo y saber cuándo abandonar una engañosa isla, cual cómodo destino aparente y que puede convertirse en la aniquilación de las expectativas.
Como hiciera con El tigre y el dragón (00) y Hulk (03), el director taiwanés busca profundidad y vuelve a proponer una visualización poética con tintes épicos en los que igual caben imágenes de belleza deslumbrante que de absorbente intensidad – los peces voladores, la ballena, las suricatas- integradas a una propuesta en 3D que sabe sacar provecho de la combinación de planos, incorporando secuencias de reflexión en medio de la batalla por la sobrevivencia. La angustia de ver cómo el viento se lleva las palabras escritas acabará por ser una buena razón para reescribir la historia y poder voltear atrás sin necesidad de despedirse.

SOBREVIVIR AL TIEMPO
Basada en la novela de David Mitchell y dirigida por Tom Tykwer (Corre, Lola, Corre, 98), Lana y Andy Wachowski (Meteoro, 08), en plan colaborativo y con aliento trascendente, no siempre alcanzado en los diversos pasajes entrelazados a través de diferentes épocas, mundos y circunstancias, Cloud Atlas (Alemania-EU-Singapur-Hong Kong, 12) es un amplio entramado de micro y macrohistorias que buscan plantear las consecuencias de las acciones más allá de la inmediatez temporal, eludiendo la lógica elemental del premio castigo o del karma al que se recurre como explicación simplona para entender los eventos presentes.
Cloud Atlas<Los seis mundos retratados van imbricándose de manera equilibrada, sin una secuenciación en principio clara aunque entretejiéndose paulatinamente con interés creciente, viajando de la pretensión filosófica a la revelación de los nexos a través de realidades disímbolas, presentadas a partir de escenografías que logran ubicarnos pronto en la época y de un diseño artístico que funciona para contrastar los contextos retratados.
El arriesgado casting saca adelante la diversidad de papeles, encabezado por un Tom Hanks como probándose a sí mismo y Jim Broadbent divirtiéndose a través del tiempo. Si bien las historias no mantienen el mismo nivel de cohesión, las reflexiones en off y la telaraña narrativa alcanzan para expresar los mensajes principales de ida y vuelta, vislumbrando la temporalidad más como una espiral que como una línea recta.

SOBREVIVIR AL TSUNAMI
Como una alegoría de la unión familiar que sirve de base para seguir adelante frente a una de las catástrofes naturales más fuertes de los tiempos recientes, Lo imposible (España, 12) nos sumerge, literalmente, en el drama del Tsunami del 2004 que arrasó al sudeste asiático, con un notable armado de las secuencias, en particular durante la devastadora primera media hora, para dar paso a una angustiante búsqueda durante el resto de la cinta.
El manejo de la edición del sonido que consolida la experiencia terrorífica, quizá demasiado subrayada por el omnipresente score, así como la combinación de perspectivas, contribuye a que nos integremos a la tragedia y contrastemos las reacciones de los turistas, desde solidarias hasta egoístas, así como los esfuerzos de los locales por apoyar a todos los heridos: las tomas panorámicas dan cuenta puntual del contexto de completa desolación en el que se buscaba encontrar a los seres queridos.
Lo imposible
Las actuaciones colaboran en definitiva para hacernos partícipes del drama familiar: Naomi Watts muestra el dolor y la fuerza de la madre herida; Ewan McGregor encarna el dilema de las decisiones en situaciones extremas y Tom Holland, interpretando al hijo mayor, consigue transmitir con profundo realismo la angustia de un niño a punto de dejar de serlo, a partir de semejante experiencia que se queda instalada para siempre.

LÓGICAS SOBREVIVIENTES

6 septiembre 2012

En cartelera y en los videoclubes de la ciudad, grupos o individuos que tienen que huir, esconderse, escabullirse o enfrentar a sus rivales en territorios inhóspitos para mantenerse con vida. Veamos.

LA LÓGICA DE LA CORRETIZA
Basada –es un decir- en el paranoico cuento del gran Philip Dick y ostentándose como remake del mucho mejor filme de Verhoeven de 1990, El vengador del futuro (Total Recall, EU, 12) es una hueca apuesta que intenta mantenernos interesados, casi con respiración artificial, en una historia que cuando apenas va despuntando se ve interrumpida por algún tipo de persecución, como si en efecto se tratara de corretizas a lo loco con uno que otro diálogo intercalado. El director Les Wiseman se confirma como un mejor coordinador de efectos especiales que como un contador de historias a través de imágenes: no es suficiente el talento para el montaje de secuencias de acción porque la emoción depende de quiénes están involucradas en ellas.
Y no es que necesariamente las películas que se desarrollan bajo la estrategia del gato y el ratón estén destinadas al fracaso, pero cuando se cuenta con un material tan sugerente como el propuesto por el escritor usualmente mal llevado al cine (con la gran excepción de Blade Runner), acaba por ser un desperdicio proponer una convencional cinta de acción en la que poco importa lo que le pase al protagonista y sus mujeres, quién gane entre los rebeldes y el gobierno represor o, peor aún, cuándo estamos en la realidad y cuándo en el mundo de los implantes cerebrales para jugar con la memoria. El asunto llega a tal punto, que uno acaba extrañando a Schwarzenegger y sus dotes actorales.

LA LÓGICA DE LA MANADA UNIDA
Dirigida con brío reflexivo por Joe Carnahan, Un día para sobrevivir (The Grey, EU, 11) es una intensa lucha por la sobrevivencia que emprende un grupo de trabajadores de una petrolera después de sufrir un accidente aéreo en Alaska. Si en Narc: Calles peligrosas (02) el director recreaba las batallas en el escenario urbano, acá las estrategias son para salir avantes en una absorbente tundra, hábitat natural de los lobos: ahí están las dos manadas confrontadas con sus respectivos machos alfa. A partir del uso del flashback para darle profundidad al protagónico (Liam Neeson) y de la recolección de las carteras para humanizar al grupo, somos testigos de una historia impecablemente trasladada al mundo de las imágenes, con trasfondo emocional que logra trascender la mera acciónde resistencia al límite.

LA LÓGICA LIBERTARIA
Un peculiar grupo de siete presos de un campo de concentración en la rusia stalinista consigue escapar para enfrentarse a un reto quizá mayor que el propio Gulag: sobrevivir a campo traviesa para poder salir de territorio soviético y llegar a la India, objetivo en principio inalcanzable. Dirigida con sensibilidad por el australiano Peter Weir, después de varios años de ausencia, Camino a la libertad (The Way Back, EU-Emiratos Árabes-Polonia, 10) se desarrolla a partir de la mirada amplia con fotografía panorámica de amenazante impetuosidad y del análisis de las relaciones que se van estableciendo al interior del grupo, cómo interactúan y de qué manera se van transformando. A pesar de cierta precipitación en el desenlace, la cinta consigue involucrarnos en la batalla que libran estos hombres comunes, más la adolescente que se les une, para poder ver en vida lo que imaginaban lograr.

LA LÓGICA DEL TIEMPO PERDIDO
Con base en una interesante premisa escrita por él mismo, Andrew Niccol dirige El precio del mañana (In Time, EU, 11), acerca de un mundo en el que el tiempo se ha vuelto la moneda de cambio y las personas viven hasta los 25 años, a menos que compren horas extra; desde luego, todo un sistema autoritario está detrás del asunto y un tipo más o menos común (Justin Timberlake) los pondrá de cabeza. El thriller cienciaficcional toma el camino de la acción y el romance más o menos reiterativo y forzado, en lugar de explorar otros territorios dramáticos que parecían estar presentes y dar para interesantes rutas narrativas.

LA LÓGICA DE LA BALACERA
Dirigida por Stéphane Rybojad debutando en cine, Fuerzas especiales (Francia, 11) centra su atención en el secuestro de una periodista (Diane Kruger), el intento para usarla como moneda de cambio, su posterior rescate y la travesía que emprende tanto ella como el comando para poder sobrevivir en territorio afgano con los talibanes pisándoles los talones. Con sólido reparto actoral, el filme opta por concetrarse en la persecución, de una forma un tanto cuanto maniquea, que en explorar el conflicto político-social planteado en un inicio y que se antojaba más interesante. Así, nos quedamos con un típico filme de héroes occidentales que sobreviven a la barbarie de los pueblos subyugados.

TONY SCOTT
Una pena el deceso de este productor y director inglés, avecindado en Los Ángeles, que debutó con la vampíricamente estilizada El Ansia (83) y que alcanzó algunas cimas como en La fuga (93), con todo y el emblemático diálogo entre Christopher Walken y Dennis Hopper, y El fanático (96), con un siniestro Robert de Niro. Se volvió especialista en filmes de acción primero convencionales (Beverly Hills Cop 2, 87; Venganza, 90; Días de trueno, 90; El último Boy Scout, 91) y después armados con más inteligencia a manera de rompecabezas (Marea roja, 95; Enemigo público, 98; Juego de espías, 01; Deja Vu, 06); después de un par de trastabilleos (Hombre en llamas, 04; Domino, 05) terminó haciendo un par de películas sobre trenes frenéticos (Rescate del metro 123, 09; Imparable, 10). Junto con su célebre hermano, compartía una casa productora y estaba preparando, según se dice, una secuela de Top Gun (86).

JUEGOS DEL HAMBRE O CÓMO SOBREVIVIR AL AUTORITARISMO

20 abril 2012

En la sociedad del espectáculo, hasta la sobrevivencia puede convertirse en programa televisivo: la realidad no se vive, sino se captura a través de cámaras y pantallas colocadas en todas partes; las emociones se desarrollan por medio de lo que le sucede a los otros, a los protagonistas forzados de un reality show en el que deben salvar el pellejo a costa de los demás. Desde luego, el control político pasa por dar cierta esperanza, no demasiada, y mantener el miedo: qué mejor que una serie transmitida en vivo y a todo color en donde los bárbaros se destrocen entre sí, mientras la clase privilegiada brinda por la carnicería.
Basada en el guión y novela de Suzanne Collins, primera de una trilogía sobre un futuro distópico en el que El Capitolio (centro) selecciona periódicamente a una pareja mixta de jóvenes por cada uno de los 12 distritos (periferia) para pelear a muerte hasta que solo quede uno vivo, al tiempo que los eventos se transmiten cual programa en horario estelar, y dirigida por el también escritor Gary Ross (Seabiscuit, 03), Los juegos del hambre (The Hunger Games, EU, 2012) termina siendo una atractiva combinación de videojuego, circo romano, cine de aventuras con contenido político y melodrama juvenil, con todo y una crítica a los sistemas autoritarios.
En un país que se supone es Estados Unidos dentro de algunos años –no tantos, por lo visto- y después de un periodo de rebeldía, el poder ha sido concentrado y mantenido a punta de sumisión: como una forma de seguir demostrándolo, cada año se realiza la selección de jóvenes para que participen en un juego a muerte. Este año, los habitualmente ganadores del sector 1 y 2 tendrán que enfrentarse a una estrella naciente: la arrojada joven del sector 12 (Jennifer Lawrence, aún en el Invierno profundo cazando ardillas) que se ofreció como voluntaria para salvar a su hermana (Willow Shields), a quien acompañará el dubitativo trabajador de una tienda regenteada por su madre (Josh Hutcherson), con habilidades para el decorado de pasteles y el lanzamiento de bultos.
Si bien el director ya había explorado la presencia de la televisión como realidad paralela en Amores a colores (Pleasantville, 98), acá más bien se acerca a propuestas como El Show de Truman (Weir, 98), donde una especie de orwelliano Big Brother mediático -acá encarnado por Wes Bentley como el operador en jefe y por el gran Donald Sutherland como el mero mero preciso- mete mano negra para hacer del programa todo un suceso (bolas de fuego, caninos gigantes), desde el efusivo presentador (Stanley Tucci, desatado) y su colega (Toby “Capote” Jones), hasta el staff de cada distrito (Elizabeth Banks, cual reina del país de las maravillas; Woody Harrelson en deliciosa sobreactuación y el roquero Lenny Kravitz), como si de una burocracia costosa se tratara.
Con abundancia de primeros planos y una cámara flotante y nerviosa cual joven en combate no pedido, combinando una lógica subjetiva con una perspectiva objetiva, como de espectador distante, las secuencias se desarrollan entre el trazo afectivo de los personajes, en algunos casos demasiado maniqueos, y los eventos en los que despliegan las secuencias de acción, alcanzando niveles de tensión que nos mantienen involucrados con el desarrollo de los acontecimientos: en algún momento, el filme consigue que nos interesen los personajes, tanto los protagónicos como los de soporte.
El diseño de arte le brinda un atractivo adicional al filme: de los maquillajes y peinados estrafalarios a los vestuarios de diseñador retrofutrista, nos instalamos en decorados de interiores con sofisticada ambientación –de buen y mal gusto, según el caso- y a diseños urbanos que combinan la idea de la vanguardia citadina con zonas marginadas aún atrapadas en una época anterior al siglo XX. El uso de los silencios entronca con secuencias de emotividad capturada vía música de James Newton Howard y T- Bone Burnett, como en la muerte de la diminuta Rue (Amandla Stenberg) o en los flashbacks de paleta deslavada, que muestran la tragedia familiar y el primer encuentro entre los protagonistas.
La perspectiva de la sobrevivencia adolescente adquiere dimensiones sociológicas en deuda con El señor de las moscas, creando alianzas para fortalecerse, generando odios irracionales y aún manifestándose sentimientos de solidaridad, apoyo y sacrificio. No obstante, se asume el papel asignado por las estructuras de poder y, como en la guerra, se cae en el absurdo de matar a desconocidos, sólo porque alguien más lo manda: todo sea para mantener el status quo.
La trilogía parece destinada a ocupar algunos espacios en el gusto juvenil, ahora que Harry Potter ha depuesto la varita, y convertirse en uno de los fenómenos mediáticos importantes para los inicios de esta nueva década. Si bien se trata de una obra que retoma elementos ya revisitados en otras propuestas, su amalgama funciona en términos narrativos y afectivos.

LOS HOMBRES Y SUS CIRCUNSTANCIAS

8 junio 2011

Determinados por sus particulares y extremos contextos, 4 hombres buscan mantenerse a flote mientras conservan su instinto de sobrevivencia que puede alcanzar, en algunos casos, para ayudar a otros. Los primeros insertados en la telaraña del Nazismo y los segundos solos y su alma mandando mensajes de dudosa recepción. Todas las películas disponibles en los videoclubes de la ciudad.

BONDAD A PRUEBA
En Sonata de un hombre bueno (John Rabe, Francia-China-Alemania, 09) se recrea el heroísmo del protagonista que da nombre al film, un empleado de Siemens en territorio chino, durante la masacre de Nanking perpetrada por el ejército imperial japonés cuando se desataba la II Guerra Mundial. En consonancia con La lista de Schindler (Spielberg, 93), estamos frente a un alemán, nazi declarado, que decide ayudar a la gente en su contexto próximo: 200,000 chinos sobrevivieron gracias a su famosa zona de seguridad, ante los embates de los soldados japoneses y la politiquería alemana del nacional socialismo.
Dirigida por Florian Gallenberger (Las sombras del tiempo, 04) la cinta alcanza momentos emotivos y de franco terror, a pesar de que en ciertas secuencias, particularmente en las de acción bélica, se advierte cierta impostura en los efectos. Con una creativa inserción de pietaje real que se va transformando en la cuidada puesta en escena del film, la cinta va de lo contextual a la intimidad de John Rabe, sentidamente interpretado por Ulrich Tukur, quien encuentra justo contrapeso en las actuaciones de Daniel Brühl y Steve Buscemi. Una historia rescatada a pesar de los intentos por hacerla desaparecer.
Por su parte, en Un hombre bueno (Good, RU-Alemania, 08), Viggo Mortensen interpreta con mesura a un profesor de literatura alemán que lidia con una esposa neurótica, dos hijos y una madre senil. Distante de las ideas nazistas, las conversaciones con un amigo (Jason Isaacs) parecen ser su tabla de salvación, hasta que un libro suyo acaba siendo bien visto por la gente en el poder y su carrera prospera de manera inesperada, colocándolo en una encrucijada llena de dilemas morales que acaban por rebasarlo.
La sobria dirección de Vicente Amorim (El camino de las nubes, 03) junto con la correcta adaptación de John Wrathall a la obra de C.P. Taylor, permiten que tanto el diseño de arte como la puesta en escena nos remitan a las tribulaciones de un hombre durante los años 30´s del siglo XX, atrapado entre sus propias lealtades y frustraciones, con los principios valorales siempre a flote: de buenas intenciones está empedrado el camino al reconocimiento.

SOBREVIVENCIA EN SOLITARIO
En Sepultado (Buried, España-Francia-EU, 10) se despliega un creativo ejercicio fílmico gracias al uso de la luz y al juego con el reducido espacio fílmico, considerando el fuera de campo, que acaba por ser notable, más allá de la anécdota que se cuenta: nada fácil sostener una película que transcurre en su totalidad dentro de un ataud, con un tipo haciendo llamadas vía un súper teléfono celular para ver si salva el pellejo, entre una víbora prieta y un encendedor dando de sí.
El contexto, una vez más, lo constituyen las complejas relaciones que se han establecido tras la invasión a Irak, entre rebeldes, soldados estadounidenses y gobiernos de facto. Sorprende gratamente la actuación de Ryan Reynolds, quien además de entregar la mejor actuación de su carrera, logra que nos importe su personaje, un chofer que al parecer ni la debía ni la temía. Esta claustrofóbica historia dirigida por el español Rodrigo Cortés (Concursante, 07) muestra cómo la intensidad de un film no depende de la grandilocuencia de sus recursos visuales, sino de la capacidad para conectarse con las emociones del espectador.
Mientras tanto, James Franco nos regala otra estupenda actuación para sobrevivir durante 127 horas (EU-RU, 10) con el brazo atrapado por una roca en la zona montañosa de Utah. Retomando la historia verdadera del montañista Aron Ralston evitando el Exterminio (02), Danny Boyle (Quisiera ser millonario, 08;) recrea con imaginación esta aventura en solitario, intercalanado recuerdos, alucinaciones, grabaciones y hasta un show televisivo creado por el propio protagonista como para mantener la poca cordura que queda en La vida en el abismo (96) en perpetua Alerta solar (07) y evitando acabar con su Tumba al ras de la tierra (94).
Con edición ráfaga, división de pantalla, score sello de la casa, desplazamientos enérgicos de cámara y continuo juego de planos, la cinta adquiere un dinamismo poco esperado en función de la premisa argumental; cierto, quizá se pierda un poco la profundización que la propia vivencia proponía, como sí sucedía con otros outsiders de Vidas sin reglas (97) vistos en Camino salvaje (Penn, 07) y en El hombre oso (Herzog, 05), aunque no faltan las secuencias difíciles de aguantar en las que se enfatiza el sacrificio en aras de la sobrevivencia.