CUANDO EL SOL ILUMINA EL LADO OSCURO DE LA LUNA

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Pasó por el Museo de Arte e Historia de Guanajuato la sorprendente y astral exposición Exceso solar,

curada por Cuahutémoc Medina y obra del versátil artista Pablo Vargas Lugo (Ciudad de México, 1968), quien gusta de entreverar diversos lenguajes artísticos, técnicas y medios para abordar los fenómenos naturales -incluyendo patrones de comportamiento de los insectos-, las diversas formas de entenderlos y representarlos, desde distintas épocas y contexto culturales, así como los aparatos y artefactos que se vinculan con estos procesos de interacción entre la naturaleza, el paso del tiempo y la imaginación humana.

En la sala Feliciano Peña se pudo apreciar la serie Solar Max (2002-2023), realizada en colaboración con el artesano michoacano Luis Guillermo Olay Barrientos y proponiendo una forma de mosaico de plumas y cera dispuestos elusivamente en una cartulina, a su vez montada en rollos de papel de seda, papel arroz y madera: está conformada por diez obras que nos aproximan a la vida del sol y sus manifestaciones, representadas por manchas, llamaradas, prominencias, loops y una spiculae, especie de púa que se forma momentáneamente en la atmósfera solar

El artista, quien representó a México en la Bienal de Venecia del 2019 con la obra Actos de Dios, utilizó

la técnica conocida como pintura plumaria para sus piezas, muy utilizada en la época prehispánica, que se encuentran montadas con un aliento orientalista manifestado en esos rollos empleados en el lejano oriente: el conjunto deja una sensación, en efecto, de estar viajando desde distintos puntos del planeta rumbo al sol en episodios precisos, justo cuando nuestra estrella se manifiesta de distintas maneras, desde erupciones imponentes hasta ebulliciones de sutil expresión que terminan por anunciar los excesos de calor que vendrán.

Al centrarse en la observación de cada una de las obras, se puede advertir la presencia de un cierto

aliento poético en esa manifestación natural e inconmensurable, representada por materiales tan cercanos a nosotros y que cobran un sentido expresivo poderoso, entre la furia contenida y un escarpamiento de hermosos relieves que parecen tener clara su posición en el conjunto. La distancia a la que se miran las obras, así como la diversidad de angulaciones, permite encontrar nuevas formas y descubrir otras posibles emociones contenidas según nuestra posición física.

Por su parte, la videoescultura Selenitas (Limbo y Terminador) (2023) se proyecta

en alta definición a través de 12 canales y a partir de la fotografía de Rafael Ortega, que nos permite visualizar de arriba a abajo diversas facetas de la luna, entre una iluminación que mueve a la exploración y cuyas imágenes nos envuelven en la expectativa de cambio y quietud. Los dos videos fueron tomados desde el telescopio del Observatorio Nacional de Tonantzintla, en los que se observa, por una lado, el limbo lunar, que es el borde de la superficie visible, y por el otro, el terminador, justo donde se encuentran la luz y la oscuridad: lo que podemos captar con la mirada y lo que se queda como campo abierto para nuestra imaginación.

Esta inquietante y original mirada de nuestros dos astros que remite a las mitologías del cosmos, entre la aproximación científica y la ritualidad, nos lleva al absoluto asombro ante los fenómenos distantes, extraños y misteriosos pero al mismo tiempo profundamente presentes. La exposición también remite a reflexionar cómo visualizaban nuestros ancestros los fenómenos del sol y la luna y qué significados tienen para nosotros, humanos actuales que vivimos en tiempos de crisis climática con el calentamiento global pisándonos los talones y un sol que se vuelve demasiado omnipresente, invadiendo sin filtros nuestras vidas y colocándonos en esa compleja posición de necesitarlo pero no en exceso.

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