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DISCOS 2019: MUJERES

29 diciembre 2019

Continuamos con el repaso breve sobre algunos de los álbumes que sonaron fuerte durante el año que recién terminó y que seguramente trascenderán más allá del acuciante inmediatismo. En esta entrega, las obras creadas por mujeres entre las que se volvió representativa The Highwomen, fruto del súper grupo formado por Brandi Carlile, Maren Morris, Amanda Shires y Nathalie Hemby, quienes se asumieron bajo el mismo apelativo, The Highwomen, mandando mensaje contundente de acuerdo con los tiempos que corren.

SONIDOS FEMENINOS

Lana del Rey entregó el sensible Norman Fucking Rockwell!, su mejor disco a la fecha en el que repasa el incumplido sueño americano, entrando en fase de pesadilla, y algunos amores extraviados a través de un agudo sentido de la composición pop con sutiles pasajes de folk alterado, vertiente que aprovecha la originaria de Nueva York Natalie Mering, bien conocida como Weyes Blood, para derrochar sensibilidad pop en el emergente Titanic Rising, tercera obra que derrite el iceberg y la confirma como una de las compositoras a seguir, al igual que Sharon Van Etten con su Remind Me Tomorrow, paradójico mensaje que sirve de envoltorio diverso a una base folkpop que nos lanza en espiral por el tiempo.

Jessica Pratt buscó los significados ocultos en la quietud aparente del folk vía Quiet Signs, su tercera obra ya alcanzando madurez compositiva y la ex Veronica Falls conocida como Patience produjo Dizzy Spells, disfrutable synthpop que recuerda décadas idas, mientras que la australiana Julia Jacklin confirmó con Crushing, su segundo álbum, que sabe manejar los contornos del countrypop con soltura sorprendente; dentro del pop Ariana Grande retomó fuertes vivencias personales en cuanto a sus parejas para generar el no obstante dinámico thank u, next, apuntando a seguir con adelante a pesar de las pérdidas, en tanto la canadiense Carly Rae Jepsen obsequió Dedicated, cuarta obra que insiste en buscar la anhelada distinción

La mítica Kim Gordon (Sonic Youth), tras compartir penas y alegrías, regresó al campo de batalla en plan solista con No Home Record, todo un aviso cambiante en el que cabe el noise y la ralentización. En el orquestal y arriesgado All Mirrors, la talentosa cantautora Angel Olsen nos pone a lo largo de los 14 cortes de frente a la imagen que refleja un mundo en constante reacomodo, en el que incluso puede haber espacio para el romanticismo, a pesar de todo. Designer es el opus 3 de Aldous Harding: luminoso, directo y de una belleza abrumadora. Vocales limpias que se abren paso entre melodías pronto reconocibles e instrumentaciones sutiles. Diseño íntimo, en suma.

La galesa Cate Le Bon apostó por la profundización del tono íntimo, con fuerza instrumental, en su quinto disco titulado enfática y propositivamente Reward. Uno de los discos del año, como el experimental PROTO, también tercero de Holly Herndon en el que aprovecha las herramientas de la inteligencia artificial para crear una electrónica vital, combinando lo mejor de los mundos posibles, el orgánico y el que vive entre los bytes. La noruega Jenny Hval compuso The Practice of Love, entre apuntes de sintetizadores con miras a poner en juego los aprendizajes adquiridos en los siempre cambiantes contextos del amor y Kim Lenz siguió reflexionando en diferentes tiempos la velocidad del amor con Slowly Speeding.

Mientras que Beyoncé se embarcó en el ambicioso Homecoming: The Live Album, su virtuosa hermana Solange entregó When I Get Home, cuarto álbum que representa la confirmación de una trayectoria propia y sumamente creativa, más allá de vínculos familiares, revisitando estampas en clave R&B con acentos jazzeros del significado del origen sociofamiliar, en tanto FKA twigs entregó Magdalene, su largamente esperado segundo disco en el que a través de cantos casi susurrantes, explora sentimientos de soledad y fragilidad tomando como referente a la figura bíblica. Charlie XCX continuó en su tránsito por el pop alternativo con Charlie, mostrando con sensibilidad el cobre.

La también docente Jamila Woods puso en acción su activismo por medio de un R&B de alcance poético en LEGACY! LEGACY! y Brittany Howard, en plan solitario, presentó Jaime, álbum poderoso y rico en sabores, así llamado en honor a su hermana fallecida. Lizzo se introdujo de lleno en las relaciones pasionales con Cuz I Love You, componiendo sin rodeos acerca de la intimidad y Miranda Lambert pone el juego en la mesa con Wildcard, séptima obra llena de efusivas notas country-pop, en la línea del afortunado regreso de Tanya Tucker tratando de domar el caballo con While I’m Livin’, entendiendo el transcurso de los acontecimientos.

De todas partes: las hermanas israelíes nombradas A-Wa produjeron el contagiante Bayti Fi Rasi y la mexicana Lila Downs se fue directo a la cabeza con Al chile. La suiza Eva Reiter produjo Noch sind wir ein Wort… y la italiana Caterina Barbieri, quien visitó México en este año, entregó el arriesgado Ecstatic Computation, a partir de una electrónica que suena por completo atemporal. Con fundamento carioca, Elza Soares grabó Planeta Fome, Dona Onete se revolvió con Rebujo y Lia de Itamaracá nos regaló Ciranda Cem Fim, trío de obras concebidas desde la vejez como expresión fundamental del recorrido artístico de estas mujeres virtuosas.

DISCOS CINCUENTONES 1969

7 diciembre 2019

LA TRINIDAD

Por supuesto empezamos con el Abbey Road de The Beatles, con una de las portada más famosas de la historia y una bienvenida mayor participación de George Harrison en la composición (quien grabó Electric Sound ese mismo año), entregando la cumbre Something y anunciando la llegada del sol: mi favorito de ellos, llegando juntos y cuando la respuesta para siempre es «no lo sé»: el último disco en el que más o menos funcionaron como banda. Let it Bleed puede ser el segundo mejor disco de The Rolling Stones. Invitados de lujo y canciones que van del honky-tonk a la balada blues anunciando el final de los 60’s. Sexo y decepción: que por favor alguien parta el pastel pero solo para dejarlo sangrar. Purga absoluta que supura.

En tanto, Bob Dylan se metió a los terrenos del country con absoluto conocimiento de causa, faltaba más, a través de Nashville Skyline, su noveno álbum en el que se muestra extrañamente sonriente, haciendo caravana con sombrero porpio e invitando a otro ícono, Johnny Cash (al tiempo que presentaba su Johnny Cash at San Quentin), para juntos cantarle a esa chica del indefinido país del norte o a la dama que se resiste a quedarse por más que se le pida lo contrario, además de repasar melódica, temática e instrumentalmente las claves del género y entregar, por supuesto, una obra maestra.

RECIÉN LLEGADOS

Irrumpiendo atronadoramente por partida doble, Led Zeppelin fue un cuarteto que encarnó de manera ejemplar la noción del rock como manifestación musical y actitudinal; formado en Londres por cuatro gamberros cada uno representando un arquetipo en su rol, entregó sus dos primeras obras, sin pensar mucho sus títulos, sentando algunas de las bases del rock duro, bañado por apuntes folk y blues: firmaron, para no complicarse, Led Zeppelin y Led Zeppelin II, combinando folk, hard rock, blues intenso y mucha convicción que los convirtió en referente ineludible para entender el significado de esta cultura a lo largo de los años.

El rock progresivo, en plena conformación, se cimbró y potenció con la llegada de King Crimson, ambiciosa agrupación comandada por Robert Fripp que presentó el clásico In the Court of the Crimson King, álbum con otra de esas portadas legendarias y que incorporaba elementos que se volverían esenciales del género: letras enclavadas en el análisis social y el folklore, según la tónica elegida; grandes pasajes instrumentales de corte clásico cargados de recovecos y una épica a prueba del tiempo, rindiendo homenaje al rey carmesí, siempre esperando que su trono entregara justicia musical.

Phallus Dei marcó el debut de los muniqueses Amon Düül II, enclavados en un naciente krautrock con escapes hacia la experimentación y el rock progresivo en sus tiempos primigenios: días de mostrar el poder a grito pelado. En similar vertiente con todo y el extendido y distintivo corte You Doo Right, Monster Movie representó el banderazo de salida para Can, grupo clave del rock abriendo las fronteras británico-estadounidenses y avant-garde durante los años setenta.

FOLKIES Y EXTRAVIADOS

Desde luego, aquel año apareció con mayor fuerza -había grabado un disco un par de años antes- un extraño joven andrógino que después cambiaría la historia de la música popular: se puso de nombre artístico David Bowie y presentó, extraviado en el espacio exterior y confiando en las decisiones arriesgadas del Major Tom, el homónimo David Bowie (Space Oddity); además de la clásica, se incluye una canción poco conocida de él quizá demasiado orquestal, Wild Eyed Boy From Freecloud, anunciando lo que estaría por venir en términos de composición. Por lo que se ofreciera, los integrantes de The Youngbloods, grupo bostoniano de inclinaciones folk, buscaron la luz en plena oscuridad, ya como trío, con Elephant Mountain, barnizado de cierto barroquismo pop y paisajes desenfadados.

Scott Walker grabó un doblete aún en plan crooner: Scott 3, con diez cortes propios y tres de Brel, inspiración clave, y Scott 4, ya con puras originales lanzándose hacia la propuesta en absoluto personal. Ambos fueron un paso decisivo hacia la innovación y el avantpop, cual viaje al siglo XXX manifestado en sus posteriores producciones, esporádicas y poderosas. Neil Young & Crazy Horse infectó el country con un virus guitarrero y de sensibilidad adherida en el clásico Everybody Knows This Is Nowhere, para encontrarse justo en un lugar donde el árbol y el can acompañan la soledad, asomando un tono pastoral que se entromete entre las aguas del río.

Desde San Francisco con todos los colores revoloteando por las pupilas, los guitarreros y sicodélicos de Quicksilver Messenger Service, grabaron el épico-ácido Happy Trails, último álbum entregado por el cuarteto original. El álbum Basket of Light de la banda The Pentangle, liderada por los virtuosos guitarristas Jansch y Renbourn viaja sin problemas del folk inglés a las esencias arabescas, con infusiones deliciosas de jazz que se entrometen cuando nadie se lo espera. Al final del día, su escucha se vuelve un recipiente cómodo y extrañamente afectivo para encontrar la luz en tiempos de confusión psicodélica. Nick Drake, aún estudiante de Cambridge, debutó con Five Leaves Left entre sutiles orquestaciones y un folk barroco de orientación poética, capaz de trasladarnos a esos lugares extraños donde el amor y la pérdida se encuentran, acaso para buscar una imposible reconciliación.

El revulsivo Trout Mask Replica, tercer álbum de Captain Beefheart and his Magic Band continuó con la alterante apuesta por intervenir un folk blusero con sonidos disonantes de manera cautivante, por completo capturando el espíritu de la época, mientras que Moondog, conocido como el vikingo de la sexta avenida, compuso al filo de la banqueta el homónimo Moondog, avant-garde sensible, entre transeúntes y bocinazos, armonizando cuerdas y alientos con crecientes texturas. Y por no dejar, ahí está la experimentación entre irritante y revolucionaria, expansiva y arrogante de Unfinished Music No. 2: Life With the Lions y ya entrados en el romance total, Wedding Album de John Lennon & Yoko Ono, expresado el primero en cinco cortes entre el tono íntimo y la recitación sobre la maternidad al borde de la cama.

OLAS Y PERMANENCIAS

The Velvet Underground encontró cierta calma y aparente quietud sin perder la tensión acostumbrada en su tercer álbum, el homónimo e igualmente clásico The Velvet Underground, enclavado en el rock pero con influjos folk, ya sin el vanguardista Cale y con un Reed en plan exorcista buscando la liberación. El doble álbum Ummagumma, integrado por cortes en vivo y composiciones de cada uno de los miembros del ya cuarteto, fue la aportación de Pink Floyd como reacomodándose para la siguiente etapa de la banda, en tanto The Doors entregó The Soft Parade, buscando otras alternativas armónicas en contraste con sus álbumes anteriores y Soft Machine mantuvo el rumbo de vanguardia con Volume Two.

Conocimos a un londinense en Australia tras la 2da. Guerra mundial con The Kinks, integrando sonidos diversos a partir de brillantes composiciones, del folk al hardrock primigenio y de los espacios acústicos al humor subversivo. Arthur or the Decline and Fall of the British Empire es una joya mucho más grande que cualquiera de las que ostente la corona británica. La ambiciosa ópera rock Tommy, escrita principalmente por Pete Townshend acerca de un joven ciego y sordo vuelto estrella, se convirtió en una obra paradigmática que abrió posibilidades para la expansión del rock, en la que The Who, de paso y entregando su cuarto disco, confirmaba su importancia en la escena.

Fleetwood Mac se despachó por partida doble en su plena etapa blusera con English Rose y Then Play On, obras de consolidación de la banda que empezaba a otear ciertos horizontes distintos a su enfoque de arranque, mismo que abrazaron Clapton, Winwood y Baker para formar Blind Faith, súper grupo que propuso el ídem con todo y portada polémica Bind Faith, también enclavado en un blues de roquero espíritu colectivo que terminó pronto y dejó solo este testamento. Otro debut fue el de The Chicago Transit Authority, banda llena de metales e instrumentaciones elaboradas que se desdoblan en el homónimo Chicago Transit Authority, mientras que The Band sacaba de la tierra las raíces en su sólida obra de igual nombre The Band.

El quinteto The Moody Blues, ya con reconocimiento en determinados ámbitos del creciente circuito progresivo, entregó On the Threshold of a Dream, uno de sus mejores álbumes en el que nos llevan a los límites del despertar a partir de piezas contenidas bañadas por una sicodelia sonriente y algunos acentos propios del clasicismo. Jethro Tull nos puso en posición alerta con su barroca flauta mágica a través de Stand Up y Procol Harum hizo lo propio con las amigables progresiones insertadas en A Salty Dog.

Frank Zappa and the Mothers of Invention entregaron el doble álbum de tendencia instrumental Uncle Meat, buceando en las experimentaciones aquí a manera de búsqueda de nuevos derroteros y ya sin las Madres, el bigotón visitó los territorios del jazz-rock en Hot Rats, apoyado por varios invitados que le entraron convincentemente a la excursión sonora. Anticipándose a los caminos del punk, The Stooges apostaron a la crudeza con su disco inicial, el ídem The Stooges, mientras que MC5 se presentaba en la palestra con Kick Out the Jams, de carácter plenamente revulsivo.

DE ALMA Y RITMO

Ahí está Stand!, disco de uno de los primeros grupos interraciales conocido como Sly and the Family Stone, aprovechando la madurez alcanzada para ponernos de pie con su disfrutable mezcla de R&B y rock psicodélico. No me llames negro, blanquito: mejor hagamos música juntos. Soul y R&B expansivo y contagiante es el que se desliza en River Deep – Mountain High de Ike & Tina Turner, álbum producido por Spector, el de la pared del sonido. De la profundidad acústica de la montaña, a la altura expresiva del río, en el que nunca es posible bañarse dos veces.

En su segundo álbum, Isaac Hayes le puso poder vocal e instrumental a Hot Buttered Soul, convertido en uno de los referentes del género, al igual que el vocalmente soberbio Cloud Nine, opus de los ya consolidados a esas alturas The Temptations: se trata de una de las obras cumbre del sonido Motown; no contentos, se dieron a la tarea de grabar The Temptations Show, el de orientación social Puzzle People de mayor contenido social, y Together, en complicidad con Diane Ross & The Supremes, quienes a su vez entregaron, entre otros, el iluminativo Let the Sunshine In.

ELLAS EN SOLITARIO

Un soul con momentos orquestales y con sustento R&B, se desgrana cortesía de la cantante Dusty Springfield, llevándonos de paseo a tierras donde crecen raíces sonoras a través de Dusty in Memphis (de donde surgió también el imprescindible From Elvis in Memphis, por supuesto firmado por Elvis Presley). Roberta Flack detonaba todas sus capacidades vocales en su primer disco titulado elocuentemente, como los arreglos y las composiciones, First Take, en tanto Dolly Parton despuntaba con su country a la mano en The Fairest of Them All.

En su segundo lance ya alcanzando una prematura madurez como cantautora, con todo lo que ello implica, Joni Mitchell volteó al cielo para inspirarse y entregó el brillante Clouds, a partir de una poética que va de la protesta a la pérdida y de ahí a la dificultad para mantenerse con la mirada en alto, mientras que Janis Joplin se lanzó en plan solitario con I Got Dem Ol’ Kozmic Blues Again Mama!, inoculado con un poco de soul que contrastó con su habitual enfoque.

RECORRIENDO SENDEROS

En plan prolífico y sin bajar el nivel en ningún caso, Creedence Clearwater Revival se destapó con tres discos en los que el blues y el country servían de vehículo para recorrer diversos paisajes americanos: Bayou Country, Green River y Willy and the Poor Boys consolidaron al grupo comandado por John Fogerty como uno de los esenciales de la transición entre los años sesentas y setentas. También alcanzando la tripleta de álbumes, los británicos de Fairport Convention desglosaron un exquisito folk en What We Did on Our Holidays, Unhalfbricking y, para cerrar con broche de oro un año de elusiva creatividad, vía Liege & Lief. Un debut clave: Crosby, Stills & Nash en plan de dream team se presentaron con su folkrock único expresado en el tocayo Crosby, Stills & Nash.

Con Gram Parsons como mente maestra, The Flying Burrito Brothers debutó con The Gilded Palace of Sin, country salpicado de diversas formas musicales sobre las que se expresaban deseos no cumplidos y culpas asumidas sin plena conciencia. Desde San Francisco: Jefferson Airplane nos revolucionó con Volunteers, bandera desplegada incluida; Grateful Dead brindó al respetable Live/Dead, capturando a la banda en vivo con todo su esplendor, y Aoxomoxoa, para ver el mundo con formas ondulantes; el grupo bautizado como Santana y liderado por nuestro estimado compatriota Carlos, inició su trayectoria con el homónimo Santana, psicodelia jazzera metida al caldo en plena ebullición del rock latino.

Merle Haggard produjo el vuelto tributo a Jimmie Rodgers Same Train, A Different Time, uno de sus mejores discos en el que nos condujo a través de parajes evocativos para revivir las tradiciones del folk y el country, terreno que el gran Jerry Lee Lewis sembró con maestría en los memorables Another Place Another Time y She Still Comes Around (To Love What’s Left of Me). Por su parte, Leonard Cohen presentó su segunda obra, Songs From a Room, incursionando en la intimidad de la habitación, integrando sutiles arreglos que acompañan a su grave vocalización, desde una perspectiva poética que abre puertas a la sensualidad.

Con el álbum Odessa, el grupo de los hermanos Gibb, mejor conocido como Bee Gees, alcanzaron su cima de la década de los sesenta a partir de un pop orquestal sensible y encantador, como se plantea desde el nombre mismo del álbum, desarrollando además un espíritu reconciliador, en tanto un joven de nombre cambiado que había hecho algunas pruebas por aquí y por allá debutaba con Empty Sky, abriendo la puerta rumbo al futuro camino amarillo: se rebautizó como Elton John.