Cerramos los recuentos del año que recién terminó con un brevísimo recorrido por algunas de las obras que nos dejó la literatura en el 2016, considerando las publicaciones que aparecieron en español durante el año que acaba de terminar. Por supuesto, se trata de apenas un esbozo de lo que uno alcanza a leer, en el entendido que el universo libresco es cada vez más inabarcable y dado el tiempo que toma la lectura y las maravillosas distracciones que ofrecen otros ámbitos, nada fácil resulta decidir y optar.
REALIDADES FICCIONADAS
En El ruido del tiempo (Anagrama), Julian Barnes retoma y novela con su acostumbrada sutileza la conflictiva relación del genial Dimitri Shostakóvich con el poder del estado soviético, en particular con Stalin: una reflexión profunda sobre los vínculos del totalitarismo con la expresión artística; también con base en una premisa real, Claudio Magris expandió su mensaje pacifista en No ha lugar a proceder (2015; Anagrama, 2016), contando la historia troncal de la instalación de un museo de la guerra para provocar un pensamiento antibelicista, reforzado por diversas historias alrededor.
Fernando Aramburu establece con claridad la forma en la que el terrorismo y los fanatismos, políticos y étnicos en este caso, se entrometen en lo más íntimo de una comunidad: Patria (Tusquets, 2016) centra su atención, a través de una prosa incisiva y sin concesiones, en el vínculo intervenido de dos mujeres inmersas en el asesinato del marido de una y la sospecha sobre el hijo de la otra. En tanto, La noche de la Usina (Alfaguara, 2016) de Eduardo Sacheri, de quien han resultado muy disfrutables sus historias sobre fútbol, publicó La noche de la Usina en el contexto del corralito en Argentina, donde un grupo de personajes bien delineados planean hacer justicia por propia mano, tentación cada vez más fuerte ante el estado de las cosas.
Manual para mujeres de la limpieza (2015; Alfaguara, 2016) integra un conjunto de relatos escritos, desde la vivencia propia como madre alcohólica y multichambas, por la estadounidense Lucia Berlin, fallecida en el 2004 y quien fue una hábil alquimista para mezclar sensaciones que van de la dureza a la inevitable complicidad, aunque nunca conmiseración. Jugando con los géneros y también escrito a lo largo de varios años, nuestra gran escritora Margo Glantz retrató la cotidianidad, insertando diversos apuntes temáticos y referencias del mundo del arte con una naturalidad sorprendente: Por breve herida (Sexto piso, 2016) nos lleva del consultorio del dentista a la experiencia estética en un instante.
PRIMERAS NOVELAS
La estadounidense Emma Cline debuta con Las chicas (Anagrama, 2016), logrado relato de inusual madurez para una primera novela, acerca de la siniestra secta liderada por Charles Manson pero desde una femenina perspectiva adolescente, entre la enajenación y la inocencia. Otra gratísima recién llegada es la chilena Paulina Flores, quien entregó como carta de presentación Qué vergüenza (Seix Barral, 2016), novenario de relatos en los que igual desfilan adultos despojados de proyectos vitales que niños y jóvenes en procesos de descubrimiento, todos en contextos no del todo favorecedores.
Escrita a flor de piel con la enjundia característica de la primera novela, Atticus Lish presentó Preparación para la próxima vida (2014; Sexto piso, 2016), en donde una inmigrante china musulmana y un excombatiente de Irak intentan sobrevivir a las durísimas condiciones del entorno, no solo ajeno sino inhóspito, y a los propios demonios a punto de estallar en las manos. Una revelación y todo un bienvenido desasosiego resulta leer Yakarta (Sexto piso, 2016) de Rodrigo Márquez Tizano, su primera incursión en el género que busca romper moldes en el protagonismo y en la idea del relato mismo: la invitación es a entrar a un laberinto lingüístico de salidas y entradas cautivantes.
SOBRE SÍ MISMOS
Fallecido apenas, el gran Ricardo Pligia, uno de los pilares de la literatura latinoamericana, publicó su segunda entrega de los recuentos de su vida, en los que paulatinamente uno va involucrando como si de un amigo cercano se tratara: Los diarios de Emilio Renzi. Años felices (Anagrama, 2016) es tan cercana y está tan fluidamente escrita que da la sensación de ocurrir en la propia vida o en la del hermano del alma que acompañó la adolescencia, con todo y el contexto del golpe de estado en Argentina y los cambios en las lógicas culturales e intelectuales de aquella época.
En esta misma tesitura, el noruego Karl Ove Knausgård continuó con su serie autobiográfica en Bailando en la oscuridad. Mi lucha: 4 (2010; Anagrama, 2016), sin perder el sentido novelístico y esa vena tan intensa como cercana: aquí ya cumplió los 18 y, como a muchos nos sucedió, anda en penumbras pero eso sí, con mucha intensidad para entrar a ese extraño mundo llamado adultez. John Le Carré, el especialista en espionaje, entregó Volar en círculos. Historias de mi vida (Planeta, 2016) en el que combina con soltura perspectivas y anécdotas políticas, literarias y personales.
FUTUROS A LA VUELTA
Proponiendo mundos posibles más allá de lo conocido pero donde las preocupaciones básicas de la humanidad siguen siendo las que dieron origen a nuestras formas de convivencia, el gran maestro estadounidense Don DeLillo indaga acerca de la muerte y sus efectos en Cero K (Seix Barral, 2016), desarrollada a partir de la mirada de los vínculos familiares en un futuro donde la criogenización es práctica esperanzadora; Michel Faber presentó El libro de las cosas nunca vistas (2014; Anagrama, 2016), imaginativo relato en el que un pastor tiene que viajar a un lugar llamado Oasis, mientras que su salvadora esposa se queda en un cada vez más decadente planeta Tierra.
Howard Jacobson disecciona con doloroso humor y realismo punzante a la sociedad contemporánea en J (2014; Sexto piso, 2016), a través de la alegoría de una relación afectiva en un mundo distópico y controlado, donde se tiende a la homogenización tal como sucedía en la lógica orwelliana; en tanto, Niccolò Ammanti recreó un mundo sin adultos en Anna (2015; Anagrama, 2016), en la que la puberta del título debe cuidar a su hermano pequeño y sobrevivir lo más posible para llegar a un lugar incierto: entre aventuras cargadas de adrenalina, miradas al mundo adolescente e infantil y anotaciones sociales, estamos ante una fluida narración de crecimiento a contracorriente.
REMEMORACIONES
Mathias Enard ganó el premio Goncourt con Brújula (Random House), como para no perderse en tierras lejanas y en los vericuetos del amor, sobre todo cuando se rememoran pasajes y vivencias atravesadas por las relaciones siempre intrincadas entre oriente y occidente, en tanto Anthony Doerr hizo lo propio obteniendo el Pulitzer por La luz que no puedes ver (2014; Suma, 2016), obra estructurada a partir de capítulos breves en los que se va desarrollando, con auténtica emotividad, la historia de una joven francesa que pierde la vista siendo niña y un huérfano vuelto soldado alemán que terminan por encontrarse en el contexto de la invasión y liberación de París.
Con la sutileza y ambigüedad reconocida, Patrick Modiano entregó Tres desconocidas (Anagrama, 2016), acerca de jóvenes solitarias en tránsito a la adultez y en plena búsqueda de identidad; Rachel Cusk propuso en A contraluz (2014; Libros del Asteroide, 2016) un mosaico de historias, anécdotas y sentimientos que diferentes personas le van contando a la narradora, una escritora inglesa de visita en Grecia para dar unos cursos y que a partir de la escucha va reflexionando en torno a su propia vida. Por su parte, Cristina Rivera Garza se inmiscuyó en la vida de Juan Rulfo para volver a mirar, desde una combinación de estructuras narrativas y de lenguas (cierra con un capítulo en Mixe), al hombre y su contexto; el título es preciso: Había mucha neblina o humo o no sé qué (Random House, 2016).
En su ardua labor para darle voz a las víctimas de la guerra, Svetlana Alexiévich entregó Últimos testigos. Los niños de la segunda guerra mundial (Debate, 2016), volumen integrado por entrevistas a algunos sobrevivientes de la región bielorrusa durante los años ochenta: el tema central del cual se plantean enriquecedoras es el de la infancia invadida por el conflicto bélico. En Mujer bajando una escalera (2014; Anagrama, 2016), Bernard Schlink construye un relato sobre el poder del arte, las oportunidades extraviadas para el amor y los recuerdos alrededor de las pasiones experimentadas; como en el evocativo cuadro que da título a la historia, el autor alemán pasea su pincel por las páginas llenándolas de sutiles formas y colores que terminan por calar hondo.
CUENTOS Y VERDADES
Neil Gaiman propuso también una colección de cuentos y poemas en Material Sensible (2015; Salamandra, 2016), como para internarse, justamente, por seres y mundos que están más allá de nuestra posibilidad tangible. Extrayendo de situaciones cotidianas sutiles giros sobre la soledad y la búsqueda de entendimiento con cierto sentido paradójico, Fabio Morábito compartió Madres y perros (Sexto piso, 2016), integrado por relatos que ocurren a la vuelta de la esquina, de la propia esquina. Sara Mesa llenó sus historias organizadas en el volumen Mala letra (Anagrama, 2016) con personajes en estado de ruptura, cual respuesta a cuando se fuerza a hacer las cosas así porque sí, como escribir con un trazo determinado.
Martin Kohan se sumerge con pluma segura sin didactismos excesivos en el oscuro mundo de la pornografía infantil, a través de Fuera de lugar (Anagrama, 2016), planteando cómo se cancela la conciencia moral sin que aparezca algún tipo de cuestionamiento sobre esta criminal actividad. En clave de literatura juvenil pero con un inteligente enfoque realista, Antonio Ortuño nos puso a recordar adolescencias idas en El rastro (FCE, 2016), navegando con timón firme entre la aventura detectivesca, la crítica social y el humor negro como salida al desesperante contexto de impunidad.
DESPEDIDAS Y POESÍAS
Ya no están pero aquí siguen. Henning Mankell se despidió con Botas de lluvia secas (2015; Tusquets, 2016), en la que recupera a Fredrick Welin, personaje de Zapatos italianos, para plantear las dificultades de la vejez y las últimas posibilidades de acercarse a la felicidad. Roberto Bolaño se fue pero no nos dejó solos. El espíritu de la ciencia ficción (Alfaguara, 2016), su cuarta novela póstuma, se ubica en la Ciudad de México de los años setenta con un par de escritores buscando, entre sueños y realidades, sobrevivir como tales. El gran escritor español Rafael Chirbes nos entregó París-Austerlitz (Anagrama, 2016), sentida descripción de una relación homosexual y el estimado Ignacio Padilla heredó Cervantes y compañía (Tusquets, 2016), uno de sus temas centrales.
El poeta español Antonio Gamoneda publicó La prisión transparente (Vaso roto, 2016), integrando tres poemarios y enfatizando ese tránsito de tradición a modernidad que ha caracterizado su obra, alrededor del dolor y la muerte. En tanto, Poesía completa (1980-2015) (Visor, 2016) de Manuel Vilas, da cuenta de la evolución del corpus escritural del también novelista en dos partes distinguibles, separadas por el cambio de siglo. En edición bilingüe, se publicó Solo ida. Poesía completa, gran oportunidad para sumergirse en los versos acuosos del imprescindible autor italiano Erri De Luca y Malva Flores presentó su poemario Galápagos (Era, 2016), como para descubrirnos en los misterios de las islas emocionales.
NOVELA NEGRA
Ganadora del premio RBA de novela negra, Perros salvajes (Even Dogs in the Wild, 2015; RBA, 2016) de Ian Rankin es la reciente aventura del inspector retirado John Rebus, aquí trabajando junto con Malcolm Fox para detener a una banda, en tanto el investigador Gamache, separado del cargo, se encuentra con un crimen en la biblioteca que frecuentaba; Louise Penny vuelve a colocar a su personajes en el hielo quebequense con su narrativa absorbente en Enterrad a los muertos (Salamandra, 2016). Los impunes (Random House, 2016) de Richard Price se centra, a partir de un tono directo y profundo a la vez, en la manera en que un caso no resuelto años atrás afecta a un grupo de policías en su mayoría ya retirados.
De Marlon James, Breve historia de siete asesinatos (2015; Malpaso, 2016) sigue y recrea la vida de los delincuentes, de los que poco se sabe, que asaltaron la casa de Bob Marley, hiriéndolo a él, a su mujer y al manager, cuando se preparaban par dar un concierto de pacificación en Kingston durante los setenta, época convulsa en la isla que le ha puesto ritmo al mundo. Tres días y una vida (Salamandra, 2016), obra punzante de Pierre Lemaitre no es detectivesca propiamente, pero sí aborda un crimen cometido por un niño que carga con la culpa a lo largo del tiempo.