Presentaciones para ir cerrando el año con música revitalizante o inquietante, según sea el caso. Un par de conciertos y un festival que llega a su décimo segunda edición, orgullosamente irapuatense.
JAMES BLAKE: MELANCOLÍA EN CRECIMIENTO
A sus veinticinco años, el originario de Londres se ha convertido en una figura central de los nuevos sonidos que integran, con una base electrónica tendiente al dubstep y que recuerda por momentos al trip-hop noventero, géneros propios de las músicas negras, particularmente el R&B y el Soul, con lances que conectan con ciertos sonidos de los cantautores setenteros, aunque la vocal en este caso suene más doliente y trémula, paradójicamente profunda y cargada de un particular desasosiego postmoderno, al estilo de Antony Hegarty.
Después de varios sencillos y un EP, aparecieron sus dos discos largos, desde cuya portada se anuncia el estilo asumido. Con James Blake (2011) firmó uno de los mejores debuts del año, integrado por una serie de cortes arriesgados entre cuyos sonidos se advertían teclados fantasmales y un digitalismo que parecía desbocarse, como asumiendo vida propia más allá de la voluntad del autor: claro que detrás estaba la enigmática vocal y delante una portada azul con el novel músico difuminado, captado en un movimiento que parece anunciar la ubicuidad de su propuesta.
Con Overgrown (2013), Blake se muestra de pie con un abrigo negro en medio de un ambiente frío que parece no alcanzar su corazón: el sobre crecimiento prematuro de quien también ha grabado con Bon Iver, permitió que despejara las dudas que usualmente despierta una segunda entrega. Las canciones son más directas y menos experimentales, acaso más enfocadas y profundas: no podía faltar la colaboración del patriarca Brian Eno y el toque hipopero cortesía de RZA, fundiéndose en la misma melancolía que parece sobrevivir en algún lugar del subsuelo sonoro.
HBC: EL PODER DE LA FUSIÓN
Scott Henderson, bajo el nombre de su grupo Tribal Tech, debutó con Spears (1985) y desde entonces, a través de quince discos, ha estado rasgando la guitarra desde sonidos que van del funk al rock bajo un inconfundible manto jazzístico. El baterista Dennis Chambers, de currículo tan musculoso como su estilo al momento de aporrear los tambores, grabó los disfrutables Getting Even (1998) y Outbreak (2002) como líder y ha formado parte de Chroma, junto a Randy Brecker, Bob Berg y Mike Stern, y del efímero cuarteto Grafiti, con el que publicó Good Groove (1993) y en el que también participó el guitarrista sueco Ulf Wakenius. Por su parte, el eléctrico bajista Jeff Berlin, quien ha tocado con grandes figuras tanto del jazz como del rock, formó parte de la banda de Bill Bruford.
Juntos han formado un energético trío al que bautizaron como HBC, vehículo ideal para expandir sus dotes técnicas y creativas a partir de una fusión entre el blues, el rock y el jazz, a la usanza de los grupos que promovieron esta feliz unión durante los años setenta. En HBC (2012) despliegan composiciones propias y revisitan a Herbie Hancock (Actual Proof), Wayne Shorter (Footprints, Mysterious Traveller, Sightseeing), Billy Cobham (Stratus) y Joe Zawinul (D Flat Waltz, The Orphan) figuras estelares de pócimas combinatorias, con el debido respeto y el consabido dinamismo de síncopa efervescente.
Sorprende que además de la compenetración armónica de incansable y colorida rítmica, logren resolver con brillantez la inclusión de lucidores solos que van más allá del mero despliegue de recursos: más bien la triangulación se sostiene a partir de los pasajes en solitario que encuentran cobijo en la incorporación de los otros vértices siempre en espera para dar la bienvenida. Hay un sello personal y un evidente homenaje a quienes se aventuraron por estas rupturas genéricas.
JAZZ EN IRAPUATO
Una estupenda noticia sigue siendo la presencia de esfuerzos culturales para proponer alternativas a la ciudadanía más allá de los sonidos predominantes que cooptan los canales de acceso. El 12º. Festival de Jazz en Irapuato confirma que es posible sostener a nivel local este tipo de iniciativas que rompen con prejuicios y abulias con respecto a la participación del estado en la promoción de la cultura.
Si bien el jazz como género musical se cocinó en forma popular, poco a poco se convirtió en una música elitista, en particular las propuestas contemporáneas. Pero desde luego, se mantiene su espíritu de cercanía a todo tipo de orejas, como lo muestra la idea de este festival que llega no solo al centro urbano de Irapuato, sino a diferentes comunidades, a través de su programa llamado Jazz para todos.