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KUNG FU PANDA: HÉROE DE LOS FIDEOS

24 junio 2008
Los tres aspirantes a convertirse en el dragón guerrero, versión bajío mexicano, muy pronto empezaron a rivalizar con el gordazo Panda en las míticas artes de acabar con cuanta botana se les pusiera enfrente; de hecho, la identificación con el bienintencionado y soñador vendedor de fideos y fan de la, fue inmediata: los tres minikaratecas rieron, padecieron y triunfaron junto al bicolor personaje puesto en una situación extrema por azares de una silla impulsada por cohetes chifladores.

Dirigida con los dardos bien apuntados hacia el público infantil por los debutantes John Stevenson y Mark Osborne, Kung Fu Panda (EU,08) sigue el protocolo de las historias de superación sin tomarse demasiado en serio, decisión que se agradece, aunque no hubiera estado de más un poco de riesgo argumental, considerando el referente del anticuento del ogro verde, producido por la misma Dream Works, quien parece haberse conformado con un honroso segundo puesto en esto del cine de animación, detrás de los casi infalibles cerebros de Pixar.

Con reparto taquillero en las voces –Dustin Hoffman, Jack Black, Angelina Jolie, Jackie Chan, Lucy Liu- y un funcional doblaje, seguimos a un Panda cuyo padre es un pato (¿?) y que aspira a desarrollar alguna actividad diferente, más allá de encargarse del changarro familiar. El destino lo colocará entre los guerreros de élite (una tigresa, una mantis, un mono, una grulla y una serpiente) para ser entrenado a regañadientes por el maestro Shifu (un pequeño mamífero indescifrable), dada la elección realizada por la sabia y pausada tortuga, etérea aunque indiscutible líder del grupo.

El pequeño maestro se da cuenta que aprovechando las habilidades previas de su indeseado alumno, en particular las que se refieren a la comida, podrá desarrollar ciertas capacidades para enfrentar al destino y al hijo desobediente, un leopardo de las nieves que logró escapar de la prisión custodiada por a la mera hora no tan fieros rinocerontes: a fin de cuentas, el secreto es que no hay secreto y no hay mensaje oculto más allá de verse reflejado a sí mismo.

Retomando las coreografías de las artes marciales, incluyendo el clásico cambio de velocidades, y hasta dejándose inspirar por un ligero aliento de Kurosawa –por aquello de Los siete samuráis-, la cinta se desenvuelve en una limpia y cuidada animación como de postal (una China para las Olimpiadas, digamos), enfatizando la gestualidad de los animales y ofreciendo un buen contraste con la presentación de los sueños iniciales de Po, el previsible héroe panda, reacio a los escalones y afecto al desenfado.

Si bien se le podría pedir un poco más de astucia argumental, la cinta acierta en su enfoque y se reconoce como una obra dirigida para los más pequeños, sin alcanzar esa cualidad de otros trabajos, obras maestras del cine reciente de animación, cuyo rango de público es más amplio, como Shrek, Ratatouille, Monsters Inc., Los increíbles y El viaje de Chihiro, por mencionar algunas. Como sea, su capacidad de entretener resulta innegable. 

Nos leemos después.

Comentarios: cuecaz@prodigy.net.mx