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DOS HOMBRES, UN DESTINO Y UN LÍMITE

24 abril 2011

Con este telenovelero título analizamos un par de cintas que combinan ciencia ficción, romance y drama: sus protagonistas parecen estar predestinados pero la ruptura de los planes aparece en forma de una mujer y de una droga que cambian el curso de los acontecimientos. Dos hombres moviéndose entre las estructuras para alcanzar sus respectivos fines, ambos relacionados con el poder político: uno renunciando a él porque el amor es más fuerte que la costumbre y otro buscándolo en una carrera frenética por alcanzar fama y aplauso.

AMOR MATA POLÍTICA
Una nueva película basada en los intrincados, paranoicos y fascinantes relatos de Philip K. Dick, sin alcanzar los niveles de Blade Runner (Scott, 82), El vengador del futuro (Verhoeven, 90), Sentencia previa (Spielberg, 02) y Una mirada a la oscuridad (Linklater, 06) pero más consistente que otras como El impostor (Fleder, 02), Paycheck (Woo, 03) o El vidente (Tamahori, 07). En este caso, se adapta el relato The Adjustmen Team, en el que un grupo de burócratas entre siniestros y angelicales de traje y sombrero formal, recordando a los hombres grises de Momo de Michael Ende, controlan lo justo para que la humanidad no termine por desbarrancarse, según ellos.
Tienen todo pensado en sus cuadernos interactivos, conteniendo sentimientos y obedeciendo los dictados del jerárquicamente superior sin chistar, casi siempre. Ahora el plan dicta que un joven congresista está llamado a ser presidente, hasta que una bailarina de carrera prometedora, que por alguna razón poco explicada se cuela en bodas nomás porque sí, se convierte en el luminoso objeto del deseo cuya presencia bastará para que el ascendente político ya no busque con ahínco el reconocimiento público: sus necesidades afectivas quedarían cubiertas en su propia casa y ya no habría motivo para esforzarse en la carrera rumbo a la Casa Blanca.
Los agentes del destino (The Adjustment Bureau, EU, 11) se decanta por el romance aderezado con tintes de thriller, acaso dejando de lado la poderosa idea de la predestinación y la incapacidad de la especie humana por mantener un estado de civilidad, al fin dependiendo de una superestructura que controla sin controlar y que domina sin dominar, haciéndonos creer que nosotros sí tomamos las decisiones fundamentales de nuestras vidas: he ahí el viejo dilema de si el individuo determina o está condicionado y hasta qué grado.
La cuidadosa puesta en escena en un contexto neoyorquino, vuelto laberinto por las puertas que llevan a realidades paralelas o bien distantes, como en Monsters Inc. (Docter y Silerman, 01), así como las secuencias de persecuciones y de las rupturas entre los estoicos amantes, se entrelazan con pretendidas intenciones de construir un relato que no abandona la importancia de sus propios protagonistas e incluso de los imperturbables agentes, con todo y la pétrea actuación del gran Terence Stamp.
La funcional dirección de George Nolfi, también responsable del guión, permite que el filme se desarrolle con fluidez, mientras que Matt Damon y Emily Blunt logran hacer creíble el romance puesto a prueba en múltiples ocasiones, dirigiéndose a destinos desconocidos y manteniendo una confianza a prueba de la racionalidad más elemental: lo único que queda, en efecto, es la posibilidad de tomar riesgos y de decidir que se quiere decidir lo que no está previamente decidido.

POLÍTICA MATA AMOR
Un escritor en crisis de identidad se topa con una droga maravillosa que facilita el uso casi total de su cerebro y tras volverse toda una monada, decide entrar a las enturbiadas aguas del mundo empresarial y político, mientras es perseguido por un prestamista de armas tomar, un misterioso sujeto y la Ley por un crimen que no queda del todo resuelto. Basada en la novela de Alan Glynn y dirigida Neil Burger, Sin límites (Limitless, EU, 11) es una exploración de las posibilidades racionales del ser humano en una sociedad que premia más la fama que el talento, más el poder político y económico que el comportamiento ético.
El traslado de la novela pierde coherencia en la pantalla: faltan explicaciones, las resoluciones no siempre son consistentes y el desenlace se empobrece, desperdiciando un potencial narrativo mucho mayor que lo que terminamos viendo, muy acorde con el desperdicio de capacidad intelectual que nos aqueja como especie. Un riesgo queda claro: el crecimiento en la capacidad racional se acentúa si dicho desarrollo no se empata con criterios éticos. El cerebro a tope permite usar la información en contexto, integrar saberes para lograr resolver situaciones y aprovechar todo conocimiento para generar nuevas posibilidades.
La apuesta visual de una cámara penetrante como si se tratara de una mente con enorme agudeza, así como el contraste de texturas para representar estados anímicos alterados, permite darle un dinamismo al film que no alcanza a suplir las carencias estructurales de la narración, no obstante los esfuerzos actorales de Bradley Cooper vigilado de cerca por Robert de Niro y los indudables momentos de lograda adrenalina e imaginación.

JESÚS EN EL CINE: LA TENTACIÓN DE LA CENSURA

17 abril 2011

La figura de Jesucristo, o de algunos otros personajes religiosos, ha suscitado fuertes polémicas en el mundo del cine, particularmente cuando su retrato no coincide con la norma establecida por la jerarquía eclesial. La primera reacción, antes que argumentar, ha sido la prohibición y la censura, como si de esa forma se salvaguardara a los influenciables espectadores de perder la fe: no vaya ser que el rebaño incapaz de pensar por sí mismo, se vaya con la finta y crea que tal o cual filme es verdad en contraposición con la creencia oficial. Una constante preocupación ha sido qué tanto peso se le da a la dimensión humana y qué tanto a la divina.
Una de las primeras películas que generó controversia fue Intolerancia (1916), trascendente obra maestra de Griffith que a través de un notable desarrollo del lenguaje cinematográfico, planteó en cuatro episodios de diferentes épocas la maldad humana: uno de ellos se refirió a la condena de Jesús de Nazareth, ejemplificando, precisamente, la falta de un valor esencial para la convivencia: la tolerancia. Los otros pasajes, una huelga obrera en Chicago durante 1912, la caída de Babilonia y la sangrienta noche de San Bartolomé, se fueron articulando en un sorprendente montaje paralelo que influyó de manera notable en el desarrollo de muchas cintas posteriores.
Por su parte, el controvertido Pier Paolo Passolini, dirigió El Evangelio según San Mateo (64), film orientado más hacia un enfoque popular y con un dejo de ideas marxistas que rompieron con el molde tradicional de la figura de Jesús. La irreverencia volvería con la parodia de los comediantes de Monty Python titulada La vida de Brian (79) de Terry Jones y con Jesucristo Superestrella (Jewison, 73), adaptación hoy inocua de la ópera rock compuesta por Tim Rice y Andrew Loyd Weber. El director católico Franco Zeffirelli presentó Jesús de Nazareth (77), lograda adaptación fílmica que agradó al Vaticano pero despertó rechazo contradictorio: entre los extremistas puritanos, quienes alegaban que se planteaba a un Jesús demasiado humano, y entre la izquierda, por ser demasiado conservadora y no trascender un catecismo poco vinculado con los tiempos presentes, cual si se tratara de una larga letanía.
Godard fue prohibido en México con Yo te saludo, María (84), cinta en la que colocaba a una joven embarazada sin la intervención de ningún hombre, que terminaba siendo rechazada por la sociedad. Para cerrar la década, dos obras clave: La Última Tentación de Cristo (89), obra maestra de Scorsese basada en la novela de Nikos Kazantzakis, en donde se profundizaba en la aceptación del propio Jesús sobre su divinidad y su misión salvífica. Absurdamente prohibida y recién estrenada hace unos cuantos años, como si nuestra fe dependiera de ello, se trata de un filme con un diseño artístico que nos transporta como ningún otro a la época, siempre soportado por la envolvente música de Peter Gabriel.
Recuerdo que por aquella época mis hermanos y mi padre vimos una versión muy deteriorada del filme, mientras que un sacerdote conocido de la familia sentenciaba que quien la viera, quedaba excomulgado. Se hicieron algunas proyecciones en la UNAM y nada más: hoy se consigue en muchos botaderos de supermercado y a la fecha no conozco a alguien que haya perdido la fe al verla; aún si así fuera, es un asunto que no compete a terceros.
Por su parte, Jesús de Montreal (Arcand, Canadá, 89), sorprendente alegoría sobre la vida de Cristo, seguía a un grupo de teatreros que escenifican la Pasión, misma que empieza a invadir sus propias vidas. La cinta más reciente que causó discusión fue La pasión (04), controvertida cinta de Mel Gibson, resultó para algunos una mirada racista y gore, en donde predomina la sangre sobre la palabra, y para otros una obra maestra que retrató con fidelidad el sufrimiento vivido por Jesús. Los escándalos posteriores del director acrecentaron las interpretaciones en su contra, aunque el Vaticano y las órdenes más conservadoras la sigan teniendo como pieza de cabecera.
Es así como el cine relacionado con Jesús se ha visto envuelto en polémicas, como sucedió con aquella cinta mexicana titulada El crimen del padre Amaro, beneficiaria de una absurda campaña que logró el efecto contrario a lo que pretendía: muchos espectadores fueron a verla justamente por los intentos de prohibición. Después nos dimos cuenta que ni falta hacía: el filme resultaba bastante inofensivo en contraste con los escándalos que estaban por destaparse de este lado de la pantalla. Ahora me llegan correos acerca de una película en la que se presenta a Jesús como homosexual: están logrando el mismo efecto.

CASA LLENA

10 abril 2011

Conciertos en abundancia para todos los tímpanos sin distinción de ánimos, edades, fobias o demás minucias: de los nostálgicos ochenteros a los tecnos noventeros aún de fiesta, pasando por los metaleros de tintes clásicos y hasta los resistentes que aún consiguen sobrevivir a todo un festival, independientemente de su consistencia.

QUINCE AÑOS DE ELECTRÓNICA Y METAL
El quinteto californiano Deftones ha mostrado una inusual consistencia a lo largo de su trayectoria, integrando fiereza con inteligencia desde Adrenaline (95), su primer disco, al que le seguirían los rotundos Around the Fur (97) y White Pony (00); después de bajar un poco la guardia con Deftones (03) y Saturday Night Wrist (06), están en plenitud de facultades con Diamond Eyes (10), en el que igual caben los riffs con gesto fruncido que las baladas para echar los ojos al cielo.
Por su parte, The Chemical Brothers (Tom Rowlands y Ed Simons) le dieron un impulso definitivo a la electrónica noventera con Exit Planet Dust (95) y Dig Your Own Hole (97), un par de obras maestras que catapultaron a los alquimistas carnales al pódium de los diyeis con lances compositivos. Siguieron los correctos Brothers Gonna Work It Out (98) y Surrender (99), para dar paso al nuevo milenio con los revulsivos Come With Us (02) y Push the Button (05), y con los auto-referenciales We Are the Night (07) y Further (10).

MÚSICA OCHENTERA PARA ADULTOS DEL SIGLO XXI
Egresado del grupo de Santana, el guitarrista Neal Schon formó Journey en complicidad con Ross Valory (bajo), entre otros músicos cambiantes. En 1975 firmaron su homónimo álbum debut, seguido por Look Into the Future (76) y Next (77): un trío de obras que pasaron relativamente desapercibidas, navegando entre las aguas confusas de rock fusionado. La llegada del compositor y vocalista agudamente poderoso Steve Perry, le dio un fuerte impulso a la banda, como quedó de manifiesto en Infinity (78), álbum que inició la etapa más brillante de los de San Francisco, continuada con Evolution (79) y Departure (80), ya con la integración de Jonathan Cain (teclados) y Steve Smith (batería).
Con la alineación integrada y la experiencia acumulada, grabaron sus dos mejores trabajos, llenos de gemas pop con incisivas guitarras, uso épico de teclados, rítmica precisa y alta sensibilidad melódica: Escape (81), que incluyó la clásica Don´t Stop Believin’ –ahora resucitada por Glee para los nuevos freakies-, y Frontiers (83) con todo y la energética Separate Ways; además, se dieron el lujo de regalarnos propicias y evocativas baladas para toda ocasión como Who´s Crying Now, Open Arms y Faithfully. El impulso creativo alcanzó para Raised on Radio (86), ya con algunas ausencias, aunque no para Trial By Fire (96), descafeinado reencuentro del equipo titular. Estos años han mantenido cierta presencia a través de Arrival (01), Generations (05) y Revelation (08), con el filipino Arnel Pineda, descubierto en YouTube, cual buen imitador de Steve Perry.
Otro grupo emblema de estos años fue Duran Duran -nombre tomado del villano de Barbarella, integrado por jóvenes fashionistas muy new wave –siguiendo a Roxy Music- que se desenvolvían en lugares exóticos como si estuvieran a la vuelta de su casa, meditando en el más allá o conquistando a las flores más bellas del ejido en elusivos videos de la naciente era MTV. Debutaron con Duran Duran (81) seguido de Rio (82), su mejor obra y vuelto ya un clásico de los ochentas; esta primera etapa culminó con Seven and the Ragger Tiger (83). Con los falsetes de Simon Le Bon, la estilizada guitarra de Andy Taylor, los teclados limpios de Nick Rhodes, y la solvente base rítmica cortesía de John (bajo) y Roger Taylor (batería), habían encontrado la fórmula para el estrellato que muy pronto cobraría la factura como se advertía ya en Arena (84).
Después de proyectos alternos y cambios, regresaron como trío con Notorious (86), Big Thing (88) y Liberty (90), aunque ya con la creatividad mermada, un poco recuperada para el llamado The Wedding Album (93); pero volvieron a las andadas: Thank You (95) fue una innecesaria suma de covers, mientras que Medazzaland (97), Greatest (98) y Pop Trash (00), que con su nombre lo decía todo, pasaron inadvertidos. Para el nuevo milenio, signos de recuperación: se reunió el dream team para grabar Astronaut (04), en el que se demuestra que lo bien aprendido nunca se olvida.
En esta misma tesitura, grabaron Red Carpet Massacre (07) y All You Need is Now (11), su mejor disco de los últimos quince años en el que ahora como cuarteto, con el apoyo del productor Mark Ronson y el guitarrista Dom Brown, han logrado sonar a ellos mismos pero con ese toque de actualidad que paradójicamente también pasa por identificar el espíritu retro, tan necesario para poder mirar con cierta determinación hacia la incertidumbre del porvenir.

IDENTIDADES FRACTURADAS

6 abril 2011

Pérdida de memoria, origen biológico desconocido, ensoñación que suple la realidad, regreso a un estilo de vida que se pensaba superado o traumas infantiles por sucesos imborrables: factores que provocan dificultades de integración intrapersonal y al contexto en el que se vive, por momentos saturado de dificultades y peligros que impiden la posibilidad de convertirse en lo que siempre se ha querido ser. En cartelera y en los videoclubes de la ciudad.

OFICIOS IRRENUNCIABLES

Dirigida por el español ya instalado en Hollywood Jaume Collet-Serra y evidente deudora de Búsqueda frenética (Polanski, 88) en tono y trama, Desconocido (Unkown, coproducción, 10) transcurre como un thriller convencional en el que un hombre común se ve envuelto en una situación anómala (nadie lo reconoce y alguien parece haber tomado su lugar), hasta que el asunto da un giro argumental interesante pero sólo para regresar a los lugares comunes, por momentos forzados.
Eso sí, la tensión se mantiene y ciertas secuencias de acción están montadas de manera absorbente, así como el retrato de un Berlín distante y peligroso más propio de los tiempos de la guerra fría. La actuación de Liam Neeson se ve potenciada por el sólido cuadro actoral que lo acompaña y por su ya acostumbrada solvencia para este tipo de papeles de hombre desesperado que va atando cabos entre puñetazo y patada.

Por su parte, Jean Reno interpreta a un mafioso apartado que tiene que volver al ruedo en El inmortal (Francia, 10), filme basado en hechos reales dirigido por el veterano Richard Berry, quien intenta ponerle cierta salsa a una historia más o menos vista que centra su desarrollo en cómo un hombre parece imposibilitado a cambiar su pasado. La principal virtud radica en la presencia de ciertos personajes entre los que destaca una mujer policía que va adquiriendo notoriedad inesperada conforme transcurren los enredosos acontecimientos.

En la tesitura de Sentencia previa (Spielberg, 02) aunque sin llegarle a los talones, Los recolectores (Repo Men, EU-Canadá, 10) sigue a dos eficaces empleados (Jude Law y Forrest Whitaker) de una siniestra empresa dedicada a la venta y, en caso de no pagar, extracción de órganos sin decir agua va; pero como en la vida todo se regresa… Con empleo de pausas deliberadas, escenografías entre depresivas y sospechosamente asépticas, música con presencia continua y narración en off, el director Miguel Sapochnik va sorteando con dificultad una serie de situaciones forzadas, derivativas y que pierden lo esencial: el retrato del sistema infalible en contra del ser humano.

INFANCIAS DETERMINISTAS

Con enfoque femenino que recorre varias generaciones y entrelaza historias en apariencia ajenas, Rodrigo García dirige Madre e hija (Mother and Child, EU-España, 09) con base en una notable interpretación de Anette Bening y una serie de reflexiones acerca de la maternidad adolescente, la responsabilidad con la madre anciana, la adopción y el desarrollo profesional como única alternativa vital. El filme se desarrolla entre algunos momentos emotivos y personajes mal delineados, como el de Naomi Watts, que sufren transformaciones poco verosímiles o se involucran en situaciones que parecen obligadas para ajustarse a un guión artificioso. Más genuina es la historia de la mujer que busca adoptar y la de la trabajadora doméstica.

Dirigida por Michael Lander, La mitad siniestra (Peacock, 10) muestra a un hombre escindido notablemente interpretado en sus dos facetas por Cillian Murphy, recordando su papel de Desayuno en Plutón (Jordan, 05) y apoyado por sólidos secundarios como Ellen Page y Susan Sarandon y Bill Pullman. El filme termina por recordar a Psicosis (Hitchcock, 60) con toda la carga de la figura materna, canalizada aquí a través del trasvestismo, entre jornadas laborales, mítines políticos y escpatorias imposibles. Un festín para los psicólogos de todas las corrientes.

Dirigida por Gilles Bourdos (Afterwards, 08) y basada en la novela de Ruth Render, Inquietudes (Francia, 03), sigue a un empleado de la industria de la construcción con visión de arquitecto al natural convertido en asesino y a una joven que vio cómo mataban a su madre, ahora viviendo con su padre y su madrastra, la sicóloga de ambos. Una cámara que va rozando las superficies, el color blanco como pureza y la perfección en contraste con la mediocridad del mundo. La cinta por momentos pierde el foco que vuelve a retomarse, mientras que la música de Alexandre Desplat nos mantiene involucrados.