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CHAMPIONS 2023 (II): SE DEFINEN LOS SEMIFINALISTAS

21 abril 2023

Se jugaron los partidos de vuelta de los cuartos de final y no hubo volteretas ni sorpresas: quienes sacaron ventaja en el primer partido, la refrendaron para avanzar a semifinales sin demasiado sufrimiento.

EL COLMILLO MERENGUE

El Chelsea salió con calma, sabiendo que tenía todo el partido para igualar el global, mientras que el Real Madrid parecía estudiar al rival y su propuesta de inicio. Kanté tuvo el primero pero lanzó su disparo por fuera, no obstante la llegada pareció impulsar a los de azul para seguir en la presión alta ante un bien organizado cuadro blanco que incluso se animó para dejar una pelota en la parte externa del poste. El desarrollo entró en tensa y atractiva lucha con rotaciones y cambios de posiciones en media cancha por parte de ambos y buscando la posesión para intentar generar acción al frente, como la llegada de Modric pasada la media hora. El resto de los minutos vieron otro par de llegadas de la visita y cómo le faltaba más imaginación al local frente a la portería de Courtois, objeto de sonoros abucheos cada vez que tocaba la pelota, sobre todo cuando detuvo la más peligrosa de los londinenses cerca del final, cuando Cucurella tuvo todo para anotar pero no levantó la pelota lo suficiente.

La segunda mitad arrancó con un equipo local un poco más echado al frente, sobre todo después de un planteamiento inicial que incluyó cinco defensas, acaso apostando por administrarse y conseguir el par de goles necesarios sin precipitarse: pero fue justo de lo que carecieron los de casa, no obstante que Kanté tuvo una buena alternativa otra vez, y, al contrario, lo que sí encontró la visita con Rodrygo, iniciando y culminando una veloz combinación con media hora por jugarse y la eliminatoria prácticamente decidida. Fue el propio jugador brasileño quien anotó el segundo tras recibir servicio fácil de Valverde, quien tejió una gran jugada. Los minutos finales vieron cómo el conjunto británico siguió luchando para por lo menos romper el cero pero, a pesar de brindar un buen partido, siguió siendo incapaz de vencer el arco del gigante belga, clave en la manera en la que los madrileños siguen avanzando, tal como sucedió en la edición del año pasado.

LA SOLVENCIA MILANESA

El Nápoles, líder del certamen local y muy probable campeón, salió al Diego Armando Maradona a buscar refrendar su buen juego y emparejar el marcador global en el torneo continental ante el Milán, más habituado a estas instancias internacionales. Empezó dominador el anfitrión pero con disminuida cuota de peligro real frente a la portería de enfrente –incluyendo un penal no concedido, difícil de marcar, cometido a Lozano, quien había entrado de cambio-, a diferencia de los visitantes, quienes poco a poco, tras mostrarse solventes atrás, fueron amenazando la portería de los de casa al punto de generar un penal que Giroud no pudo concretar; el propio jugador francés tuvo otra opción pero su disparo fue bien tapado, hasta que la tercera resultó la vencida: un acarreo espectacular de Leao, quien alcanzó a servir a su compañero galo que ahora sí no falló y mandó al frente al cuadro milanés, cerca del cierre de la parte inicial.

No cejó en su ímpetu el conjunto napolitano durante la segunda parte y siguió lanzándose al frente con cierta generación de peligro pero sin la contundencia necesaria. Al ’58 se abrió una pequeña grieta bien aprovechada por Kvaratskhelia, pero el disparo se fue por arriba y poco después, un remate de cabeza en plena comodidad, salió desviado. Insistió el cuadro de casa pero las opciones no terminaban de concretarse hasta que a diez del final, apareció la gran oportunidad en el tiro penal, también desperdiciada por el joven georgiano y sepultando toda esperanza para su equipo, si bien todavía Osimhen anotó de cabeza en la compensación, ya demasiado tarde aunque regalándonos un breve momento de drama, efímero. El cuadro  partenopeo se despide de la competencia, mientras que el conjunto rossoneri vuelve a instancias altas de la competencia como no lo hacía en 16 años.

CIUDADANÍA TRIUNFANTE

El Bayern Munich y su público salieron con la esperanza de la remontada, mientras que el Manchester City parecía consciente de que nada estaba ganado. Ambos equipos lanzaron presión alta desde el inicio, estrategia que provocó un arranque enredado, con espacios reducidos y dificultad para el armado ofensivo, si bien los muniquenses fueron quienes empezaron a mandar mensajes en la puerta de enfrente con alguna respuesta del rival al cuarto de hora de juego. Sané tuvo el primero pero echó la pelota por un lado y los de rojo se salvaron de quedarse con diez gracias a un fuera de lugar visto por el VAR, justo a tiempo para que la roja volviera al bolsillo del juez. El equipo ciudadano tuvo la suya pero Haaland falló el penal, yerro que impulsó al equipo teutón hacia el frente, generando un par de jugadas de peligro que resolvió el arquero o la ligera falta de puntería de los atacantes: así se fue la primera mitad.

Para la segunda parte, ambos equipos siguieron más o menos en la misma y a lo largo de los primeros diez minutos en ríspido trámite, los ahora de amarillo generaron una llegada por tres de los de rojo, hasta que el vikingo resolvió un contraataque mortal de De Bruyne y anotó el tanto que sentenciaba la eliminatoria, ya con lapidarios cuatro goles de diferencia. No dejó de intentarlo el conjunto bávaro y sin mucha creatividad se lanzó al frente al menos para emparejar el tanteador en su casa, lo que terminó por lograr, después de algunos disparos, a través de un penal ejecutado por Kimmich, a diez minutos del final. Todavía los de Munich buscaron el segundo para su causa, a pesar de ya estar definida la eliminatoria, pero se quedaron en el intento, despidiéndose ante un rival que fue superior y que supo aprovechar sus momentos de lucidez. Se va un histórico.

FIESTA EN SAN SIRO

En el estadio San Siro, el Internazionale de Milán recibió con una cómoda ventaja al combatiente Benfica, cuadro que salió a presionar desde el inicio aunque sin llegadas inquietantes. Tras una lucha sobre todo en el campo medio ausente de peligro, apareció Barella al 14’ para mandar disparo a segundo poste después de pisar la pelota con sofisticación y anotar el primero para los locales, fortaleciendo la sensación de tranquilidad frente a la eliminatoria. Sobrellevaba el cuadro milanés el partido sin ver comprometida su puerta, salvo algún disparo a pelota parada, hasta que en un buen servicio, Aursnes 38’ remató con fiereza con la cabeza para emparejar el marcador y volver a acercar a su equipo a dos goles de distancia. El resto de la primera parte se diluyó entre pelotas divididas y reflexiones de los técnicos de cómo encarar el complemento. Un poco de mayor actividad en ambas porterías durante el primer cuarto de hora de la segunda parte, hasta que en una jugada por el lado izquierdo, Martínez empujó decidido pase de Dimarco al 65’ para volver a distanciar a su equipo y fortalecer la confianza que demostró posteriormente, generando llegadas con cierta facilidad ante un rival que parecía derrotado, sobre todo después de que Correa puso la pelota en el poste y en la red al 78’, vía soberbio disparo cruzado. La fiesta se intensificó en la tribuna, si bien la visita pareció despertar hacia los minutos finales dejando una pelota en el poste que antecedió al gol de Silva al 86’, conseguido gracias a una gran elasticidad en el cuello para darle dirección al remate. Musa en la compensación remató desde el centro del área para poner el 3-3 y despedirse junto con su equipo de manera digna: la eliminatoria la perdieron en casa.

RYUICHI SAKAMOTO: EMPERADOR DE LA MÚSICA GLOBAL

19 abril 2023

Uno de sus territorios principales fue la electrónica y sus múltiples ramificaciones, a las que abonó de manera decisiva: de las mágicas orquestaciones amarillas a las exploraciones en solitario y de ahí a la pantalla fílmica para entroncar en memorables colaboraciones. Se dio tiempo para entrar al campo de la etnomusicología como disciplina en la Universidad Nacional de Bellas Artes y Música de Tokio para estudiar las tradiciones sonoras, en particular las de su país y otras geografías como la africana y la india. La reconocida influencia de Claude Debussy fue esencial para su mirada reformadora, apostando por la modernidad en sentido amplio.

Ryuichi Sakamoto (1952 – 2023) se presentó en el ámbito de las grabaciones con Disappointment-Hateruma (1975) junto con el percusionista Tsuchitori Toshiyuki y formó la banda Yellow Magic Orchestra como tecladista, compositor y cantante ocasional en compañía de Haruomi Hosono y Yukihiro Takahashi, que lo llevaría a ser reconocido más allá de la isla, sobre todo gracias a la influencia que tuvo en diversos géneros de la electrónica y sus vínculos con otros estilos, incluyendo el Hip-Hop.

Firmó en solitario Thousand Knives (1978), en el que incorporó ciertas tradiciones acústicas de su tierra y sus iniciales lances experimentales a través del uso de diversos tipos de sintetizadores y firmó el ecléctico Tokyo Joe (1978) con Kazumi Watanabe; siguió con su participación en Summer Nerves (1979) con The Kakuougi Sessions, visitando otros estilos como el reggae y la música disco, y con B-2 Unit (1980), en el que acentuó su espíritu avant-garde con influjos funkies y de breakbeat que trascendieron en las propuestas iniciáticas del Hip-Hop, como se advierte en Riot in Lagos. En esta etapa inició una fructífera relación con David Sylvian, líder de Japan, y posteriormente con Thomas Dolby e Iggy Pop, además de otras figuras de la escena musical.

Continuó con 左うでの夢 (Sueño de zurdos, 1981), en tesitura de primigenio J-Pop que incluyó un segundo disco con remezclas y dos años después, tuvo un prolífico y clave momento: grabó The End of Asia (1982) y Chanconette Tedesche (1983) con Danceries en franco arrojo medieval, y Favorite Visions (1983), recorriendo el free y el piano jazz con irrupciones electrificadas de tradición nipona. Sobre todo, grabó la profunda banda sonora para Furyo (Feliz Navidad, Sr. Lawrence, 1983), filme de su compatriota Nagisha Oshima –con quien colaboró después en Gohatto (1999)- en el que interpretó al capitán Yanoi junto a David Bowie; de esta música hizo una sensible versión pianística en Coda (1983), agregando un par de temas.

En lógica ambient presentó音楽図鑑 (1984) -que tuvo una versión para occidente titulada Illustrated Muiscal Encyclopedia (1986)- para posteriormente grabar Ongaku Zukan (1984); Esperanto (1985), desarrollado a partir de juegos armónicos con base en instrumentaciones emanadas de teclados, cajas de ritmos y aditamentos que provocan la sensación de estar en alguna misteriosa incursión, y Futurism (1986), retomando el movimiento artístico así nombrado. Les puso música al filme The Adventures of Chatran (Hata, 1986), acompañando las aventuras del perrunas y gatunas, así como a Royal Space Force: Wings of Honneamise (Yamaga, 1987), uno de los animes clásicos llevados al cine.

Obtuvo el definitivo reconocimiento global gracias a su participación, junto a David Byrne y Cong Su, en la elaboración de The Last Emperor (1987), soundtrack para la imponente película de Bertolucci, con quien colaboró en The Sheltering Sky (1990) y Little Buddha (1993), poniendo el acento en los contextos geográficos de los filmes. Presentó Neo Geo (1987) y Beauty (1989), toda una llamada desde Tokyo con espíritu global que recorre esencias africanas para reconsiderar el eclecticismo en el amor, bien acompañado por ilustres invitados.

COLABORACIONES ENTRE LA PANTALLA, EL VIDEO Y LOS PROYECTOS MULTIMEDIA

Durante los noventa, acompañó al teatro tradicional de improvisación en Butoh (Blackwood, 1990), le puso música a The Handmaid’s Tale (1990) del alemán Volker Schlöndorff; a Tacones lejanos (1991) de Almodóvar; al drama femenino Topâzu (1992) de Murakami; a la revisión del clásico Wuthering Heights (Kosminsky, 1992); a la miniserie Wild Palms (1995), producida por Oliver Stone, y a Wild Side (Cammell, 1995), con Christopher Walken, y realizó varios álbumes como Heartbeat (1991) y Sweet Revenge (1994), también muy cobijados por colegas de distintas tendencias.

Continuó con Kiss (1995), el latino Smoochy (1995), 1996 (1996), una de sus grandes obras; el espiritual Discord (1997) en el que se integró una obra orquestal y que mereció un disco de remezclas y cerró el siglo con la música muy a tono para Love is the Devil: Study for a Portrait of Francis Bacon (Maybury, 1998), sobre el genial pintor inglés; BTTB (1999), conformado por canciones en piano que permitían el fluir de la energía reparadora, y con la ópera multimedia LIFE (1999). Con Brian De Palma participó en los soundtracks de Snake Eyes (1998) y Femme Fatale (2002) y musicalizó el documental Alexei to Izumi (Motohashi, 2002), sobre los habitantes de un pueblo japonés que se resistieron a irse a pesar de la contaminación proveniente de Chernobyl, temática nuclear que volvería a acompañar en el filme Henshin (Hori, 2013) y en Haha to kuraseba (2015), cinta de Yôji Yamada sobre un hijo que visita en Nagasaki a su madre, quien lo creía muerto.

Se metió hasta la cocina de la bosa nova y le rindió tributo en Casa (2001) y A Day In New York (2003), con el matrimonio formado por el violonchelista Jaques y la vocalista Paula Morelenbaum, con quienes colaboraría también en el proyecto NML (No More Landmine) junto a cerca de cien músicos reconocidos. Formó productivo dueto en clave de avant-garde con Alva Noto y grabaron entre pianos preparados y reminiscencias diversas los discos Vrioon (2002), Insen (2005), utp_ (2008), Summvs (2011) y Glass (2018) pieza única de más de media hora que discurre entre rocosas estructuras a punto de cristalizar.

Siguió produciendo álbumes como Comica (2002), integrado por seis cortes de tendencia vaporosa con su consecuente halo de misterio; Elephantism (2002), especie de homenaje a los hermosos paquidermos y su medio ambiente africano; Derrida (2003) en honor al gran filósofo; Chasm (2004), con la presencia de Sylvian e integrando rítmicas como el Hip-Hop; /04 (2004) y Bricolages (2006); por estos años, creó la disquera Commons y compuso la banda sonora Silk (Girard, 2007) y se lanzó a las exploraciones en Out of Noise (2009), Playing the piano (2009), 3 (2013) y Perpetual (2015), obra en tres movimientos compuesta junto con Illuha y Taylor Deupree.

Su partitura acompañó a las poderosas imágenes de Lubezki en The Revenant (G. Iñárritu, 2015), al thriller Ikari (Lee, 2016), al drama Star Sand (Pulvers, 2017), al documental Haiku on a Plum Tree (Melehi, 2017), sobre una familia italiana que se rebeló en Japón frente a Mussolini; Beigun ga mottomo osoreta otoko, sono na wa Kamejirôy (Sako, 2017), acerca del político y activista que luchó para que Okinawa volviera a formar parte de Japón; a la épica histórica Namhansanseong (Dong-Hyuk, 2017); a un T-Rex y un pterodáctilo en la fantástica My Tyrano: Together, Forever (Shizuno, 2018).

Cerró su trayectoria con async (2017), jugando con las rupturas temporales; Suite for Krug 2008 (2022), cargada de melancolía y con 12 (2023), aparecido cerca de su fallecimiento como si fuera un testamento sonoro de todo un recorrido vital por estaciones contrastantes. Además, compuso la música para Plankton (2017), como para sumergirse en un mundo extraño; Ni de lian (2018), propuesta experimental de Ming-lian Tsai con cabezas parlantes; Paradise Next (Hanno, 2019), en plan redentor; el documental Agniyogana (Balnaves, 2019); Proxima (Winocour, 2019), con Eva Green y Matt Dillon y el justo toque espacial; Minamata (Levitas, 2020), llena de cuerdas evocativas; Love After Love (Hui, 2020), Beckett (Cito Filomarino, 2021) y otras obras para videos, filmes cortos, mediometrajes, series televisivas y discos en vivo.

Sakamoto, también un activista que luchó por varias causas sociales y antibélicas, continuó participando en múltiples proyectos e instalaciones de vanguardia, tanto musicales como audiovisuales, y no dejó de experimentar con diversos sonidos, colegas y estilos, adentrándose cada vez con mayor fuerza en los grandes misterios del silencio y la contemplación, expresadas en algunas de sus composiciones. Un muy buen retrato de su vida quedó capturado en el documental Coda (Nomura Schible 2018), espiritual reflexión sobre la vida, la muerte y la creación artística.

AHMAD JAMAL: FORMAS PARA BUSCAR EL MOMENTO

19 abril 2023

Gran educador, compositor y pianista excepcional de enorme influencia para diversos colegas. Con un estilo absorbente y discreto a la vez, desarrolló una mirada de sutileza espiritual, cual si dibujara paisajes delicados y multiformes, llenos de espacios para el respiro pausado, la contención y la flexibilidad, influido en primera instancia por Ravel y Debussy. Se deslizaba con soltura cool en solitario o en formato de trío, al tiempo que ponía un pie en los territorios del clasicismo jazzero y el otro en sonidos del porvenir con un aliento minimalista.

Desde los tres años, Frederick Russell Jones (Pittsburgh, 1930 – Sheffield, 2023), conocido como Fritz, empezó a tener sus primeras aproximaciones con el piano, instrumento al que empezó a estudiar en forma a los siete y a interpretar como grande a los once: por ahí figuraban algunos patriarcas como Erroll Garner, Art Tatum y Count Basie. Se integró a la orquesta de George Hudson y The Four Strings, grupo liderado por Joe Kennedy a finales de los cuarenta y principios de los cincuenta, cuando formó su grupo The Three Strings junto con Eddie Calhoun (bajo) y Ray Crawford (guitarra), ya instalado en Chicago: algunas de sus sesiones iniciales se recuperan en The Piano Scene of Ahmad Jamal (1959), junto con otra grabación en Nueva York.

La conversión al Islam lo hizo renombrarse como Ahmad Jamal y ya con Israel Crosby en lugar de Calhoun, rebautizó su grupo como Ahmad Jamal Trio para presentar un par de obras sumamente influyentes que llegaron a los oídos de Miles Davies y  de Gil Evans, su arreglista, y John Coltrane, dos grandes santones jazzeros, además de Herb Ellis para el Oscar Peterson Trio: se trata de Chamber Music of the New Jazz (1955), en el que se encuentran piezas propias con versiones de Cole Porter y los Gershwin, entre otros, en clave cool y post bop, así como del ídem Ahmad Jamal Trio (1955), plácida interacción del piano con las cuerdas bajeras y guitarreras, ahora con alguna reelaboración de Fats Waller y Duke Ellington.

Jamal decidió después reconfigurar su trío con una alineación más clásica, cambiando la guitarra por la batería de Walter Perkins y aún con Crosby, con quienes presentó Count ‘Em 88 (1956); Vernel Fournier entró en lugar de Perkins, integrando en 1958 el grupo que tocaba en el Pershing Hotel de Chicago, de donde se generaron dos volúmenes y el clásico Ahmad Jamal at the Pershing: But Not for Me (1958) con Poinciana como estandarte principal, canción pop reformulada a partir de una cálida rítmica y desarrollada desde una ventilada elegancia.

Con las ganancias acumuladas por su labor musical, puso su propio club al que nombró Alhambra, en el que empezó a tocar y del que se recuperó un disco en vivo, y emprendió otros negocios sin mucha fortuna: pianista a tus pianos. Se publicaron en aquel año el brillante Ahmad Jamal Trio, Vol. 4 (1958); el en vivo desde el Spotlitle Club, Ahmad’s Blues (1958), que llamó la atención de Miles Davis e incluso le rindió homenaje, y Portfolio of Ahmad Jamal (1959), más a manera de calentamiento.

Vendrían el directo Ahmad Jamal at the Penthouse (1960), seguido del más convencional Happy Moods (1960), justo para ponernos de buenas; de Listen to the Ahmad Jamal Quintet (1961), probando alineación con rotundos resultados y de All of You (1962), también capturando en el momento al elocuente pianista en el Alhambra. Junto con Richard Evans, presentó Macanudo (1963), aderezado por sonidos de violines, al que le sucedió Poinciana (1963), aprovechando el éxito del sencillo, y el soulero Naked City Theme (1964), entre otros álbumes en vivo que se publicaron en la década de los sesenta, en la que mantuvo la estructura de trío con bajo y batería aunque fueron cambiando los ejecutantes, si bien no el peso específico para la construcción de las piezas.

Grabó otros discos en aquello años, como Extensions (1965), integrado por cuatro cortes enclavados en una lógica cool; Rhapsody (1965), con solo una pieza propia y varias versiones, entre las cuales destaca una de McCoy Tyner; el recopiltaorio Standard Eyes; la pista para el musical The Roar of Greasepaint – The Smell of the Crowd (1966); Heat Wave (1966), en el que se dieron cita versiones de Errol Garner, Irving Berlin y Sonny Rollins, entre otros figurones; Cry Young (1968), en la tesitura ya ampliamente reconocida de su estilo; Tranquility (1968), con un par de revisiones a Burt Bacharach y un enfoque de amabilidad armónica, y el coral The Bright, the Blue and the Beautiful (1968).

DESPERTARES CON AROMA A MANDARINAS

Abrió la década setentera con The Awakening (1970), una de sus cumbres en las que confirmaba su amor por la música y en donde mostró sus nítidas intenciones de seguir evolucionando; firmó Montreux Jazz Festival (1971), capturado en vivo,  y continuó con los muy consistentes Freelight (1971) y Outertimeinnerspace (1972), obras en vivo en las que integró por primera vez el piano eléctrico a su interpretación, muy a tono con la época y levantando la mano para recordarnos su capacidad de innovación ante el teclado, abriendo espacios atmosféricos e hipnotizando al respetable con su cadencia y oxígeno armónico.

Continuó con Ahmad Jamal ’73 (1973), que incluyó una versión del clásico Superstition de Stevie Wonder; Jamal Plays Jamal (1974), con acentos funkies y sumando el sonido de las congas a la base rítmica que soporta al piano eléctrico y su orgánico fluir; Jamaica (1974), buceando por otras rítmicas y en donde apareció su famosa reinterpretación del tema de M. A. S. H., Steppin Out With a Dream (1976), con cada vez mayor presencia de canciones propias; Live at Oil Can Harry’s (1976) al que se sumó el guitarrista Charlie Keys, y One (1978), que contó con invitados importantes de la escena y que representó el cierre de este periodo.

En los ochentas, además de varios discos en vivo, entregó Intervals (1980) en plan accesible; Night Song (1980), incrementando el número de músicos y en consonancia con el sonido Motown, al que le seguirían Genetic Walk (1980), grabado a mediados de los setenta y en el que siguió avanzando con sus fraseos clásicos de su ADN; American Classical Music (1982) en lógica modal y de homenaje; Digital Works (1985), en vertiente más de carácter ambiental; Rossiter Road (1986), apostando por la frescura sin perder la precisión en los tejidos instrumentales; Crystal (1987), pulida obra a partir de la formación de un cuarteto altamente percusivo, y Pittsburgh (1989), funcionando como una especie de viaje a la semilla. También grabó en estos años con el vibrafonista Gary Burton en un feliz encuentro sonoro.

Cerró el siglo, además de los álbumes en directo de rigor e involucrado con el sello francés Birdology en plan esencialista, a través de I Remember Duke, Hoagy & Strayhorn (1994), de cierta melancolía bien cobijada por las limpias armonías; The Essence, Part 1 (1991), en donde incluyó a un saxofonista y que retomó grabaciones en Paría y Nueva York, al que le siguió su secuela, titulada Big Byrd: The Essence, Part 2 (1997); después de Ahmad Jamal with the Assai Quartet (1998), apareció la tercera parte de sus esencias llamada Nature: The Essence, Part 3 (1998). En 1994, fue reconocido con el American Jazz Master Fellowship por el National Endowment for the Arts.

Para el nuevo milenio no bajó el espíritu creativo e innovador, tal como se advierte en el aclamado concierto de su 70 cumpleaños, capturado en Olympia 2000 (2001), al que le siguió In Search of Momentum (2003) con ese ímpetu explorador del sonido y el silencio bien impulsado por el acompañamiento rítmico; After Fajr (2005), desplegado con la plasticidad que da la experiencia entre cortes propios y estándares; los luminosos It’s Magic (2008) y A Quiet Time (2009), encontrando en la calma los maravillosos susurros de las teclas; el amplio y contrastante Blue Moon: The New York Session/The Paris Concert (2012); Saturday Morning (2013), decorado con un postbop que se acerca a los vientos latinos; Marseille (2017), exquisita carta de amor a una de sus ciudades más queridas; Ballades (2019), en absoluto tono reposado y Tangerine (2022), de aliento lúdico.

Ahmad Jamal es uno de los grandes pianistas en la historia del jazz y comparte salón con Evans, Monk, Powell, Byard, Silver y demás maestros del teclado. Su manejo del protagonismo en el formato de trío permitía que el bajo y la batería se desenvolvieran al frente del entramado sonoro, mientras él quedaba como red de contención para después volver a atraer la mirada principal con transiciones por completo naturales, formando triángulos de formas variadas que iban de la efusividad rítmica a la media luz, de la introspección a la expansión de las armonías, siempre bajo un manto de absoluta cohesión que contribuía a las exploraciones en el espacio y los cambios en el tempo: su legado termina siendo esencial.

CHAMPIONS 2023 (I): PRIMERA RONDA DE LOS CUARTOS

12 abril 2023

Con tres equipos italianos, dos de ellos de la misma ciudad, dos ingleses, un portugués, un alemán y un español, la Champions entró en etapa decisiva. Los cuatro primeros enfrentamientos dejaron un saldo favorable a la visita, salvo en un caso y en ninguno de los partidos ambos equipos anotaron.

PREVALECE LA CIUDADANÍA

En el enfrentamiento más esperado de esta fase, el Manchester City levantó la mano con plena convicción y saltó a su territorio, ahora llamado Etihad, lleno de confianza ante un duro rival y de larga tradición en estas instancias: el eterno campeón del torneo teutón, el Bayern Munich, en pleno proceso de cambio de técnico y sin estar en su mejor momento, al igual que la selección de su país. El juego empezó con el frenesí esperado con ambos equipos buscando el arco contrario y fueron los visitantes quienes pudieron irse al frente pero Dias metió justo la pierna justo ante el tiro de Musala; prácticamente en la siguiente jugada, Rodri tomó pelota  confianza para lanzar un disparo desde la esquina del área para introducirlo en la escuadra y mandar adelante a los suyos cerca de la media hora. Surgió el espíritu alemán y el visitante estuvo cerca del empate, si bien se percibía también peligro en su propia área.

El segundo medio arrancó con la dinámica esperada y ambos conjuntos seguían con la idea clara, más allá del marcador, de buscar la pelota y avanzar en dirección contraria a su portería, pero un error de Aupamecano fue recibido con gratitud por Grealish quien taconeó a Haaland para que el noruego le pusiera la pelota en la cabeza a Silva y convirtiera el segundo tanto para el equipo inglés al 70’, rompiendo en definitiva la paridad y el propio equilibrio del cuadro germano, desfondado hacia el final y viéndose frágil, como lo demostró el propio noruego empujando el tercero tras recibir servicio de Stones a segundo poste. Fueron quince minutos finales de carácter festivo para el equipo de Guardiola que bien pudo ampliar el marcador pero que se lleva una cómoda, nunca definitiva, ventaja a Munich.

EFICACIA MERENGUE

El Real Madrid puso nombre, experiencia y sentido de oportunidad al recibir al Chelsea, conjunto que arrancó con buen ritmo y generando alguna llegada de peligro como para mandar señales tempranas de vida en su condición de visitante. Pasados los diez minutos, Benzemá lanzó un par de anticipos, además de las llegadas de sus compañeros, y el cuadro blanco empezó a tomar el control de las acciones, capitalizándolo con el tanto del propio delantero francés al 21’, aprovechando un servicio justo en el filo del área chica. Sterling estuvo a punto de emparejar casi de inmediato pero apareció la figura de Courtois para evitar la igualada y en cierto sentido alertar a sus coequiperos para que siguieran al frente y buscar el segundo, que estuvo cerca de llegar durante los minutos finales de la primera mitad.

El Bernabéu vio cómo el cuadro londinense iniciaba la segunda parte buscando el gol del empate, sobre todo durante los primeros minutos en los que el anfitrión tuvo una aproximación vía el incombustible Modrić; fue hasta que Chilwell vio el cartón rojo a falta de media hora por jugarse, cuando el conjunto merengue volvió a tomar pleno control del partido reflejado en el gol de Asensio con disparo desde fuera del área, a poco más de quince minutos del final, en los que pudieron ampliar la ventaja que hubiera sido casi definitiva, si bien los de azul todavía alcanzaron a generar un par de llegadas hacia el final del partido que se quedaron en buen intento: con dos goles de ventaja nada es definitivo pero para los de la capital madrileña, el escenario para el partido de vuelta es bastante adecuado a su estilo.

CALCIO PARA EL SIGLO XXI: FIESTA MILANESA

El Benfica se presentó con entusiasmo en casa ante el Inter de Milán con la esperanza de seguir la luz de su estadio que, desafortunadamente para su causa, se fue apagando poco a poco, a pesar de las opciones que tuvieron para anotar a lo largo de la primera mitad, sobre todo en un disparo de Rafa que logró rechazar bien el portero camerunés Onana; por su parte, los visitantes se iban organizando poco a poco al tiempo que controlaban el vendaval, mismo que no encontraba abrir la puerta, y al punto de empezar a generar juego al frente que tampoco terminó por enfocarse en el arco de enfrente, en un episodio inicial terminó por resultar equilibrada entre estos dos equipos que escenificaron una final del certamen 58 años atrás.

Para el segundo medio, los anfitriones se volvieron a lanzar de manera pronta para encontrar el gol pero recibieron un duro golpe en el ánimo cuando Barella remató a segundo poste un centro preciso de Bastoni y así mandar al frente al equipo milanés con cuarenta minutos por delante. No se arredró el equipo de Lisboa y cerca estuvieron del empate en una enmarañada jugada dentro del área y después en un disparo del propio Grimaldo. El partido se abrió y el equipo italiano, ahora de amarillo, tuvo un par de alternativas para ampliar la ventaja, si bien en la recta final, Lukaku convirtió un penal por una mano detectada por el VAR, a pesar del buen lance del arquero griego. Todavía pudo acortar el local pero otra vez apareció el portero camerunés para dejar en cero al rival y asegurar un regreso confortable para los suyos.

El Nápoles saltó al campo del Milán dispuesto a lanzarse al frente: así lo hizo a lo largo de los primeros veinticinco minutos en los que tuvo varias oportunidades, prácticamente desde el silbatazo inicial, cuando la defensa local salvó en emergencia y después el arquero francés Maignan voló por los aires en otro par de ocasiones; todavía los napolitanos tuvieron llegadas que terminaron con el balón zumbando algunos de los postes. Los anfitriones resistieron y se fueron acomodando en el terreno de juego, ganando confianza con un disparo cruzado que pasó rozando el poste; a partir de ahí, dominaron las acciones y después de algunos minutos típicos de partido entre italianos, por fin en una gran escapada cayó el gol a cinco del final vía Bennacer, seguido de un remate al travesaño y presión fuerte sobre el arco de la visita.

La segunda parte transcurrió en similar tesitura. Los primeros 25 minutos fueron testigos otra vez de la enjundia del cuadro visitante, ahora buscando el empate, pero de nueva cuenta topándose con la falla final o la agigantada figura del arquero galo, dispuesto a no abrir su puerte en el mítico Giuseppe Meazza. Zambo Anguissa fue expulsado al ’74 y la reconfiguración de su equipo, ahora en desventaja no solo en el marcador, tardó varios minutos para poder generar alguna otra llegada hacia el final, todavía con la esperanza de emparejar, mientras que los de casa no lograron capitalizar la circunstancia en su favor y más allá de un par de opciones para ampliar la diferencia, terminaron por llevarse la victoria por la mínima con la sensación de haber podido enfrentar la vuelta en una postura más holgada.

FESTIVAL AXE CEREMONIA 2023

1 abril 2023

Se celebra la décima edición del festival que ha logrado mantener cierta presencia, ya con una duración de un par de días y logrando fichar algunas figuras mediáticas como Travis Scott y Rosalía. Una breve mirada a cuatro invitados que desplegarán estilo y efusividad en el escenario.

El sexteto parisino L’Impératrice, integrado por su líder y tecladista Charles de Boisseguin, el colega Hagni Gwon, el bajista David Gaugué, el guitarrista Achille Trocellier, el baterista Tom Daveau y la vocalista Flore Benguigui, quien se unió poco después, se mueven entre un pop eléctrico de sonidos retro que de pronto se encuentran con ambientes discotequeros limpiamente producidos. Presentaron cuatro EP’s (L’Impératrice, 2012; Sonate Pacifique, 2014; Odyssée, 2015; Séquences, 2017) y algunas regrabaciones antes de conformar su primer largo, Matahari (2018), sumando apuntes de la chanson con tentadores y coquetos susurros e instrumentaciones oscilantes. Tras otro EP homónimo, produjeron su segundo álbum, Tako Tsubo (2021), con ciertos aromas funkie y que puso a girar otra vez la reluciente bola de cristales para subirse a la pista sin remedio y dejarse atrapar por un colorido dancing club.

Desde Londres se deja escuchar una voz desde la acera de enfrente en la que confluyen sonidos de todas partes. Como si se tratara de una diva pendenciera salida de alguna producción de Bollywood, MIA (Maya Arulpragasm) ha dejado que su sangre (es originaria de Sri Lanka, donde padeció la guerra civil) se entrevere con música electrónica, un poco de funk y otro tanto de dance para gritar en clave hipopera mensajes de contenido político, desde una visión periférica y contestataria. Con su debut, Arular (2005), álbum del año según Rockdelux, y con Kala (2007), mejor disco de ese año de acuerdo con Rolling Stone (antes de su brusco desprestigio), se instaló como como la hechicera del urbanismo musical, expresando esa pequeña luz migrante de la mundialización entre las penumbras de la globalización.

Continuó apuntalando su estilo con Maya (2010), en el que puso el foco para alumbrar los tiempos digitales que corren y la sobrevivencia del amor; Matangi (2013), convocando a la revuelta a las chicas malas y buscando dentro de sus propios márgenes algunas innovaciones sonoras, sobre todo en la rítmica y el armado de los sonidos; AIM (2016), con el reconocido orientalismo que se entromete en el armado digital, y Mata (2022), con lances tribales en plan exaltación y una mirada a sus orígenes estilísticos, poniendo The One y Popular como cortes más visibles. Música del mundo con fuertes anclajes étnicos llevados al sincretismo feroz de la jungla de asfalto.

Por su parte, el súper grupo Moderat, conformado por Sascha Ring (Apparat), Gernot Bronsert y Sebastian Szary, ambos de Modeselektor, ha destacado por sus envolventes presentaciones en vivo, como se puede apreciar en su álbum Live (2016), y su capacidad para incorporar la tradición berlinesa de la electrónica y sus múltiples ramificaciones, que tan bien han sido sembradas y cultivadas en la capital alemana. El proyecto se dio a conocer con el EP Auf Kosten der Gesundheit (2003); siguieron con el ídem Moderat (2009), II (2013) y III (2016), ya en plan largo: fueron obras que se aventuraron por el tecno minimal y el house progresivo pero insertando elementos pop que refrescan el entramado digital. La película de Alex Garland, Annihilation (2018), retomó un extracto de The Mark, una de sus principales composiciones. Volvieron al estudio para grabar More D4ta (2022) con Easy Prey, Copy Copy y Fast Land como cartas de presentación, confirmando esa capacidad para llevarnos de la euforia contenida a una inquietante disposición.

En tanto, el productor, DJ y compositor Fred Again…, bautizado como Frederick John Philip Gibson y de origen aristocrático, hizo sus pininos al lado de Brian Eno y Karl Hyde, ni más ni menos, y después de participar en algunas grabaciones tras bambalinas y escritura de canciones, arrancó con su proyecto llamado Actual Life, a través del cual captura diversos sonidos y voces para después integrarlas a sus tejidos electrónicos, como se advierte en Actual Life (2020) atravesados por la lógica pandémica. Vendrían después, entre diversas presentaciones, colaboraciones y participaciones en festivales, las secuelas Actual Life 2 (2021) y Actual Life 3 (2022), impregnadas por ese enfoque de cercanía ambiental edificada con paredes de sonidos que parecen atrapar la incertidumbre vital para devolverla en forma de secuencias orgánicas, sobreviviendo en tiempos de confinamientos a través de la conversación.