Se jugaron los partidos de vuelta de los cuartos de final y no hubo volteretas ni sorpresas: quienes sacaron ventaja en el primer partido, la refrendaron para avanzar a semifinales sin demasiado sufrimiento.
EL COLMILLO MERENGUE
El Chelsea salió con calma, sabiendo que tenía todo el partido para igualar el global, mientras que el Real Madrid parecía estudiar al rival y su propuesta de inicio. Kanté tuvo el primero pero lanzó su disparo por fuera, no obstante la llegada pareció impulsar a los de azul para seguir en la presión alta ante un bien organizado cuadro blanco que incluso se animó para dejar una pelota en la parte externa del poste. El desarrollo entró en tensa y atractiva lucha con rotaciones y cambios de posiciones en media cancha por parte de ambos y buscando la posesión para intentar generar acción al frente, como la llegada de Modric pasada la media hora. El resto de los minutos vieron otro par de llegadas de la visita y cómo le faltaba más imaginación al local frente a la portería de Courtois, objeto de sonoros abucheos cada vez que tocaba la pelota, sobre todo cuando detuvo la más peligrosa de los londinenses cerca del final, cuando Cucurella tuvo todo para anotar pero no levantó la pelota lo suficiente.
La segunda mitad arrancó con un equipo local un poco más echado al frente, sobre todo después de un planteamiento inicial que incluyó cinco defensas, acaso apostando por administrarse y conseguir el par de goles necesarios sin precipitarse: pero fue justo de lo que carecieron los de casa, no obstante que Kanté tuvo una buena alternativa otra vez, y, al contrario, lo que sí encontró la visita con Rodrygo, iniciando y culminando una veloz combinación con media hora por jugarse y la eliminatoria prácticamente decidida. Fue el propio jugador brasileño quien anotó el segundo tras recibir servicio fácil de Valverde, quien tejió una gran jugada. Los minutos finales vieron cómo el conjunto británico siguió luchando para por lo menos romper el cero pero, a pesar de brindar un buen partido, siguió siendo incapaz de vencer el arco del gigante belga, clave en la manera en la que los madrileños siguen avanzando, tal como sucedió en la edición del año pasado.
LA SOLVENCIA MILANESA
El Nápoles, líder del certamen local y muy probable campeón, salió al Diego Armando Maradona a buscar refrendar su buen juego y emparejar el marcador global en el torneo continental ante el Milán, más habituado a estas instancias internacionales. Empezó dominador el anfitrión pero con disminuida cuota de peligro real frente a la portería de enfrente –incluyendo un penal no concedido, difícil de marcar, cometido a Lozano, quien había entrado de cambio-, a diferencia de los visitantes, quienes poco a poco, tras mostrarse solventes atrás, fueron amenazando la portería de los de casa al punto de generar un penal que Giroud no pudo concretar; el propio jugador francés tuvo otra opción pero su disparo fue bien tapado, hasta que la tercera resultó la vencida: un acarreo espectacular de Leao, quien alcanzó a servir a su compañero galo que ahora sí no falló y mandó al frente al cuadro milanés, cerca del cierre de la parte inicial.
No cejó en su ímpetu el conjunto napolitano durante la segunda parte y siguió lanzándose al frente con cierta generación de peligro pero sin la contundencia necesaria. Al ’58 se abrió una pequeña grieta bien aprovechada por Kvaratskhelia, pero el disparo se fue por arriba y poco después, un remate de cabeza en plena comodidad, salió desviado. Insistió el cuadro de casa pero las opciones no terminaban de concretarse hasta que a diez del final, apareció la gran oportunidad en el tiro penal, también desperdiciada por el joven georgiano y sepultando toda esperanza para su equipo, si bien todavía Osimhen anotó de cabeza en la compensación, ya demasiado tarde aunque regalándonos un breve momento de drama, efímero. El cuadro partenopeo se despide de la competencia, mientras que el conjunto rossoneri vuelve a instancias altas de la competencia como no lo hacía en 16 años.
CIUDADANÍA TRIUNFANTE
El Bayern Munich y su público salieron con la esperanza de la remontada, mientras que el Manchester City parecía consciente de que nada estaba ganado. Ambos equipos lanzaron presión alta desde el inicio, estrategia que provocó un arranque enredado, con espacios reducidos y dificultad para el armado ofensivo, si bien los muniquenses fueron quienes empezaron a mandar mensajes en la puerta de enfrente con alguna respuesta del rival al cuarto de hora de juego. Sané tuvo el primero pero echó la pelota por un lado y los de rojo se salvaron de quedarse con diez gracias a un fuera de lugar visto por el VAR, justo a tiempo para que la roja volviera al bolsillo del juez. El equipo ciudadano tuvo la suya pero Haaland falló el penal, yerro que impulsó al equipo teutón hacia el frente, generando un par de jugadas de peligro que resolvió el arquero o la ligera falta de puntería de los atacantes: así se fue la primera mitad.
Para la segunda parte, ambos equipos siguieron más o menos en la misma y a lo largo de los primeros diez minutos en ríspido trámite, los ahora de amarillo generaron una llegada por tres de los de rojo, hasta que el vikingo resolvió un contraataque mortal de De Bruyne y anotó el tanto que sentenciaba la eliminatoria, ya con lapidarios cuatro goles de diferencia. No dejó de intentarlo el conjunto bávaro y sin mucha creatividad se lanzó al frente al menos para emparejar el tanteador en su casa, lo que terminó por lograr, después de algunos disparos, a través de un penal ejecutado por Kimmich, a diez minutos del final. Todavía los de Munich buscaron el segundo para su causa, a pesar de ya estar definida la eliminatoria, pero se quedaron en el intento, despidiéndose ante un rival que fue superior y que supo aprovechar sus momentos de lucidez. Se va un histórico.
FIESTA EN SAN SIRO
En el estadio San Siro, el Internazionale de Milán recibió con una cómoda ventaja al combatiente Benfica, cuadro que salió a presionar desde el inicio aunque sin llegadas inquietantes. Tras una lucha sobre todo en el campo medio ausente de peligro, apareció Barella al 14’ para mandar disparo a segundo poste después de pisar la pelota con sofisticación y anotar el primero para los locales, fortaleciendo la sensación de tranquilidad frente a la eliminatoria. Sobrellevaba el cuadro milanés el partido sin ver comprometida su puerta, salvo algún disparo a pelota parada, hasta que en un buen servicio, Aursnes 38’ remató con fiereza con la cabeza para emparejar el marcador y volver a acercar a su equipo a dos goles de distancia. El resto de la primera parte se diluyó entre pelotas divididas y reflexiones de los técnicos de cómo encarar el complemento. Un poco de mayor actividad en ambas porterías durante el primer cuarto de hora de la segunda parte, hasta que en una jugada por el lado izquierdo, Martínez empujó decidido pase de Dimarco al 65’ para volver a distanciar a su equipo y fortalecer la confianza que demostró posteriormente, generando llegadas con cierta facilidad ante un rival que parecía derrotado, sobre todo después de que Correa puso la pelota en el poste y en la red al 78’, vía soberbio disparo cruzado. La fiesta se intensificó en la tribuna, si bien la visita pareció despertar hacia los minutos finales dejando una pelota en el poste que antecedió al gol de Silva al 86’, conseguido gracias a una gran elasticidad en el cuello para darle dirección al remate. Musa en la compensación remató desde el centro del área para poner el 3-3 y despedirse junto con su equipo de manera digna: la eliminatoria la perdieron en casa.