Se jugaron los últimos partidos de la primera fase, entre resultados esperados y una pequeña dosis de dramatismo. Ningún asiático logró clasificar, mientras que la CONCACAF coloca a tres de cuatro equipos en la pelea. Dos europeos cuya presencia acá se suponía mayor, vuelven cabizbajos a sus territorios, mientras que calificó el equipo africano menos esperado.
GRUPO G
Los alemanes saltan al mojado campo de ambiente brumoso y durante los primeros veinte minutos no le prestan el balón a los estadounidenses dando una cátedra magistral de juego colectivo: el pequeño gran capitán Lahm se apodera del núcleo y espíritu del campo, Schweinsteiger barre y distribuye, Özil le pone talento y Boateng se incorpora varias veces para meter venenosos centros. A pesar de encontrarse totalmente rebasados, los vecinos del norte empiezan a reconvertir la presión en contra como elemento motivacional, bajo la premisa de aprovechar la adversidad para superarse y no lamentarse.
Emparejado el trámite del partido, el segundo tiempo entra en una zona pantanosa hasta que Müller coloca el balón en un lugar imposible y abre tanto el marcador como las posibilidades para Ghana y Portugal, en ese orden. Los estadounidenses no logran reponerse y los alemanes bajan la guardia, hasta que al final se presenta alguna oportunidad de empate que se diluye junto con las gotas de lluvia que se mantuvieron como escenario de un partido en el que se demostró que con este tipo de selecciones, los arreglos forman parte solo de las mentes complotistas.
En el estadio bautizado como uno de los máximos dribladores de la historia, Portugal aceptaba la misión imposible, antes de que el llamado se autodestruyera, de golear a Ghana, que había jugado mejor, y esperar que Alemania le ganara a Estados Unidos. Parece que su sentencia de regreso prematuro a casa la firmó al ser goleados en su primer partido. Ante los problemas internos de la selección africana que derivaron en la suspensión de dos jugadores importantes por parte de sus directivos, los lusitanos parecían tener más oportunidad: se fueron arriba, de hecho, con un hermoso autogol, si los puede haber, y después estuvieron presionando sin demasiada puntería.
Pero en el segundo medio, a pesar de que, supongo, se enteraron que Alemania ya ganaba, dejaron de cuidarse las espaldas y Ghana aprovechó para generar peligro, encontrando justo premio que significaba el empate; visto así el asunto, eran los africanos quienes estaban más cerca pero la contundencia nunca terminó de llegar: a pesar de dar dos muy buenas exhibiciones en sus cotejos anteriores, acá se veían por momentos desconcentrados y erráticos. Mientras tanto Cristiano Ronaldo luchó, falló cuatro claras y anotó el gol de un triunfo pírrico que al menos le dio cierta dignidad a la despedida. De estos dos cuadros, por supuesto, se esperaba otro tipo de argumentos.
GRUPO H
Los rusos entraron a la cancha cargados de presiones, fieles a su historia: el grupo que les tocó parecía a modo pero se complicaron la vida al grado de tener que ganar el último partido para pasar a octavos; además, son los próximos anfitriones y su técnico, el italiano Fabio Capello (que ya había quedado en deuda con Inglaterra hace cuatro años), tenía que desquitar el estratosférico sueldo al menos llevando a su selección a la otra orilla de la fase de grupos. Al inicio, pareció que estas condicionantes fueron bien canalizadas y pronto se pusieron en ventaja con fugaz jugada de toques precisos y cabezazo implacable.
En algunas guerras les ha funcionado dejar que el enemigo pierda, no tanto derrotarlo: aquí no. Pero inexplicablemente, en lugar de buscar con ahínco el segundo que diera tranquilidad, Rusia le cedió la iniciativa a Argelia que poco necesitaba para lanzarse con todos sus recursos en busca de un pase histórico para ellos. Consiguieron el tanto del empate que los colocaba en zona de clasificación, sobre todo porque Corea no mostraba capacidad goleadora. Fue en este lapso del partido en el que al equipo ruso le hizo falta algún jugador que marcara la diferencia: si bien todos son cumplidores, se echó de menos un talento imaginativo para sellar el partido. Así, Argelia es el segundo africano clasificado, mientras que el equipo anfitrión en el 2018 tendrá que ir pensando cómo puede dar ese salto de calidad que le permita hacer un papel decoroso en su casa.
Con algunos cambios en la alineación dada su casi inalcanzable posición en el grupo, los belgas jugaron un partido medianito frente a los coreanos, que por determinación y empuje no pararon: tenían una ligera esperanza de avanzar a la siguiente ronda que se convirtió en motivo suficiente para intentarlo hasta las últimas consecuencias. Ya cuando se vieron en superioridad numérica, redoblaron esfuerzos para doblegar la meta puntualmente custodiada por el brillante joven arquero del equipo campeón de España. A pesar de los esfuerzos, que en estos casos no son suficientes sin la fortuna o el talento individual, los coreanos terminaron perdiendo el partido por la mínima: un adiós sin demasiado que contar en casa.
CINÉFILO FUTBOLERO
Según Carlos Marañón, autor de Fútbol y cine: el balompié en la grada (Ocho y medio, 2005), las 11 películas del cinéfilo futbolista son: el thriller detectivesco 1. The Arsenal Stadium Mystery (Dickinson, 1940); el homenaje a uno de los grandes en 2. Garrincha, alegria do povo (de Andrade, 1962); 3. Pelota de trapo (Torres Ríos, 1948), en la que se siguen los sueños de infancia; la española 4. Once pares de botas (Rovira, 1954), enclavada en las dificultades de un jugador y el problema del soborno, y 5. Bloomfield (Harris, 1971), cinta filmada en Israel donde se narra la relación entre un niño y su héroe futbolero.
6. Escape a la victoria (Huston, 1981), que recuerda al clásico de John Sturges El gran escape (1963); 7. Ultra (Tognazzi, 1990), en clave de tragedia con tifosis incluidos; la autobiográfica 8. Fuera de juego (Fever Pitch, Evans, 1997), escrita en clave de comedia romántica por Nick Hornby; 9. La copa (Norbu, 1999), con un grupo de monjes budistas buscando ver la final del mundial; 10. Shaolin Soccer (Chow, 2001), entremezclando temáticas y artes marciales con fútbol, y 11. Jugando con el destino (Bend it Like Beckham, Chadha, 2002), en la que una niña hindú sueña en ser como el futbolista inglés, a pesar de las creencias de sus padres.