Empezamos nuestro recorrido por los sonidos del año que recién terminó. Como ha venido sucediendo, cada vez se cuenta con mayor acceso para conocer propuestas diversas por vías varias, más allá de los grandes estudios de grabación. Signo de nuestros tiempos, el aporte femenino a la música popular sigue siendo sustancial, tal como se despliega en las siguientes líneas.
LAS MUJERES AL FRENTE
EXPANSIONISMOS
La artista multidisciplinaria Laurie Anderson realizó Heart of a Dog, filme y disco, alrededor del significado del amor, la vida, la pérdida y la muerte, con dedicatoria especial para su marido Lou Reed y en recuerdo de su querido can, cual símbolo de los afectos que escapan a la razón. Después de diez años de silencio, el feminismo descarnado de Sleater-Kinney se mantiene intacto, como se puede advertir en el conciso y macizo No Cities To Love. A partir de su propia ruptura de pareja, Björk sangra y contagia en Vulnicura, donde las cuerdas se tensan hasta mitigar el dolor.
Julia Holter tejió fino en Have You in My Wilderness, disco del año para UNCUT y MOJO en el que el toque arty se enraíza en una particular cercanía que atrapa a las primeras de cambio y por voluntad propia. Por su parte, la arpista Joanna Newsom vuelve a crear en Divers un universo propio, donde el amor es barroco e inescrutable y la quietud, impensable. Deradoorian, en su camino separada de Dirty Projectors, abre el abanico de su incremental apuesta y nos invita a la utopía en The Expanding Flower Planet.
Ya en sus sesentas, Rickie Lee Jones explora impulsos y motivos en The Other Side of Desire con su tradicional combinación de folk jazzeado. Su influencia se ha extendido a cantantes y compositoras notables como los casos de Laura Marling, quien se mantiene como una compositora brillante tal cual se escucha en Short Moving, y en Aly Spaltro, conocida en el medio como Lady Lamb the Beekeeper, autora del encantador After, un segundo disco de atmósferas reconfortantes.
BÚSQUEDAS
Con Art Angels, la canadiense Claire Boucher (a.k.a. Grimes) aprovechó las posibilidades del pop para recrear un mundo de fantasía y, de paso, apoyó a Nicole Dollanganger para grabar Natural Born Losers, cargado de aniñada oscuridad. Megan Remy, a través de su proyecto U. S. Girls perpetró Half Free, absorbente recorrido por el peligro de violencia que se anida en el hogar y Colleen Greene declaró intenciones en I Want to Grow Up, a través de un lo-fi emergente. La canadiense Tamara Linderman, alias The Weather Station, grabó el inspirador y delicado Loyalty, su tercera entrega.
La fashionista irlandesa Róisín Murphy, ya sin Moloko, entregó el diversamente electrónico Hairless Toys, su tercer disco solista y Holly Herndon hizo lo propio con Platform, segunda obra que bucea en las posibilidades artísticas de la lap top como transformadora de sonidos circundantes en el mundo virtual. Torres regresa rockeando al mundo tangible con más confianza en su opus 2 titulado Sprinter, al igual que la neozelandesa Tamaryn y su Cranekiss, en el que sigue volteando decididamente hacia sus zapatos.
Julie Campbell, mejor conocida como Lonelady, entregó su segundo opus titulado Hinterland, enclavado en el Manchester urbano abriendo alguna rendija hermética para acompañar la dura rítmica, casi de corte fabril. Desde Seatlle, las jóvenes de Chastity Belt entregan su segundo disco y a punta de guitarrazos nos dan la orden clara en Time to Go Home.
Katie Crutchfield ha desarrollado una obra alternativa notable como solista bajo el nombre de Waxahatchee, consolidada con Ivy Tripp, su tercer disco, mismo número que Ezra Furman, quien nos obsequia el variado e imaginativo Perpetual Motion People. Desde Noruega: Jenny Hval nos dio aviso de la situación en la que podemos estar Apocalypse, girl, con su característico pop experimental y Susanne Sundfør le cantó a esa mezcla de sentimiento incontrolable y decisión voluntaria en Ten Love Songs.
COUNTRY, POP Y OTROS FELICES ENCUENTROS
En los terrenos del neocountry, como para mantener y engrandecer la tradición, cuatro ejemplos representativos: Kacey Musgraves presentó Pageant Material; Ashley Monroe grabó The Blade; Gretchen Peters, confirmándose como una de las cantantes a seguir en el género, el álbum Blackbirds y Allison Moorer sigue consolidando su trayectoria con discos notables como Down to Believing. Jewel ha mantenido una carrera discreta y constante en el folkpop y este año grabó Picking Up the Pieces. La cantante de Malí Kandia Kouyate demuestra experiencia y sensibilidad ancestral en el revivificado Renascense.
En el ámbito del pop, Adele regresó con más platillo que bombo en 25; Miranda Lambert con el efectivo Platinum; siguiendo su conocida vertiente, Florence + The Machine firmó How Big, How Blue, How Beautiful y Christine and The Queens, con buenas dosis de promesa, levantó la mano con el homónimo Christine and The Queens; la canadiense Carly Rae Jepsen se encaramó en las listas con E-MO-TION y Leona Lewis con I Am; en tono introspectivo que parece ya incorporado, Lana Del Rey contribuyó con el agridulce Honeymoon.
RECIÉN LLEGADAS
Jessica Pratt se presentó con acentos folk salpicados de psicodelia vía On Your Own Love Again y Natalie Prass, originaria de Nashville, recupera tradiciones y las actualiza con sentida dosis de pop en Natalie Prass, su carta de presentación. La australiana con la energía a flor de piel Courtney Barnett, presentó su primer LP oficial Sometimes I Sit and Think, Sometimes I Just Sit, aunque sus EP´s anteriores se editaron en un largo, con la suficiente ironía para que la rabia se expanda con enjundia.
Después de acompañar a Tricky, Francesca Belmonte regaló elegancia electrónica en Anima. Empress Of presenta Me, un primer largo que denota enfoque en los terrenos del electropop por parte de la angelina Lorely Rodriguez. Ibeyi está formado por unas gemelas veinteañeras con sangre cubana nacidas en París y grabaron el ídem Ibeyi, arranque homónimo con un R&B sazonado a partir de cierto aliento alternativo. Rhiannon Giddens, integrante de The Carolina Chocolate Drops, aprovecha la oportunidad en Tomorrow Is My Turn, con el consabido sabor de la música de raíces.
El tecno de la alemana Helena Hauff, que no niega la cruz de su parroquia, se despliega en Discreet Desires, su LP debut aunque ya tenía algunas otras grabaciones. La galesa integrante de The Pipettes conocida como Gwenno, sorprendió con el pulido pop sintético de Y Dydd Olaf y el par de adolescentes angelinas de The Girlpool, bajo y guitarra en mano, se apuraron antes de que fuera demasiado tarde y llegara la adultez en Before the World Was Big.
DEBUTANTES
Benjamin Clementine acomete el piano y canta con un poderío que, reposando en oportunas cuerdas, roba la atención de principio a fin en A Least for Now, mientras que Vince Staples revisa a través de Summertime ’06, revisa la dura experiencia de un joven en los linderos de la delincuencia, eso sí, sin rastro alguno de glamour o ensalzamiento. El trío Algiers apuesta por la hibridación de sonidos en apariencia tan dispares como el góspel y postpunk con resultados sorprendentes, como se advierte en el homónimo Algiers.
Dark Energy del también productor Jlin, disco del año para la revista Wire, es una obra inscrita en el footwork pero de alcance más etéreo, en el que incluso caben ciertos gritos y consignas que se resisten a ser ahogados. Visionist propuso una inquietante electrónica fantasma en Safe y entrando en parajes siniestros, se desplegó M de Myrkur. Floating Points se deslizó por el amplio abanico de la electrónica con el juguetón Elaenia, al igual que Levon Vincent con disco de presentación titulado simplemente Levon Vincent.
Producido por el irlandés Liam Farrell, el colectivo congolés Mbongwana Star, integrado por parapléjicos y jóvenes callejeros que los acompañan, presentó el fantástico From Kinshasa, cual integrativa y vital comunión de sonidos africanos y otra comunidad artística de corte crítico afincada en Bamako, conocida como Songhoy Blues, hizo lo propio con Music in Exile. Donnie Trumpet & The Social Experiment presentaron Surf, con la trompeta liderando la combinación; Shamir se escabulle por diversidad de géneros en Ratchet, teniendo como epicentro el R&B.
El canadiense Tobias Tesso jr. acomete con sutileza el piano como si estuviera aún en los setenta y se presenta con Goon, romántico y nunca empalagoso; también en la línea del revival, Bop English rocanrolea como en décadas pasadas con su Constant Bop. Instalados en el britpop con influencias del rock noventero, el cuarteto de Liverpool conocido como Hoton Tennis Club presenta Highest Point in Cliff Town y desde el norte de Londres, Wolf Alice presume su Love is Cool, entre acotaciones electrónicas con tintes roqueros provenientes de la independencia.
MÚSICAS NEGRAS
Fue uno de los mejores años para el Hip-Hop, empezando por la obra maestra To Pimp a Butterfly, el tercer disco de Kendrick Lamar, en el que sobrevuela por un hip-hop nutrido de la libertad jazzera, R&B abstracto y una narrativa convulsa, como los tiempos que corren. Un monumento de conciencia racial que resultó ser la obra mejor valorada del año por propios y extraños. Uno de los invitados por el de Compton fue Kamasi Washington, quien se destapó con un disco triple que en el título lleva la adjetivación exacta: The Epic. Fusión a borbotones llena de nutrimentos como para recobrar las energías para empezar la cuesta de enero.
Y ya que estamos en plan de buscar los orígenes, ahí está el soundtrack Compton, compuesto por el patriarca Dr. Dre para la película que recuperó la historia de N. W. A., al tiempo que Snoop Dogg sigue en plan verde con Bush. Por su parte, Earl Sweatshirt se pone asertivo sin dejar opciones en I Dont Like Shit, I Don´t Go Outside. A$AP Rocky combina con intuición elementos del blues, la psicodelia y hasta del pop en su hábitat hipopero en At. Long. Last. A$AP., su opus dos. En la vertiente experimental, ahí está el rap furibundo de Death Grips y su álbum doble The Powers That B, como para romper espejos con la cara.
Future planteó DS2, su tercera obra al hilo sin bajar el listón y Drake hizo lo propio con If You´re Reading This is Too Late. Ambos grabaron juntos en algunas sesiones y el resultado se estampó en What a Time To Be Alive. Mientras tanto, Young Thug rimó a placer en Barter 6 y Leon Bridges destiló sentimiento soulero en el enriquecedor y bienvenido Coming Home. Lupe Fiasco recorre las estaciones del año con lograda poética en Tetsuo & Youth y Ceelo Green anima al respetable con Heart Blanche.
Desde la estética del mestizaje, Hiatus Kaiyote deslizó Choose Your Weapon, revisitando el R&B con aires de renovación, campo también visitado por The Weeknd para encontrar hermosura tras las apariencias en Beauty Behind the Madness. En estos terrenos del mainstream, ahí estuvo Mark Ronson y su exitazo Uptown Special, poniendo a todos a bailar por más que lo quisiéramos evitar. Young Fathers lanzó la consigna reconciliatoria en White Men Are Black Men Too, con agudo sentido armónico para regocijarse en las modificables aguas del R&B, cuyos influjos alcanzaron para que Miguel entretejiera Wildheart.
CANTAUTORES
Sufjan Stevens labró Carrie & Lowell, una obra de dolorosa belleza pero de reconciliación absoluta con su madre recientemente fallecida: tras una relación vital difícil con abandono incluido, llega el momento de hacer las paces para toda la eternidad. Sun Kill Moon, el proyecto del incansable Mark Kozelec, propuso Universal Themes, lleno de viñetas y apuntes que permiten ir tejiendo el conjunto. Daughn Gibson sacó a la luz Carnation, su evolutivo opus tres con esa voz nutritiva que viaja entre parajes country con discretos aditamentos electrónicos.
Una productiva complicidad fue la que tuvieron Iron and Wine & Ben Bridewell, líder de Band of Horses, para producir Sing Into My Mouth, ideal para acompañar algún brindis. El multiinstrumentista canadiense Mac de Marco entregó Another One, álbum corto en duración y grande en ideas melódicas, en tanto Robben Ford nos propone entrar a nuestra zona de confort para disfrutar de un día soleado con Into the Sun, adornado con motivos sureños.
Desde la tina, Billy Ryder-Jones lanzó West Kirby County Primary y Riley Walker aderezó su folk con un toque de psicodelia en el impecable Primrose Green, mientras que Matthew E White abrevó del soul para darle forma a sus afectos en Fresh Blood, con todo y homenaje a Philip Symour Hoffman. John Grant buscó diversidad en su tercera entrega, Grey Tickles, Black Pressure, tanteando estilos variopintos con letras que viajan por temáticas disímbolas que mantienen la noción de incertidumbre.
Kurt Vile ya en plena madurez artística compuso como hecho a mano b´lieve i´m going down, en el que se respira apacibilidad natural. Robert Forster confirma su espíritu lúdico con Songs to Play, en el entendido que el juego puede ser por momentos sumamente reflexivo. El folk hundido en raíces cubiertas de césped húmedo de Richard Youngs mira hacia adelante sin soltar amarras en Inside the Future, en tanto Mikal Cronin vuelve más expansivo su sonido en MCIII y James McMurtry sigue abonando la tierra del altcountry, después de 25 años, en el retratista Complicated Game.
POPSICODELIAS Y OTRAS AFORTUNADAS COMBINACIONES
Tame Impala es uno de los grupos centrales de la neopsicodelia como se demuestra en Currents, expansivo tercer disco del grupo comandado por Kevin Parker. Panda Bear, capitaneado por Noah Lennox, plantea un cruce de géneros contenidos en inciertos contornos pop y rítmica imprevista de talante adictiva en Panda Bear Meets the Grim Reaper. Con su habitual tono bombástico de teatro musical, Mika busca un lugar en No Place In Heaven, insertando logradas baladas entre el espíritu desenfadado y celebratorio.
Bajo el apelativo de Father John Misty, Josh Tillman recorre los parajes del folk ligeramente alterado en el espléndido I Love You, Honeybear. Con espíritu ecléctico, Unknown Mortal Orchestra editó Multi-Love. Los suecos de Dungen grabaron Allas Sak con artesanales influjos setenteros y desde Nashville, Promised Land Sound presentó For Use and Delight, su segundo álbum en el que abren los contornos del country rock para dejar entrar ciertas influencias de parajes sicodélicos, sin exagerar.
CONSOLIDADOS
The Waterboys continúan haciendo maravillas por los márgenes del mainstream y ahora entregan Modern Blues, álbum grabado en Nashville, en el que incursionan por los sonidos de aquella región, mientras que Wilco entrega su noveno álbum bajo el peculiar título de Star Wars, transitando por ese country alternativo de inspirados lances creativos que coquetean con la exploración sonora para abrir los cauces estéticos. En esta línea, Giant Sand celebra treinta años de actividad en el escenario con el evocativo Heartbreak Pass.
The Charlatans cumplen 25 años de envidiable consistencia con Modern Nature y FFS es una inesperada colaboración entre Franz Ferdinand y Sparks que dio como fruto el álbum FFS, integrando festividades intergeneracionales de new wave y rock bailable. Noel Gallagher´s High Flying Byrds persigue con fortuna tiempos idos en Chasing Yesterday y Foals propuso What Went Down, buscando una épica que encienda desde el subsuelo.
Con poco más de veinte años en el circuito, Low, grupo de Minnesota reconocido por su slowcore de apagada belleza, deja que el sol se asome un poquito en el esperanzador Ones and Sixes. Borrando límites y proponiendo evocativa inmediatez, Deerhunter lanzó el atractivo Fading Frontier, como los discos de los grandes grupos que confían en su inspiración sin atender requerimientos del más allá y Dean Bejar, vía Destroyer, presentó Poison Season en una tesitura que se mantiene con cierto reposo a punto de ser interrumpido por rítmicas encendidas.
PARA TODO ESTADO DE ÁNIMO
They Might Be Giants le pusieron talento y humor por partida doble en Glean y Why?, en tanto Barenaked Ladies conservó el espíritu infantil e imaginativo en Silverball. The Mavericks destiló rockabilly para recorrer los sonidos de la frontera en Mono, similar región en la que Calexico, formados en Tucson, integraron raíces de aquí y de allá para voltear hacia arriba en Edge of the Sun. Modest Mouse abrió el abanico de influencias para nutrir su pop alternativo en Strangers to Ourselves.
The Mountain Goats celebran sus veinte años en active con el luchador Beat The Champ, en clave lo-fi reflexiva y con un folk de alcoba en completa intimidad, Villagers recorre el amor y su imposibilidad para ser medido en Darling Arithmetic. Se presentó Eric Church y su country pop de cuidada factura en Mr. Misunderstood, alcanzando plena madurez. My Morning Jacket se planteó un estilo más directo, cual caída constante de agua, en su álbum The Waterfall, en tanto Youth Lagoon tejió con azuzado sentido el muy disfrutable Savage Hills Ballroom.
Beirut se adentró más de lo habitual en parajes electrónicos en No No No, su cuarta entrega, mientras que Toro y Moi se pregunta por el sentido de todo el asunto en What For?, incorporando una vertiente más roquera; Death Cab for Cutie produjo el consistentemente liviano Kintsugi, que marcó la partida de uno de sus miembros y Wavves le puso dinamismo a las acciones con V y el dueto Two Gallants le metió intensidad a su folk-blues en el cautivante We Are Undone.
El grupo de Montreal Godspeed You! Black Emperor se hizo presente con el agridulce e intenso Asunder, Sweet and Other Distress, en tanto los daneses de Mew nos trajeron + – con saldo positivo. Editors tuvieron buenos sueños con su postpunk artístico en In Dream y los polacos de Riverside siguen rindiendo tributo al rock progresivo en Love, Fear and the Time Machine; Django Django vuelven a beber de múltiples referencias para producir Born Under Saturn, entre apuntes electrónicos, armonías sesenteras y un estilo atemporal.
GRUPOS MIXTOS
Desde Escocia, Belle and Sebastian vuelve a decorar el mundo con engañosos colores pastel y a narrarlo con poético enfoque y elusivo pacifismo en Girls in Peacetime Want to Dance, mientras que The Decemberists busca el contraste como forma de entender la vida a través de What a Terrible World, What a Beautiful World. The Dead Weather volvió a reclamar su lugar con Dodge and Burn y The Dears logró que su obra Times Infinity, se poblara de sentidas composiciones, inmediatamente apropiables.
Beach House nos sigue poniendo en estado vulnerable sin que nos demos cuenta con Depression Cherry, que terminamos agradeciendo por su inspirada manufactura, mientras que el trío escocés de Chvrches confirma su capacidad para pegar en la diana con Every Open Eye. Best Coast nos invita en California Nights, su tercer disco, a un recorrido luminoso de baja fidelidad, con guitarras a punto de exaltarse y rítmica que se mantiene a temperatura ambiente.
Alabama Shakes pinta con otras tonalidades, además del blues-rock, su segunda obra de carácter confirmatorio: Sound & Color. Cate Le Bon y Tim Presley (White Fence), unen olfatos bajo el nombre de Drinks para proponer Hermits on Holiday, combinatoria experiencia que gusta de caminar por la delgada línea de un folk retrabajado a partir de guitarras chirriantes y descargas rítmicas con fidelidad a ras de suelo.
SOLITARIOS
Jason Isbell compuso con altas cuotas de sensibilidad melódica Something More Than Free, ya en definitiva ruta independiente, y Steven Wilson, sin Porcupine Tree, firmó Hand. Cannot. Erase., en el que recupera con cuidadosos ecos progresivos la historia de Joyce Carol, una mujer de 38 años llena de vitalidad que fue descubierta muerta en su departamento después de dos años, rodeada de regalos navideños. Apenas iniciado el año, el líder de Supergrass Gaz Combes nos regaló Matador, redondo álbum de intrincado e imaginativo pop.
Tan dotados para escribir en el pentagrama como en la hoja en blanco, Guy Garvey, el hombre fuerte de Elbow, se aventura con el poético Courting the Squall y Craig Finn, líder de The Hold Steady, responde con un halo entre crítico y esperanzador vía Faith in the Future. De Arcade Fire, Will Butler aprovecha la soledad para proponer Policy y Sarah Neufel, en compañía de Colin Stetson, nos regaló el nebulosamente hermoso e intrigante Never Were The Way She Was.
Sin The Killers, Brandon Flowers vuelve a provocarnos con su pop entre motivador y emocional en The Desired Effect, mientras Dave Gahan & The Soulsavers regresan en plan salvífico entre seres del más allá para entregar el roquero Angels & Ghosts, línea que aprovecha con énfasis en el pop Chris Cornell, buscando altura con Higher Truth, a través de la exhibición de un sólido nivel compositivo.
LA EXPERIENCIA CUENTA
Bob Dylan ambienta a media luz la sala con recuerdos de Sinatra en Shadows in the Night, ahora en plan de intérprete. Bill Fay sigue prolongando su regreso y acusa recibo en Who is the Sender? sin dejarse de formular preguntas en tono cálido y pausado. David Gilmour, después de bajar emotivamente la cortina de Pink Floyd, entregó el sereno Rattle That Lock; Van Morrison hizo labor de equipo y grabó Duets y Steve Hackett, ahora en compañía de lobos, grabó el absorbente Wolflight. Buddy Guy grabó el explicativo Born To Play Guitar, encontrando el sentido de su vida.
Joe Jackson mantiene afilado el enfoque como se muestra en Fast Forward y a Dwight Yoakam le sigue latiendo su corazoncito country como se escucha en Second Hand Heart, al igual que a Graham Parker and the Rumour, ahora entregando el cohesivo Mistery Glue. Richard Thompson, producido por Jeff Tweedy de Wilco, grabó Still, una muestra más de su gran talento para la composición en la vertiente del folk inglés, mismo que conserva James Taylor, poniéndolo al servicio de Before This World.
Dos integrantes del par de grupos más importantes de la historia del rock propusieron sendos discos: Keith Richards guitarrea cual recién llegado en Crosseyed Heart y Ringo Starr mantiene el aliviane de costumbre en Icon. Jeff Lynne´s Elo disfruta la ausencia de compañía en Alone In the Universe, mientras que el ex Jam Paul Weller sigue imparable con su producción discográfica y ahora presenta Saturns Pattern, sobrevolando por los anillos del rock. Cumpliendo nada más 50 años en el circuito, The Sonics celebran su espíritu innovador con el confirmatorio This is the Sonics.
Ya alejado de los reflectores y habitando un campo solitario, Mark Knopfler entregó el perceptivo Tracker, mientras que en similares ambientes country Boz Scaggs nos obsequió A Fool To Care. El omnipresente y habitualmente experimental Jim O´Rourke se sentó a componer con detalle de artesano Simple Songs, apto para todo público y un par de viejos electrónicos prendieron la luz y enchufaron sintetizadores: Giorgio Moroder volvió para ponernos a recordar con Déja-vu y Jean-Michel Jarre parece iniciar serie con Electronica 1- The Time Machine.
DE VUELTA
Blur fue el regreso del año con el espléndido The Magic Whip, uno de los mejores discos del año fruto de una reunión de brillantes ideas materializadas en canciones al nivel de su propia historia. Más de diez años para que The Libertines se pusiera una vez más en el mapa sonoro con Anthems for Doomed Youth, igual periodo para que New Order nos volviera a sorprender con el sólido Music Complete, en efecto de lograda integridad y actualidad.
A quince años de su anterior disco solista, Don Henley volvió con el sensible Cass County, artesanalmente realizado con toda la calma que da el tiempo y con el talento compositivo de costumbre en completo dominio de los territorios country. Siete años de oscuridad para que Mercury Rev nos invitara a buscar la iluminación interior en The Light In You. Y 18 años para que Faith No More regresara: Sol Invictus los muestra con la energía recargada y a punto, como para no perderse en el camino.
NOSTALGIA
Grupos y solistas que alguna vez estuvieron en la palestra y ahora se mantienen en los márgenes del mainstream. Queensrÿche, ya resuelta la demanda con su exvocalista, presentó Condition Hüman en busca de confirmar estilo y propuesta. De la mano de Jeff Lyne en la silla de productor, el canadiense Bryan Adams entregó Get Up, decimotercer disco en el que parece lanzarse un mensaje a sí mismo. En tanto, Collective Soul, sobrevivientes de la etapa postgrunge, compusieron el fluido See What You Started By Continuing.
Simply Red mantiene ánimo soulero desparramado en Big Love y Duran Duran conserva estilo y tendencia en Paper Gods. En plan noctámbulos, dos actos preponderantes de la electrónica noventera siguen entre nosotros: The Prodigy con The Day is My Enemy y The Chemicals Brothers con Born in the Echoes. El synthpop germano de Camouflage está de vuelta con Greyscale, buscando evitar todo maniqueísmo.
DE TODAS PARTES
El galo Dominique A continuó en la tradición de la chanson con estructuras pop vía Éléor y desde Malí, Bassekou Kouyaté & Ngoni Ba prueba suerte con mayor electricidad e influjos occidentales en Ba Power, sin perder un ápice de familiaridad; de esta misma tierra de grandes músicos, la vocalista Kandia Kouyate tejió Renascence, cantando desde las raíces propias de la humanidad y el colectivo Africa Express recreó la música en lógica africana del genial compositor en Africa Express Presents…Terry Riley’s In C Mali.
El cantante sirio Omar Souleyman, que saltó a la mundialización después de aparecer en bodas, grabó Bahdeni Nami con su habitual sentido para animar la celebración del momento. De origen camboyano y asentados en Los Ángeles, los neosicodélicos de Dengue Fever y su vocalista Chhom Nimol realizaron The Deepest Lake. Ester Rada es una cantante israelí que también le hace a la actuada: este año grabó su prometedor álbum ídem Ester Rada con influjos de R&B y jazz.
LA SOPORTABLE PESADEZ DE LA REBELDÍA
Veteranos que no pierden intensidad. Motörhead entregó el revitalizante XXXX Bad Magic, convertido desafortunadamente en la despedida del legendario vocalista y bajista Lemmy Kilmister, apenas fallecido. Como para no quedarse atrás y para celebrar los 35 años de trayectoria, Iron Maiden perpetró el épico álbum doble The Book of Souls, mientras que Slayer respondió con Repentless, no sin extrañar al fundador Jeff Hanneman, también despidiéndose apenas de este mundo.
Napalm Death propuso el inmisericorde Apex Predator – Easy Meet, lleno de rudeza necesaria y Lamb of Good nos llenó de riffs tormentosos aptos para transformar el estrés en VII: Sturm Und Drans. Locrian cinceló el expansivo y abrasivo Infinite Dissolution, como si el fin del mundo fuera mañana y al filo del término del año Baroness alcanzó a sacar el roquero Purple, aprovechando el sentido de urgencia.
Con New Bermuda, Deafheaven conservaron el nivel alcanzado por su sólido predecesor y Prurient, por no dejar, entrega un disco triple bajo el evocativo nombre de Frozen Niagara Falls, tan intenso e interminable como la caída del agua que divide a nuestros vecinos del norte. The Agent Intellect, el segundo álbum de Protomartyr, continúa describiendo sin paliativo alguno su ciudad natal, una Detroit víctima de la decadencia pero con ganas de volver a circular y High On Fire sigue alumbrando las invasiones bárbaras con intensidad y agresión, ahora vía Luminiferous.
La legendaria banda británica Wire, con más de 35 años moldeando el punk en obra de arte, presentó el homónimo Wire en el que se destila convicción para seguir buscando sonidos ahora en el postpunk. El dueto Sleaford Mods vuelve a la carga con Key Markets, vociferando crítica social desde las banquetas sin concesiones hacia los incautos transeúntes, como tampoco las tienen los Downtown Boys con su políticamente desenfadado Full Communism.
Titus Andronicus se insertó en el concepto de ópera rock a través del energético The Most Lamentable Tragedy; el dueto de Rhode Island conocido como Lightning Bolt perpetró Fantasy Empire a partir de una intensa interacción entre el bajo y la batería, apoyada por algunos aditamentos para fortalecer su consabido noise. Los ingleses de Bring Me the Horizon le dieron al clavo con el revulsivo That´s the Spirit, mientras que Viet Cong combinó con energía elementos propios del noise, ritmos electrónicos, teclados desconcertados y guitarras acezantes para entretejer su poderoso álbum homónimo Viet Cong.
ELECTRÓNICA
Sin The xx como para probarse en soledad, Jamie xx desplegó el pincel con cierto tono retro nunca explicitado para plasmar In Colour, disco que se deja descubrir poco a poco en todas sus dimensiones sonoras. En Mutant, el tinglado digital de Alejandro Ghersi conocido como Arca, nos remite de inmediato a una atmósfera de entrecortado dinamismo, como para poder habitar un planeta en el que somos los extraños.
A través de su proyecto Oneohtrix Point Never, Lopatin sigue desatado como se escucha en el impredecible Garden of Delete, ideal para perderse en los arreglos cada vez que uno lo escucha. Kieran Hebden, con el manto de Four Tet, compuso el dualista Morning/Evening a partir de un tapiz de electrónica por el que discurren vocales armoniosas, rítmicas cautivantes y melodías cálidas. El chileno Matías Aguayo, autodenominado como el rudo del House, grabó como si estuviera en el cuadrilátero Round One & Round Two.
Disclosure nos abre la fiesta con Caracal para una buena dosis de electropop en vertientes diversas con enriquecedores aditamentos: desde Austin, Neon Indian recurre a ciertos apuntes funk para iluminar el aprendizaje nocturno en Vega Intl. Night School; Metric confeccionó Pagans in Vegas (¿hay de otros?) con su dosis de sofisticación; Hot Chip se puso en plan cuestionador con Why Make Sense? y los de Atenas, Georgia conocidos como Of Montreal, grabaron el rockero Aureate Gloom, además de sacar un disco en vivo.
En el quimérico Capitan of None, el músico y productor francés conocido como Colleen nos coloca en una dimensión onírica de la que resulta difícil querer escaparse, como sucede con Disasterpeace y su persecutoria propuesta para It Follows, soundtrack de la mejor película de terror del año pasado. Por su parte, la dupla Ben Salisbury / Geoff Barrow se vuelve a reunir ahora para orquestar Ex Machina, sonidos de cercana ciencia ficción que acompañan a la cinta de Alex Garland, dándole el necesario toque de imperceptible desasosiego.
Cargada de cochambre y como para ponernos los pelos de punta, ahí está la electrónica de Container y su álbum titulado LP (2015), mientras que Rabit explora la estética grime en Communion, con el consabido halo de misterio y ruptura repentina. El supergrupo Carter Tutti Void entrega 𝒇 (x), su inquietante opus dos que nos lleva por recorridos de absoluta y disfrutable zozobra a lo largo de sus seis cortes.
Dan Deacon vuelve a la sencillez y animosidad en Gliss Riffer y William Doyle, conocido como East India Youth, entrega su segunda obra bajo el nombre de Culture of Volume, bordando fino por las rutas un pop que por momentos salta a la pista y en otros busca la media luz, mientras que Nils Frahm le pone la pausa necesaria para la apreciación en Solo, apto para sumergirse en momentos de ausencia.
AVENTURAS SONORAS MÁS ALLÁ DE LA CONVENCIÓN
Los territorios experimentales de los sonidos sintéticos con salpicadas jazzeras fueron desplegados con inteligencia natural por Joshua Abrams en Magnetoception y Coil resucitó gracias al permiso otorgado por Danny Hyde, colaborador cercano del grupo, para traernos Backwards, obra concebida originalmente en los noventa y hasta ahora viendo la luz: mirada atrás de absoluta actualidad exploradora. El trotamundos Sir Richard Bishop acomete con la guitarra sonidos norafricanos en The Tanger Sessions, colocándonos de inmediato en un atardecer marroquí con cierto aire de abandono.
Sunn O))) nos regala desde sus principios doom, cierta misericordia con su obra Kannon, confirmando su estatus en el planeta de la experimentación. De Brooklyn, Zs se mueven entre la frontera del jazz libre y el rock underground: en Xe retuercen el sonido hasta exprimirle todo su jugo para después insertarlo en caóticos circuitos de intermitencias azorantes. Desde San Francisco, Jefre Cantu-Ledesma sigue insertando en el estilo drone-ambient para recrear superficies de rocosa continuidad ahora expandidas en A Year With 13 Moons, cual reminiscente viaje satelital.
Gnod continúa con su tendencia krautrock en Infinity Machines y Helm aporta su persecutorio Olympic Mess. Ben Chasny y su proyecto Six Organs Of Admittance navega entre las continuas transformaciones con base en la interacción establecida entre el rock y el avant garde; en Hexadic juega con la aleatoriedad, buscando sonidos inmediatistas provocados por acechantes guitarras impredecibles. En contraste, Charlemagne Palestine, quien ha estado buscando arte en los componentes mínimos del sonido durante más de 40 años, presenta Ssingggg Sschlllingg Sshpppingg, disco de un corte en el que la vocalización flota sobre el manto de los teclados con reducidas variaciones.
El trío australiano The Necks lleva 20 años de crear ambientaciones entre laberínticas y jazzeras buscando siempre la innovación, como se deja escuchar en Vertigo, álbum de una sola pieza, en todos sentidos, que fluye sin cesar a partir del diálogo entre el piano, los apuntes electrónicos y acordes guitarreros que se entrelazan con imprevistas percusiones de diversa índole. En Colonial Donuts, Bill Orcutt & Jacob Felix Heule integran guitarra y percusiones para conversar a través de la improvisación y una recitación sobrevuela a rítmicas freejazzeras en el aclaratorio We Are Not the First de Hieroglyphic Being.
Un hombre y su banda: Henry Threadgill Zooid, presentaron In For a Penny, In For a Pound en los contornos del avant garde y el jazz donde igual cabe la conversación entre la tuba, el chelo y el trombón. Otros encuentros celebrables fueron el de Mark Fell y el húngaro Gábor Lázár, quienes compusieron, a partir de un continuo metamorfoseo de los patrones rítmicos, The Neurobiology of Moral Decision Making y el de Merzbow / Mats Gustafsson / Balázs Pándi / Thurston Moore para perpetrar el inclemente e intrusivo Cuts of Guilt, Cuts Deeper, álbum doble de cuatro cortes que apuestan por un noise exhaustivo, sin fisura alguna para el descanso de culpas profundas.
Oren Ambarchi & Jim O´Rourke unieron talentos y su tendencia prolífica para componer Behold, integrado por dos largos cortes de sinuosidad acallada y Tristan Perich & Meehan Perkins Duo hicieron lo propio para crear el mínimo Parallels, en el que en efecto, las líneas parecen nunca tocarse.
Max Richter nos acompañó silenciosamente en Sleep, ideado a partir de las fases del sueño para poder reconvertir la realidad siguiendo nuestros deseos o siendo atrapados por ellos y, después, poder mantenernos justo ahí, cuando la etapa REM se extingue para volver al mundo de los despiertos, con todo y sus adorables defectos. Para seguir en el mundo de los sueños, ahí está Sleeping Tapes del estimable actor Jeff Bridges, quien construye una narrativa al respecto de todo lo que rodea al acto de dormir en complicidad con el músico Keefus Ciancia.
Ya entregado a un mundo de abstracciones, Tyondai Braxton calculó HIVE1, mientras que su afamada ex banda Battles, contribuyó con La Di Da Di: en ambos casos se buscan esquemas de repetición secuencial que encuentran momentos de yuxtaposición sonora para crear una espaciada sensación de lógica. Philip Jeck propone en Cardinal una electrónica que sobrevive en la oscuridad y da rumbo al enfoque gótico que por momentos parece asumir, en tanto el prolífico y ecléctico Loren Connors explora con su guitarra el mundo de la abstracción en Blue: “The Drak Paintings” of Mark Rothko.
CHICAS EXPLORADORAS
Matchess es el nombre del proyecto de Whitney Johnson, oriunda de Chicago que a través de Somnaphoria, su opus dos, nos traslada a una especie de atmósfera cienciaficcional con texturas que parecen cohabitar en distintas dimensiones. Por su parte, la guitarrista bostoniana Mary Halvorson desarrolla una exploración entre cuerdas con espíritu renovador, transitando de atmósferas calmas a intensas, a través de Meltframe. La pianista Rachel Grimes encuentra la belleza en The Clearing, a medio camino entre el clasicismo y la música propular.
La canadiense Kara-Lis Coverdale recorre hábitats electrónicos en clave reflexiva con Aftertouches. Las cuerdas encuentran un pasadizo entre la tradición folk y la actualidad gracias a la sensibilidad a flor de piel de Laura Cannell y su álbum Beneath Swooping Talons, en consonancia con Eva-Maria Houben, obsequiándonos Nachtstück, obra en la que el contrabajo se desliza entre ambientes sonoros indescifrables que parecen volverse inteligibles al contacto con la profundidad del instrumento protagónico.
La artista integral originaria de Bruselas Christina Vantzou, que gusta de moverse entre ambientes electrónicos con ecos orquestales, nos entregó No. 3, álbum que plantea escenarios plagados de misterio con buena dosis de magia imperceptible: tan volátil como cautivante; Lena Willikens, DJ asentada en Colonia, revisita el tecno alemán en su EP Phantom Delia y la saxofonista Matana Roberts entregó la tercera parte de la historia sobre la esclava liberada Marie Thérèse Coincoin, plasmada en Coin Coin Chapter Three. River Run Thee, entre inquietantes cánticos que transcurren en el horizonte.
DE PILÓN
Como para apartarse de las tentaciones, qué mejor que dejarse llevar por la sutileza de Lower Dens y su álbum Escape From Evil, zurcido a partir de un pop con subyacentes punteos experimentales. Por su parte, Majical Cloudz abre la ventana para la tristeza y susurra un cuestionamiento para atizar el dolor en Are You Alone?, mientras que Peter Broderick pinta afectos pausadamente en Colours of the Night y James Blackshaw ilumina a fuego lento la estancia con poder de convocatoria en el calmo Summoning Suns.
Ducktails es el proyecto paralelo de Matthew Mondanile, conocido por ser miembro de Real Estate; con St. Catherine continua ensanchando las fronteras del pop con un cierto aliento experimental. Mientras tanto, EL VY es una feliz aventura conjunta entre Matt Berninger (The National) y Brent Knopf (Menomena, Ramona Falls), que produjo el inesperadamente optimista y refulgente Return to the Moon y como para regresar a los felices años del rock’n’roll, ahí está JD McPherson y su Let the Good Times Roll. Bryce Dessner & So Percussion, también integrante de The National, propuso Music for Wood and Strings, conformado por nueve secciones de conversación constante entre la guitarra y el apunte percusivo.
En Schakles Gift, su balanceado segundo disco, los multinacionales de Zun Zun Egui confirman que la combinación de géneros es lo suyo. Bajo el apelativo de Mount Eerie, Phil Elverum explora los procesos de transformación de diversas materias y componentes en el ecléctico Sauna, con piezas nombradas por una sola palabra. Jazmine Sullivan confirma su talento en los terrenos del R&B, ensanchando alternativas, con su tercer álbum titulado Reality Show.
Cage the Elephant hace solicitud expresa en Tell I´m Pretty, apuntando hacia una convincente sicodelia, al igual que el cuarteto Palma Violets y su opus 2 Danger in the Club; Speedy Ortiz hace eco de la onda revivalista en Foil Deer, su bien librado opus dos con guitarras que huelen a espíritu adolescente, como el Painted Shut, segunda obra de Hop Along. A 30 años de la aparición de su disco debut, los australianos The Apartment se hacen presentes con No Song, No Spell, No Madrigal, conformado por canciones de alcance emotivo acendrado por las vocalizaciones con cierto sentido de urgencia.